Barcelona está arrestada

Barcelona se precipita inevitablemente a ser una ciudad de segunda. Una ciudad que ha perdido el liderazgo internacional y que ha dejado de ser la ciudad más potente del Estado. Madrid ya nos supera en PIB en más de dos puntos. Nuestra querida ciudad ha sufrido dos grandes problemas: el furor del independentismo de los contenedores quemados, que ha alejado inversiones internacionales y ha perjudicado la Marca Barcelona, y la decadencia del Gobierno de Ada Colau y Jaume Collboni.

Cada vez son más las voces que piden un cambio urgente de la ciudad, que es completamente necesario. No olvidemos que, por primera vez en la historia, la gestión del Gobierno municipal se ha convertido en la segunda preocupación de la ciudadanía, según el barómetro que elabora cada seis meses el propio Ayuntamiento de Barcelona. Hay una profunda decepción con Colau. Se pensaba que acabaría con los desahucios y Barcelona es la ciudad que más tiene de todo el Estado; se pensaba que acabaría con la inseguridad y la ciudad es hoy más insegura que nunca. Y, lo que faltaba: se pensaba que instauraría una manera tremendamente transparente y democrática de gobernar, y a las primeras opiniones en contra las tapa con censura y blindando hoy mismo la plaza San Jaime para evitar una nueva pitada en el pregón de la Mercè. Y lo hace la alcaldesa que impulsaba escraches y que abanderaba la libertad de expresión.

Colau tiene a Barcelona arrestada bajo su ideología comunista y ‘progre’. Una ideología que no deja avanzar a la ciudad, que no la deja crecer, que la tiene sucia, insegura y pobre. Todo con el apoyo de Collboni y el PSC, por supuesto. La decadencia sigue avanzando por las calles de nuestra querida ciudad, pero estamos a tiempo de frenarla, y lo haremos echando lo que la ciudadanía percibe como un gran problema: Colau y sus políticas.