AJUSTE DE IDEAS
Artur Mas abre camino
En plena campaña electoral, Artur Mas decidió aparcar el manual básico de supervivencia del político profesional y dejó claro que, aunque ardan las calles, no hay marcha atrás
Sin menoscabo del triunfo de Mariano Rajoy y de la candidatura encabezada por Josep Duran Lleida, el vencedor moral de las elecciones del pasado domingo ha resultado ser el presidente de la Generalitat, Artur Mas. Si los populares han obtenido un amplio aval para aplicar una política restrictiva de la que aún se desconocen los detalles más cruentos, el dirigente nacionalista —tijera en mano desde hace meses y con el sector sanitario en pie de guerra— ha logrado el más difícil todavía: el discreto aplauso de más de un millón de catalanes.
El resultado electoral de CiU no se fundamenta en un estado de ánimo ni en la credibilidad de la palabra dada, sino que se asienta sobre lo que ya es una dolorosa realidad en Cataluña, es decir, en una política de recortes, sacrificios y ajustes que permita cumplir los objetivos de déficit impuestos por Bruselas. En plena campaña electoral, Artur Mas decidió aparcar el manual básico de supervivencia del político profesional y dejó claro que, aunque ardan las calles, no hay marcha atrás. «En el pasado, aquellos que hacían más ruido conseguían más concesiones; ahora —advirtió sólo unos días antes de los comicios— con ruido y gritos no se conseguirá una disponibilidad de recursos públicos que no tenemos, porque están destinados a pagar deuda e intereses».
Ya lo ven; para conectar con los ciudadanos bastaba con decir la verdad y actuar en consecuencia. Tantos asesores, cargos de confianza, hacedores de informes, expertos en comportamiento electoral y gurús del márketing político viviendo todos ellos de los recursos públicos, y bastaba con decir la verdad. Con su autoridad reforzada, Artur Mas compareció ayer en rueda de prensa para anunciar nuevos y probablemente necesarios sacrificios en 2012. En cualquier caso, nos lo pondrá a todos mucho más fácil si, entre recorte y recorte, no pierde de vista que muchos de los votos recogidos el domingo por Duran no tienen más ideología que la esperanza y el miedo (el miedo a perder el trabajo o los ahorros) y, de resultas de ese análisis, es capaz de resistir la tentación de mezclar el déficit fiscal con la transición nacional.
También sería de desear que el ritual de exhibición de poderío y plumaje entre CiU y PP no se prolongara más allá de una o dos semanas. Si, pese a que nadie les obliga, han decidido entenderse por el bien de Cataluña y del resto de España, cuanto antes lo asuman, mejor para todos.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete