Una Cataluña real

Resuenan los ecos de la visita de los Reyes a Girona la semana pasada, el plante de la Generalitat y de la alcaldesa. En medio de toda la sinrazón político-social que se vive en esta tierra, resuenan las palabras de Felipe VI abogando por una «Cataluña de todos y para todos». Pero a quienes piden diálogo y se van al otro lado de Atlántico esgrimiendo altas dosis de victimismo y lanzando toda la retórica de insidias que empieza por los «presos políticos» y acaban con lo del «pueblo oprimido», eso de la «Cataluña de todos y para todos» les suena como un ataque hacia su sentir supremacista y sectario.

Hace unas semanas, Felipe VI acudió a la madrileña plaza de toros de Las Ventas para presidir la tradicional Corrida de la Prensa, y allí fue recibido entre ovaciones y grandes muestras de cariño. Hace más de un siglo, sus bisabuelos Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia, ocuparon el palco de honor de la entonces flamante y recién inaugurada plaza de Las Arenas. Quince mil personas llenaron el coso de la barcelonesa plaza de España para aclamar a sus Reyes, y otros miles quedaron fuera porque el recinto se quedó pequeño para la desde entonces denominada Corrida Regia. Tendidos engalanados, y la plaza un clamor.

Aquel día de la primavera de 1908 forma parte ya de la historia de la Ciudad Condal, como tantas y tantas visitas de los Reyes a una Cataluña real, de realidad, que siempre ha respondido con afecto a sus monarcas, de esa Cataluña «de todos y para todos» ante la que muchos vuelven la cara. En Barcelona se han escrito páginas muy importantes de la historia del toreo, y no en un solo ruedo. La Barceloneta, Las Arenas y La Monumental coincidieron con sus puertas abiertas en los primeros años del siglo pasado, pero aún se data otra plaza fija en Sant Andreu a finales del XIX, además de otras portátiles. En esos cosos se escribió también la historia de Cataluña, que muchos ahora querrían borrar.