shambhala
Nobu huye de Sevilla
Un país crece si tiene buenos empresarios que le den sentido y misión. Un país crece si los empresarios exigen a los políticos y no al revés. Pero un país no crece si Nobu se tiene que ir de Sevilla
Artículos de Salvador Sostres en ABC
![Hotel Nobu, en Sevilla](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/08/27/DAMBin_20240827143613-R85Hc2tT9QBBZQK51I8ttXM-1200x840@diario_abc.jpg)
Nobu ha decidido abandonar su aventura sevillana en la Casa Palacio Castelar debido a los constantes impagos de las 'fees' por parte del operador del hotel, Pedro Molina, CEO y fundador de la cadena de hoteles Mercer. Molina pagaba una renta de 620.000 ... euros anuales al fondo Milenium, propietario del inmueble, y tenía el compromiso de pagar un 10% de las ventas del restaurante y un 3% de las ventas del hotel a Nobu por utilizar su nombre.
Nobu considera que lo adeudado por Molina está por encima del medio millón de euros, pero sin llegar al millón, y que es una cifra irrisoria en comparación al valor de la compañía; pero ha preferido retirarse a iniciar una batalla judicial justo cuando LVMH (Louis Vuitton Moët Hennessy), acaba de pagar 188 millones de euros por el 20% de la marca y tener un litigio abierto podría complicar una futura venta -a LVMH o a cualquier otro grupo- de esta empresa cuyo valor estimado, con todas las aperturas previstas para lo que queda de 2024 y lo que está firmado para 2025 y 2026, es de 1.300 millones de euros.
La apuesta de Nobu por Sevilla era a medio plazo, según el cálculo de que en uno o dos años la ciudad llegará a vender la habitación de hotel al mismo precio que San Sebastián. Nobu Sevilla era ya un éxito en el negocio hotelero si bien es cierto que al restaurante le estaba costando un poco más arrancar, aunque la progresión estaba siendo satisfactoria.
Pedro Molina tiene por lo menos diez demandas de sus trabajadores, a los que ha tratado con muy poca delicadeza desde que empezó la colaboración. A ello hay que añadir una falta de lealtad empresarial que más que indignar ha sorprendido, por insólita, a Nobu. Hace unos meses, Nobu Londres cerró un evento con Aston Martin que ocupó el 100% de Nobu Sevilla durante dos semanas pero Molina facturó a la empresa automovilística a través de otra de sus empresas para no tener que pagar el 'fee' correspondiente a Nobu.
De ninguna manera Nobu se habría marchado por voluntad propia de la capital andaluza, ni porque su apuesta no estuviera funcionando, pero como ya le sucedió con el socio que tuvo en la calle Marbeuf de París, y en cierto modo con Jordi Mestre en Barcelona, no acertó a la hora de elegir al empresario local. Nobu Barcelona es hoy un muy buen negocio pese a la escasa inversión del fondo alemán ASG que lo regenta, compensada por el esfuerzo y dedicación del equipo humano. Nobu Ibiza y Nobu Marbella son las apuestas españolas más triunfales también en parte por la visión y la calidad de la familia Shamoon, propietaria de ambas concesiones. Las obras en Alcalá, 40, de Nobu Madrid continúan avanzando pero no tan rápidamente como la empresa querría y se espera su apertura para 2026.
La calidad empresarial es un deber mucho más importante que cualquier otro en la pirámide laboral. Que Pedro Molina falle a sus trabajadores dándoles un trato poco agradable, en ocasiones mezquino, y siempre con muy malas formas es trágico. Es una tragedia mucho más grave que un empleado que se coja una baja por motivos ficticios o incluso que robe algo del hotel.
Un empresario ha de liderar, ha de inspirar, ha de crear una Sevilla, una España, un mundo mejor con su trabajo y su compromiso con sus trabajadores. Sólo así puede merecer la dignidad de que le consideremos un empresario. Un empresario que no paga las cuotas o royalties a sus socios tampoco es un empresario.
Siempre he defendido que España trata mal a sus emprendedores, y que esto es un mal asunto. No porque crea que los empresarios no tengan que rendir cuentas, o no tengan que pagar impuestos, o que puedan hacer lo que les venga en gana. Precisamente porque creo en los grandes empresarios que trabajan para mejorar la sociedad con su riesgo, sus conocimientos y su visión; precisamente porque pienso que un empresario, como cualquier persona importante, tiene muchísimos más deberes que derechos, es de país espiritualmente pobre, zafio e inculto canalizar sus frustraciones a través del odio antiempresarial. Es el rebote de una sociedad impotente y atrasada.
Un país crece si tiene buenos empresarios que le den sentido y misión. Un país crece si los empresarios exigen a los políticos y no al revés. Pero un país no crece si Nobu se tiene que ir de Sevilla porque su socio local no le paga. Un país no crece si los trabajadores del hotel acaban asqueados con su patrón hasta el punto de demandarlo. Un país no crece cuando la labor de tantos y tantos buenos empresarios queda empañada por las malas artes de uno solo, y estas malas artes sirven al atavismo español para retroceder una vez más al fanatismo anti empresarial y da a los trabajadores más vulnerables la sensación de que nadie cuida de ellos.
Claro que hay que pagar, entre todos, unos servicios sociales que cubran un mínimo bienestar, sobre todo concentrado en la educación y la sanidad. Pero esto no es lo que da esperanza a las personas menos favorecidas. Esto les permite -y a duras penas- flotar. Lo que les da fuerza, lo que les cambia la mentalidad es algo en lo que creer, algo que les permita creer en sus capacidades, alguien que les muestre y les comprometa en el camino por el que con su buen trabajo y duro empeño pueden también ellos crear un mundo mejor para su familia y para todos. Y esto es lo que tiene que hacer un empresario, y cualquier trampa o cualquier subterfugio en este deber fundamental es una traición.
Nobu es un negocio de restaurantes y hoteles y por supuesto su prioridad es la de ganar dinero. No existe ningún negocio que no tenga el objetivo primordial de ganar dinero. Pero si Nobu no se basara en una idea de felicidad, en el propósito noble de hacer felices a sus clientes; si en el corazón de Nobu no estuviera la dura historia de su chef y cómo Robert de Niro trató de ayudarle cuando no tenía dinero, todo lo demás no funcionaría o lo haría de un modo mucho más mediocre. No todo el mundo encaja trabajando en Nobu pero casi todo el mundo tiene su oportunidad y la empresa está organizada de tal manera que si te esfuerzas y demuestras buena voluntad, tendrás siempre asegurado tu lugar. Si Nobu no tuviera esta manera de incorporar a todos tampoco habría llegado a ser una de las marcas más respetadas y queridas en el sector, tanto por el público como por sus competidores.
Los hoteles Mercer algunos están muy bien y el de Barcelona detrás de la Catedral es encantador, aunque racanea incomprensiblemente con el aire acondicionado especialmente en las zonas comunes. Lo que quiero decir es que no se trata de hacer al señor Molina una enmienda a la totalidad, ni de decir que todo lo hace mal, porque ni es verdad ni el objetivo es encerrarlo en sus defectos sino más bien convocarlo con todas sus virtudes, que las tiene, y que España necesita tanto como las de cualquier otro empresario. Pero ha de saber que sin un compromiso serio con la creación empresarial y con su deber como líder social, todos se le acabarán marchando, como le ha sucedido con Nobu y sus trabajadores sevillanos.
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