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Imagen del acusado, este lunes, durante la primera sesión del juicio ROBER SOLSONA / Vídeo: EP
Toni Jiménez

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La Audiencia de Valencia celebra este martes la segunda sesión del juicio con jurado popular contra Jorge Ignacio Palma , acusado de asesinar a tres mujeres -Marta Calvo, Arliene Ramos y Lady Marcela Vargas- y abusar sexualmente de otras ocho introduciéndoles cocaína de gran pureza en los genitales sin su consentimiento. El cuerpo de la primera joven, desaparecida desde el 7 de noviembre de 2019 en la localidad valenciana de Manuel, todavía no ha sido hallado. El procesado se entregó a la Guardia Civil y confesó que la había descuartizado y distribuido sus restos por contenedores.

Fue precisamente el impacto mediático por el caso de Marta Calvo el que destapó un reguero de hechos similares imputados a Palma. La primera de las víctimas, una mujer que ejercía la prostitución en una vivienda de Valencia, ha relatado ante el tribunal, visiblemente afectada, su traumática experiencia con el acusado: «Me ha arruinado la vida, no puedo tener pareja, tengo miedo y pánico a los hombres . Tengo tratamiento psicológico. Me he intentado matar».

El calvario de D., de 39 años en ese momento, empezó durante la medianoche del 29 de junio de 2018, cuando «la mami» -en referencia a la mujer que regentaba la casa de citas- le pidió que se encargara de un cliente que quería realizar una «fiesta blanca» -lo que ha definido como «acompañar al cliente al esnifar»- porque una compañera se había negado. Ella aceptó porque, aunque no le gusta consumir, «como están tan locos, no se enteran que nosotras fingimos ».

Pensó, además, que no le iba a dar problemas por ser colombiano. Según su testimonio ante los nueve miembros del jurado, le impresionó el «manojo de droga» que llevaba Palma por la cantidad -«una exageración»- y el olor «penetrante» que desprendía. Mientras ella se preparaba, el cliente pintó cuatro rayas sobre un azulejo. «No me obligue que yo sé hacer mi trabajo», le dijo.

Palma le ofreció hacerle un masaje boca abajo, a lo que ella accedió. En ese momento, ha señalado, le llamó la atención que tenía el puño cerrado: «Me estaba dando un poco de desconfianza». El malestar no tardó en llegar. «Sentía como el corazón rápido» , ha indicado. Un estado que achacó al calor. Cuando se dirigió al baño y se metió en la ducha, «empezaron a salir rocas de coca» de su vagina. «Cinco o seis. Muchas», ha precisado. Además, la víctima cree que Palma aprovechó su ausencia para echarle algo en la copa.

«Me introdujo la droga en mis partes íntimas por delante y por detrás. Por detrás me enteré por la doctora, porque yo no lo sentí», ha explicado. Intentó pedir ayuda, pero la encargada del burdel se desentendió y la obligó a seguir con el servicio.

Imagen del acusado, este lunes, durante la primera sesión del juicio ROBER SOLSONA

Al volver a la habitación, D. le recriminó al acusado lo que había hecho, pero siguió trabajando por sus hijos y le practicó sexo oral. Entonces se dio cuenta de que Palma había impregnado sus genitales con cocaína. Del mismo modo, cuando bebió de la copa sintió «como si fuera arena» en la boca.

«Me estaba muriendo», ha incidido. «Sáquenme de aquí, este hombre me va a matar» , ha asegurado que gritaba sin éxito ante la «frialdad» de su cliente. Fue entonces cuando se dirigió a la cocina y cogió un cuchillo para defenderse: «Usted me mata, pero se viene conmigo. No me deja sin mis hijos». «Mi cuerpo estaba adormecido». «Estaba desubicada de tan drogada que estaba», ha relatado.

Horas más tarde acudió «sola» al Hospital Arnau de Vilanova con un fuerte dolor abdominal. Se le diagnosticó un «síncope con pérdida de conocimiento», según detalla el parte médico, y se le detectó cocaína en sangre. «Cinco minutos y te mueres», le comentaron los facultativos tras desmayarse.

