Juegos de mesa

Un tablero para cada crisis

Un tablero para cada crisis

MARTA MOREIRA

as cifras lo demuestran: en épocas de crisis renace la afición a los juegos de mesa. Los amigos y las familias -para cuyos esquilmados bolsillos no es aconsejable salir de cañas como solían- vuelven a reunirse en casa, muchas veces en torno a un tablero de fichas y tarjetas. Tan clara es esta tendencia, que lo habitual es que cada debacle económica se caracterice por un nuevo juego. Por ejemplo, el Monopoly, lejos de estar concebido como una oda al capitalismo, es un producto creado al calor de la crisis del 29 como amarga broma sobre la especulación inmobiliaria; por su parte, el surgimiento del Trivial coincide con la crisis del petróleo y fue inventado por un grupo de corresponsales que solía reunirse en hoteles por las noches y se entretenía formulándose preguntas de cultura general.

Asimismo, durante el proceso de reunificación alemana se desarrollaron algunos de los principales «Eurogames». De hecho, Alemania es la mayor cantera de «autores estrella» de este tipo de juegos, entre los que muchos son matemáticos y ex jugadores de rol con un talento especial.

Entonces, ¿cuál es el juego de «nuestra» crisis? A tenor de su éxito, se trata de «Twilight Struggle», un juego de estrategia basado en la Guerra Fría que acaba de aparecer en España después de triunfar en otros países. El secreto de su éxito es su capacidad para mantener la tensión de los contrincantes desde la primera carta que se pone sobre la mesa, y su mecánica, que hace cada partida distinta e impredecible. Su edición en España está destinada a desbancar a Catán, del que se han vendido más de 20 millones de unidades en todo el mundo, y que es junto a Carcassonne el juego más vendido de la editorial Dívar en la Comunidad Valenciana.

Un poco de historia

El primer juego de mesa de cuya existencia se tiene noticia es el Juego Real de Ur, hallado en las Tumbas Reales de Ur por Sir Leonard Woolley en la década de 1920. Se trata de dos tablas datadas antes del 2600 a. C. y conservadas en el Museo Británico. Es un juego anterior incluso al ajedrez y al Mancala africano. Sin embargo, no se conoce su reglamento; solo existen hipótesis al respecto.

La evolución de los juegos de mesa dio un salto de pértiga con la aparición de la imprenta en el siglo XIX. Hasta ese momento, éstos estaban limitados al mundo infantil y a los naipes. La industria comenzó verdaderamente con el Juego de la Oca y el Parchís. Desde entonces, y a pesar de la invasión de los juegos electrónicos, los juegos de mesa no han dejado de evolucionar.

Y aunque sorprenda, el volumen de facturación de este sector no para de crecer. «Doblamos el número de juegos vendidos desde hace diez años», apunta Joaquim Dorca, director de Devír en España, una de las editoriales de juegos más importantes del mundo. «La satisfacción que producen los juegos presenciales no se puede alcanzar con la frialdad del ordenador, porque se pierde la capacidad de seducir y engañar entre los contrincantes. A las personas le gustan las personas», concluye este experto.

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