Tatiana Reichert - Testimonios del coronavirus
Carta de una enferma de Covid-19: «Si seguimos así, la segunda oleada será inevitable»
«Decidí no volver a ir al hospital hasta que me estuviera muriendo, pero ésto no llegó a pasar»
Última hora del coronavirus y las fases de la desescalada en la Comunidad Valenciana
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Quiero ser breve, pero tras las noticias que he leído a día 12 de mayo de que la Comunidad Valenciana en pocos días estará lista para la fase 1 de la desecalada del confinamiento por el coronavirus se me hace un nudo el corazón.
He estado enferma desde el 28 de febrero hasta el Día de la Madre , con fiebres de 38 grados, tos, cefaleas, dolores musculares, sobre todo en gemelos y brazos. Además, he tenido sensación de falta de aire y en ocasiones he usado el inhalador que tiene mi pareja en casa, ya que él es asmático crónico.
También he tenido otros síntomas como cistitis, vértigos, vómitos, diarreas y sensación de agotamiento total. Me he pasado más de dos meses viendo cómo en los telediaríos salían familias felices en sus casas confinados haciendo bizcochos, mientras yo no podía acercarme ni a la despensa a por un bocado. Tampoco es que el hambre apremiara, ya que mi estado de salud, tanto físico como psíquico, fue mermando.
LLamé al número facilitado por la Generalitat de información sobre el Covid-19 después de que mi médico me dijera que lo que tenía era una gripe fuerte con faringitis aguda de origen vírico y me recetara ibuprofeno con codeína. Mi estado después de tres semanas seguidas con fiebre y otros síntomas, y fue mermando hasta tal punto que mi médico decidió que fuera a urgencias.
LLegué al hospital la Fe de Valencia el 10 de abril , un mes y trece días después de comenzar con todos los síntomas. Me hicieron una resonancia de tórax y salió limpia. El doctor me diagnóstico Covid-19 sin la pruena del PCR. Me explicó amablemente que yo no era paciente de riesgo como para hacerme una PCR y me mandó a casa a confinarme durante catorce días en aislamiento total.
Tuve un seguimiento por teléfono, aunque para las estadísticas oficiales no contara.
Llegó un momento en el que me sentí tan mal que llamé a mi médico para que me hiciera un análisis de sangre de todo lo demás, ya que no me podían confirmar el Covid-19 . Quizás tendría algo grave, jamás me había sentido así antes y durante tanto tiempo. El médico accedió. Fui el 29 de abril a los análisis, arrastrándome por la calle como pude, ese día mi médico me vio y me comunicó que a él le iban a hacer la prueba del Covid-19 por fin al día siguiente. ¡No me lo podía creer! Casi sintiéndome culpable le desee buena suerte, pero no entendía nada... Los sanitarios de primera línea deberían de haber accedido antes a estos test . Aunque esa culpabilidad se te quita cuando piensas que llevas dos meses temblando en la cama y lo único que tienes es una llamada telefónica de seguimiento en la que finalmente te dicen que no pueden hacer nada más.
Decidí no volver a ir al hospital hasta que me estuviera muriendo, pero ésto no llegó a pasar.
Hoy, cuando hablando con el psicólogo del centro de salud público, que me ha llamado para cambiarme la cita, le he contado que he leído un caso parecido al mío en ABC y que daban la opción de escribiros para poder contar lo que los ciudadanos de a pie vivimos en este lapso de tiempo y que estoy muy indignada por lo vivido, sin saber cuando iba a acabar esta enfermedad , sin que nadie me atendiera porque tengo 36 años y no soy población de riesgo, recluyéndome en casa...
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Lo peor ha sido que él, que está en primera línea con cientos de pacientes al día, en una habitación sin ventana , me ha dicho que está todavía esperando a que le hagan el test.
Yo ya estoy bien, desde el 2 de mayo que dejé de tener fiebre, sólo toso y me duele la garganta, al igual que las piernas, de vez en cuando . No necesito ese test para saber nada, ya lo he pasado . Pero mi frustración llega cuando veo que las cosas no se están haciendo bien y que el Gobierno no es claro.
Cuando la gente sale a la calle como si no hubiese pasado nada, en grupos, comiendo ganchitos y sin ningún tipo de preocupación ni protección.
Cuando hay todavía centros de salud que no han pasado por las pruebas y cuando la inmunidad del segmento de población seleccionada por el Gobierno a la que le han hecho las pruebas ha dado que más del 87 por ciento no ha pasado el virus o no tiene inmunidad.
¿Realmente estamos preparados para sentarnos en una terraza sin mascarilla y tosernos todos a las caras?
¿Realmente es seguro ir a visitar a nuestros mayores?
Lo único que sé es que la osadía de los gobernantes es sólo de saber que tienen ucis y hospitales de campaña listos para recibirnos. Porque en realidad vamos a ciegas y sin bastón.
Gracias por leerme y ofrecer la oportunidad de escribiros.
*Tatiana Reichert vive en Valencia
Nota de la Redacción
Si usted también quiere compartir su testimonio sobre cómo está viviendo la situación provocada por el coronavirus puede hacerlo escribiendo a valencia@abc.es
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