Daniel Sánchez, un pastor en la lucha contra los incendios
Este joven y su rebaño de 290 cabras y ovejas se han instalado junto a un barrio de Barcelona y protagonizan una prueba piloto para prevenir fuegos en la sierra de Collserola
Pastores milenial para combatir la despoblación en la Sierra Norte de Madrid
![El pastor Daniel Sánchez con su rebaño de ovejas y cabras, y la ciudad de Barcelona al fondo](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/07/11/pastor-bcn-R2VgelBFcVTveyob5kXy5gJ-1240x768@abc.jpg)
«La mayoría de pastores ni de coña se pondrían en mi lugar, incluso yo dudé». Daniel Sánchez Lobera abandonó en abril la vida tranquila de Sant Llorenç Savall (Barcelona) para subirse a una aventura un tanto rocambolesca, impensable para muchos de sus ... compañeros de profesión que viven, y trabajan, alejados de las aglomeraciones. Él y su rebaño de 290 cabras y ovejas han protagonizado una inédita prueba piloto para prevenir incendios en Collserola, la gran ladera de Barcelona.
Y es que el rebaño de Daniel es el único del mundo que ha vivido literalmente pegado a un barrio urbano, en este caso cerca del hospital de la Vall d'Hebron. Sus animales también han sido únicos en el área de Barcelona, que tiene prohibida desde hace sesenta años la ganadería. Ferran Pauné, experto en ecología pastoral y uno de los responsables del proyecto, detalla que las cabras y ovejas han sido forzadas, para que se entienda, a comer en determinadas áreas o hierbas y arbustos concretos.
Aquí no campan libres como tal y el pastor aplica una técnica, pensada previamente, para ir conduciéndolas por el monte. El resultado son suelos forestales más limpios y con una vegetación renovada, más verde y, por todo ello, menos inflamable.
Daniel, que tiene 36 años, nació muy cerca del barrio que le acoge aunque la vida le había alejado de la gran ciudad. Ser pastor no le viene de familia pero lleva ya seis años dedicado a este mundo y hace tres le regalaron el rebaño. «Tenía tiempo y aprendí a estar con vacas, ovejas y cabras y a manejarlas de manera diferente. El bosque está muy sucio y podían ser útiles», explica a ABC todavía desde el campamento.
Él y su rebaño se instalaron en un descampado que años atrás albergó un campo de fútbol. Los animales tenían un vallado con techo y él comía y dormía en una caseta de obras adaptada, con lo justo. Ni electricidad. Así, ha ido cargando el móvil en su coche, pero no lo ha usado tanto como quería porque, paradojas de la vida, la conexión a internet falla a pesar de estar en ciudad y ha tenido dificultades para mirar YouTube o actualizar su cuenta de Instagram (happyxais.savall). Algún día ha «bajado» a cenar con la familia. Y, preguntado por su vida de pastor, tiene claro que «como todo, es dura para quien no la quiere».
«La mayoría de gente vive atada; yo tengo la suerte de seguir sintiéndome libre»
Daniel Sánchez
Reconoce que la misión no ha sido fácil, sobre todo psicológicamente. «Empiezo a estar un poco harto del calor y de la gente, aunque sé que esto es lo que hay al estar en un entorno urbano», confesaba con resignación. Obvio es, han sido la novedad de la temporada y han tenido visitas de todo tipo: desde excursionistas sorprendidos a curiosos que acudían allí adrede, algunos saltándose las vallas o tocando a los animales, o jabalíes que se han enfrentado a sus perros. Por eso, tiene claro que si vuelve el año que viene lo hará con alguna lona que le dé más intimidad. «Al final yo y el ganado vivimos aquí y tenemos que estar tranquilos», relataba.
A Daniel también le ha molestado la luz, más que el ruido. Desde su campamento se escucha el runrún continuo de los coches que pasan por la Ronda de Dalt. Pero se acostumbró. No tanto a la luz que desprende la ciudad y, sobre todo, a los focos que alumbran el único edificio que tiene cerca ni tampoco a los pájaros que, quizás por esta iluminación, se pasan la noche cantando, incluso antes de que salga el sol. A pesar de esto, no ha dejado de ser feliz con su trabajo: «La mayoría de gente vive atada, aprisionada; yo tengo la suerte de seguir sintiéndome libre», sentencia.
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