Abrazos, lágrimas e intercambio de teléfonos: la solidaridad se abre paso en Paiporta entre un reguero de muerte
ABC entra en las calles de Paiporta arrasadas por la riada que ha dejado la mayor cifra de víctimas de la gota fría
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![Imagen tomada este jueves en la localidad valenciana de Paiporta, zona cero de la DANA](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/10/31/dana-paiporta-R78hasLPznsSKJNKAps2VJK-1200x840@diario_abc.jpg)
La localidad valenciana de Paiporta despierta de la pesadilla. Día 1 tras el horror. Los vecinos salen de sus casas por primera vez desde que un río implacable de agua se llevara todo a su paso el pasado martes. Incomunicados, sin agua, comida ni luz ... . Con la incertidumbre y el miedo atosigando a su mente y corazón cada minuto. Hoy, abrazos, llantos y reencuentros mediante, empiezan una nueva vida mientras contemplan la magnitud de un suceso histórico que ha dejado al menos 40 muertos en el municipio agrícola rodeado de acequias.
ABC se ha adentrado este jueves en el pueblo más golpeado por la terrible Dana que ha asolado la provincia de Valencia, donde el silencio ha dejado paso a la inquebrantable voluntad de una comunidad convencida de salir adelante. Queda mucho por reconstruir, todo más bien, pero se aprecia el deseo de salir adelante. Para ello, los vecinos se organizan para conseguir el bien más preciado, el agua. Algunos, bajo la mirada cómplice de los policías, entran en supermercados «para ver si queda algo», mientras otros se intercambian teléfonos para saber en qué municipios cercanos se pueden comprar garrafas y botellas. Incluso algunos de ellos que vuelven hacia sus viviendas han entregado recipientes a personas mayores que trataban de cruzar por el lodo que cubren las calles.
Los agentes de Protección Civil, junto a las vías del tren completamente inservibles y repletas de vehículos destrozados, reparten agua de una tubería que han reventado en la zona de una urbanización colindante al tiempo que se trata de recuperar el suministro potable en el resto del municipio. Muchos no pueden esperar. Así han emprendido una suerte de caravana, más bien una serpiente multicolor, para llegar al barrio de San Marcelino, en Valencia, andando por la autovía CV-400, donde al otro lado parece que nada de esto ha ocurrido.
En el resto del pueblo, dolor y caos a raudales. Empleados de bajos comerciales tratan de despejar la entrada de sus negocios arrastrando y empujando vehículos; algunos transeúntes achican agua mientras se bañan en barro y otros simplemente se deshacen de muebles rotos apilados en la acera. «¿Ese es Toni? Sí. ¡Toni estás vivo!», le decía un hombre a un amigo mientras lo veía sacando cubos de su planta baja.
Higinio vivió un «auténtico drama», como el resto de sus vecinos. A las 18:30 dejó a su hija en clase de música y, cuando regresaba a casa una vecina le alertó del «tsunami» que estaba llegando por las calles de Paiporta. Raudo, volvió a coger el coche y a su hijo pequeño y fue a por ella rápidamente para volver a casa. Su mujer Sara, en cambio, que trabaja en Valencia, regresaba a esa hora a su domicilio pero no pudo acceder al pueblo y tomó el viaje de vuelta hacia casa de sus padres. «No lo vamos a olvidar nunca», explica a este periódico, antes de subirse al coche y marcharse con sus dos pequeños a casa de sus suegros, puesto que «todo es un caos y no hay nada en el pueblo».
![Imagen tomada este jueves en la localidad valenciana de Paiporta](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/10/31/paiporta-dana-U26373130046jWo-760x427@diario_abc.jpg)
También nos ha contado que una vecina con su coche, un llamativo Hammer de color verde, ha retirado todos los vehículos que ocupaban su calle para que pudieran salir. Junto a la vía Porvenir, él y otros vecinos se intercambian números de teléfono para avisarse de las salidas abiertas para ir a Valencia y donde pueden conseguir alimentos y agua. «Esto es peor que la pandemia», critica uno de ellos ante el acopio innecesario que viven los supermercados de Valencia de este miércoles.
José, un hombre de origen argentino con negocio de tapicería y restauración de butacas y sofás frente al Mercadona de Paiporta, lamenta «que lo ha perdido todo», pero que «es lo de menos» puesto que «lo importante es que todos están bien». «La suerte es que solo he perdido el coche, pero bueno habrá que ver si lo paga el seguro», repiten algunos vecinos tras salir a la calle por primera vez desde que el temporal arrasara con todo. De hecho, junto a estos vecinos, una reportera francesa informaba frente a una cámara televisión de lo sucedido, muestra inequívoca de la magnitud internacional de la tragedia.
Mientras suenan las sirenas de la Guardia Civil y sortean obstáculos con sus carros y bolsas, muchos de ellos ataviados con botas de lluvia para evitar que el barro les obligue a deshacerse de sus zapatillas más queridas, se respira incredulidad. Todavía no se creen que esto haya ocurrido aquí, a los pies de sus casas, y que algunos de sus vecinos, la mayoría residentes en plantas bajas, hayan fallecido.
Es el caso de Iván, un hombre de 50 años que ha vivido en Paiporta más de dos décadas. Desde hace dos años, reside en Valencia pero en la zona cero de la tragedia siguen su exmujer y su hijo. Cuenta que desde el martes por la tarde no sabía nada de ellos y que hoy ha podido «ver que estaban bien» por primera vez tras «el peor susto e su vida».
Emocionado y con lágrimas en los ojos recuerda a su vecino de enfrente, «un señor mayor que ha vivido toda la vida en Paiporta», que sí ha fallecido por el paso de la peor Dana del siglo en la Comunidad Valenciana. «Todavía no me lo creo, estoy tratando de asimilar todo lo que estoy viendo», relata con dificultad para verbalizar entre sollozos.
Los vecinos celebran el regreso del suministro eléctrico tras día y medio a oscuras. Esperan que el agua llegue pronto y comenzar a dejar atrás la pesadilla de la que acaban de despertar. Los daños son cuantiosos y el pueblo ha quedado tocado por una fecha que no olvidarán nunca. Sin embargo, hoy los vecinos han demostrado la resiliencia necesaria para demostrarle al mundo cómo se puede salir adelante pese a lo injusta que es la vida.
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