«Nunca», ha aclarado, hubiera aceptado participar en ese juego letal. «Traté de localizarlo por lo que me hizo», pero no lo consiguió. La mujer se ha derrumbado al reconocer la imagen del acusado en una pantalla , para evitar el contacto visual: «Este es el aseisino que intentó matarme y me arruinó la vida». D. denunció ante la Guardia Civil tiempo después, tras ver su rostro en televisión: «Cuando yo lo vi, dije: hostia, ese fue el que me hizo eso». “Es un monstruo». «Lo reconocí y dije: voy a tener fuerzas de denunciarlo porque va a seguir atacando a más mujeres. Hice lo que tenía que hacer», ha defendido.

Pese a que la defensa de Palma se ha opuesto a que hubiera una mampara entre la víctima y su presunto agresor, finalmente sí que se ha instalado. En ese sentido, la magistrada ha recriminado en varias ocasiones la actitud de la letrada del acusado por la impertinencia de las cuestiones que estaba planteando durante la vista.

La Guardia Civil confirma el 'modus operandi'

También ha comparecido este martes el jefe de Homicidios de la Guardia Civil de Valencia, que ha confirmado el ‘modus operandi’ de Jorge Palma . Un patrón «coincidente» que reafirma el testimonio de la primera mujer y que se repite en la mayoría de casos: las víctimas se ponen en contacto con los agentes porque ven la fotografía del acusado en los medios. «Algunas de ellas reconocen la fachada de la vivienda de Manuel», mientras a otras llegan a través del tráfico de llamadas del procesado.

Esa forma «común» de actuar, según el responsable de Homicidios, pasaba por contactar por Whatsapp con chicas que anunciaban sus servicios sexuales en páginas webs, con la intención de realizar «fiestas blancas» utilizando una «cantidad muy importante de cocaína» que las invita a consumir. De hecho, «la tiene que sostener con las dos manos» y «se muestra muy tozudo» con el hecho de que esnifen. Su relato también coincide, ha recalcado, con los masajes y la introducción de dedos en los genitales. Asimismo, aquellas que acceden a beber, animadas por Palma, «entran en sueños profundos» y desconocen el tiempo que están en esa situación.

En la misma línea ha declarado la agente de la Guardia Civil que le tomó declaración a D., después de que esta se pusiera en contacto con la Benemérita tras la detención de Palma, ante su reiterada presencia en los medios. La joven no quería que se hiciera público su oficio porque tenía hijos menores y costó mucho que contara detalles de la agresión sexual.

Fue, de hecho, «la víctima que más tarde denunció» , ha apuntado la agente. «No quería ser una víctima más», pero al mismo tiempo, «quería comunicárnoslo para que él no pudiera volver a hacerlo». Tras tres entrevistas, y con la ayuda de psicólogos, finalmente accedió a formar parte del procedimiento.

Una sustancia «peligrosa» desconocida

Por su parte, los dos médicos forenses que han comparecido durante la vista han coincidido en señalar el «efecto letal» de la dosis -9,31 miligramos por litro de sangre- que presentaba el cadáver de Lady Marcela Vargas. También han explicado que existen distintos grados de afectación, según la pureza, la tolerancia y la «idiosincrasia» del consumidor.

Sin embargo, el efecto repetido en las víctimas no casa con la estimulación -«como un Red Bull», han ejemplificado- que genera normalmente la cocaína que se vende adulterada en el mercado negro. En la mayoría de estos casos, sin embargo, provocaba la pérdida del conocimiento .

Además, han puesto el foco en que esta droga es soluble en el agua, pero, sin embargo, aguantó durante horas en un sitio húmedo como la vagina, por lo que creen que había algo que la apelmazara y convertía el polvo en roca. «Desconocemos qué sustancia había en ese producto que se administraba», ha matizado uno de ellos, que la ha calificado como «mucho más peligrosa».

La Fiscalía pide 130 años de cárcel para Jorge Palma por una treintena de delitos, mientras las acusaciones solicitan la prisión permanente revisable . La defensa del acusado, que no declarará hasta el 6 de julio, exige la libre absolución. Los nueve miembros del jurado, según el calendario previsto, se retirarán a deliberar el día 13 del mes que viene . Hasta entonces pasarán por sede judicial un centenar de testigos, peritos y cuerpos de seguridad, para componer, de forma cronológica, el relato de los hechos que se prolongaron durante quince meses.

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