El año teatral: diez obras 10 de 2010
De «Agost» a Daulte pasando por Poncela, el año recién despedido ha sido rico en emociones escénicas
Son los diez montajes que este crítico ha disfrutado este año sin otra consideración que la subjetividad del espectador y sin otra servidumbre que la orientación para el lector avisado. Lo de las relecturas, transgresiones y experimentaciones innovadoras lo dejamos para otro día y en otro lugar. Recordemos lo mejor y, en estos días navideños, olvidemos lo peor (que lo hubo en generosas proporciones…).
1. «Un déu salvatge»
Reconciliación con Yasmina Reza, después de un periodo bastante gris de la autora de «Arte», gracias a esta historia de batalla tribal entre dos parejas que defienden a sus respectivos vástagos. De las dos mujeres, destacaremos una soberbia Roser Camí entre un reparto dirigido con pulso firme por Tamzin Towsend sobre la traducción de Jordi Galceran.
2. La Caperucita de Daulte
Carol López inauguró la dirección de la Villarroel con esta refocilante interpretación del clásico cuento de Perrault. Lo de «menos lobos Caperucita» no casa con «Tres dones i un llop», hilarante relectura de Javier Daulte con una abuela hospitalizada (Amparo Moreno) una madre alcoholizada (Carme Pla) y una nieta (Mireia Aixalà) acechada por un lobuno y discotequero Roger Coma.
3. Veronese nunca falla
Si en montajes anteriores abordó a Chéjov, Daniel Veronese dedicó el 2010 a su díptico ibseniano: pimero fue «El desarrollo de la civilización venidera», sobre «Casa de muñecas» y luego «Todos los gobiernos han evitado el teatro íntimo», o la ascensión y caída de la «superhembra» Hedda Gabler. Teatro en estado puro, lo más cercano a la verdad de la vida con el carismático Fernando Llosa encabezando un plantel interpretativo que participa de la ironía inteligente del director argentino.
4. Los recuerdos de Ivanov
Pep Tosar sigue luchando para que el Círcol Maldà sea el escenario de ese «teatro íntimo» que, parafraseando al gran Veronese, todos los gobiernos pretenden evitar. Inspirada en una obra mal llamada «menor» de Chéjov, la recuperada «Molts records per a Ivanov» conjuga las reflexiones del autor ruso con las trágicas premoniciones de Pasolini en 1974, poco antes de ser asesinado en la playa de Ostia: la música la ponen los Pink Floyd de «Wish you were here» y Simon & Garfunkel.
5. El mejor Calderón
Eduardo Vasco en la dirección y Rafael Pérez Sierra, con atinada adaptación textual, le pusieron caballete de lujo a «El pintor de su deshonra» calderoniano. Drama de honor ambientado en una Barcelona carnavalesca, la obra no se limita a la frase sentenciosa y cultiva un atractivo vaivén entre la comedia y el drama, con una viola de gamba que dialoga con los personajes.
6. El honor de Jardiel
Los que pretenden arrumbar en el olvido al gran Jardiel Poncela se quedaron con la boca abierta con la versión de Pérez de la Fuente sobre «Angelina o el honor de un brigadier»: hora y media de risoterapia con Chete Lera como brigadier corneado al unísono por su esposa (una Soledad Mallol cargada de virtudes) e hija y un Jacobo Dicenta que le pone voz a la coña versificada sobre sofás tapizados con frases del Tenorio.
7. De Filippo en la Biblioteca
Si Sergi Belbel consiguió transmitir al mejor De Filippo en «Dissabte, diumenge, dilluns», Oriol Broggi aprovecha la vena cómica de «Natale in Casa Cupiello» (ahora de nuevo en cartelera) y «Questi fantasmi», un cóctel hispano-napolitano que hace del adulterio un hilarante asunto paranormal. No pierdan de vista al gran Toni Laudadio, actor en la mejor tradición neorrealista, aquellos tiempos en que reinaban Vittorio De Sica y el desternillante Toto.
8. Homenaje al maestro
En la memoria teatral de Barcelona no puede faltar la obra del director Esteve Polls que cumple 58 años de dedicación profesional desde que comenzó a trabajar en el Romea con Josep Maria de Sagarra. Polls retornó a los escenarios con «Jugant amb Molière», delicioso compendio de Juan Antonio Castro sobre las mejores piezas del gran Jean Baptiste Poquelin. Cien minutos de sabia y pedagógica relectura dirigidos con la solvencia veterana que dejaron en el público un buen sabor de boca. Gràcies mestre!
9. Más amigos argentinos
Josep M. Pou está demostrando como director del teatro Goya que existe una franja de teatro comercial y de calidad que hasta ahora no había sido explotada debidamente. Dos buenos ejemplos de este año teatral son la ya citada «Un déu salvatge» de Yasmina Reza y la «Baraka» de María Goos: cuatro amigos que son cuatro argentinos de pura sangre y una montaña rusa por la que se desparraman los demonios de juventud. Como afirma Jorge Marrale en su magistral interpretación de un excocainómano: «El mundo es maniaco o depresivo; o maniaco y depresivo».
10. El «Agost» de Belbel
Si el año pasado por estas fechas Sergi Belbel se ganaba el aplauso de crítica y público por «El ball» de Irene Nemirovsky, su dirección del «Agost» de Tracy Letts está llamada a ser la obra del 2010. Cuatro horas de catarsis familiar con una Anna Lizaran en estado de gracia. Como en «El ball», la Lizaran vuelve a ser esa Reina Madre tan capaz de arrastrar las erres y masticar las consonantes verbalizando su dominio del personaje como de revelarse en toda su vulnerabilidad de una mujer acechada por el cáncer y la soledad. Lástima que las representaciones finalicen el 23 de enero y el montaje no puede irse de gira para rentabilizar tanto esfuerzo creativo como de producción teatral.
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