El dilema de Aragonès: entre la presión de la CUP y la ‘vía PSC’
Los socialistas ofrecen salvar los presupuestos catalanes negociando «sin líneas rojas»

Pere Aragonès llegó a la Generalitat con la única fórmula que ha conocido el gobierno catalán desde la aceleración del ‘procés’: una coalición ERC-Junts apuntalada (y condicionada) desde el Parlament por la CUP. Sin embargo, poco a poco parece menos probable que el ‘ ... president’ acabe el mandato de la mano de esta misma ecuación. Sin un horizonte de confrontación con el Estado, el soberanismo, mínimo común denominador de los tres partidos de la investidura, se antoja insuficiente para mantener la alianza durante mucho tiempo. Para este bloque con evidentes signos de desgaste, los presupuestos autonómicos de 2022 serán la primera prueba de fuego. En el PSC lo saben y esperan aprovechar el asunto para abrir grietas entre unos socios mal avenidos.
Desde hace semanas, el líder del PSC, Salvador Illa , ha emprendido una insistente campaña de presión para empujar a Aragonès a cambiar de compañeros de viaje. ¿Primer paso? Que el ejecutivo autonómico suelte amarras con la CUP y apruebe las cuentas catalanas del próximo año con los votos de los socialistas, acabando así con el tridente ‘indepe’ que marca los tempos en Cataluña desde 2016, momento en el que los antisistema aceptaron investir a Carles Puigdemont a cambio de que este emprendiera una fase de choque con el Estado.
Por ahora, PSC y ERC aún no han iniciado formalmente una negociación, pero Illa no baja los brazos. La fría situación contrasta con la afinidad entre sus partidos en Madrid, donde ERC no amaga demasiado su disposición a apoyar las cuentas de Pedro Sánchez . Mientras tanto, en Cataluña, no pasa un día sin que el exministro o alguien de su equipo renueve la oferta para ‘salvar’ las cuentas catalanas.
Con la primera fecha límite marcada para mañana, cuando el Govern aprobará los presupuestos internamente y los llevará al Parlament, Aragonès sigue haciendo oídos sordos a los cantos de sirena del PSC. De hecho, los republicanos dicen seguir confiando en la CUP aunque, escuchando a la formación en el último pleno del Parlament, las relaciones no parecen afinadas. En los últimos días, los anticapitalistas han ido subiendo el tono hasta criticar a ERC por perder el tiempo debatiendo los presupuestos del Estado. «¿No le parece una auténtica tomadura de pelo negociar con el PSOE basándose en incumplimientos?», lanzó la semana pasada la líder de la formación en el Parlament, Dolors Sabater . Los antisistema también acusan al presidente Aragonès de no saber «adónde va» y califican de «desgobierno» la situación actual en Cataluña.
A pesar de los reproches y el desprecio de los anticapitalistas hacia la estrategia pactista de ERC , fuentes republicanas explican a ABC que las negociaciones con los antisistema no se han detenido y, de hecho, han seguido activas durante el fin de semana. Tratando de mantener un perfil bajo, los republicanos confían en reconducir el asunto en el tiempo de descuento. Sin mucho que ofrecer en el plano ‘procés’, ERC espera ablandar a la CUP con ofertas sociales, como la implementación de la gratuidad total en la educación infantil (P2) o más fondos para vivienda pública. «Esperemos que no dejen pasar la oportunidad», resumen los republicanos.
Apartar el «extremismo»
En medio de este panorama, más ofertas del PSC para forzar la disyuntiva de Aragonès. Aunque dirigentes socialistas reconocen que ya no queda casi margen para pactar antes de que el proyecto pise el Parlament, confían en poder hacer la negociación ‘a posteriori’. «No hay líneas rojas», apuntan a ABC fuentes de la formación antes de confirmar que, por ahora, no ha habido contactos, llamadas o reuniones entre el Govern y la principal fuerza de la oposición.
Sin marcar condiciones irrenunciables (como reducir la propaganda de las denominadas ‘embajadas catalanas’ o los gastos superfluos del Govern, ambas promesas de Illa en campaña), el PSC quiere dejar sin argumentos a Aragonès para su negativa a una tramitación fácil y sin sobresaltos que alejaría a la CUP de la cocina económica de la Generalitat. «Durante la tramitación tendremos margen de introducir propuestas», añaden en el PSC tras apelar a su responsabilidad para no dejar las cuentas catalanas en manos del «extremismo» cupero. Con todo, en el Palau de la Generalitat esperan no tener que echar mano de los 32 diputados socialistas y siguen suspirando por un acuerdo de última hora con los antisistema, acuerdo que, además, debería ser validado por las imprevisibles bases de la formación, que ha prometido ya consultar a sus asambleas. Si a Aragonès se le atragantó su investidura por culpa de Junts, el calvario de sus primeros presupuestos corre ahora por cuenta de la CUP.
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