Palabra de negociador para salvar vidas contra reloj
Violentos ajustes de cuentas o negocios frustrados, son algunas de las historias tras los secuestros resueltos por la unidad de los Mossos que comanda el subinspector De la Rosa
Los Mossos frustran el secuestro de un hombre y una mujer en un piso de Barcelona donde había «herramientas y armas»
![El subinspector De la Rosa (derecha) tras la liberación de dos ciudadanos chinos, secuestrados en un piso de Barcelona, en febrero de 2023](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/12/31/secuestro-mossos-zona-alta-RIE100pZbDTHUP76ok6O8FM-1200x840@diario_abc.jpg)
Una mujer de 59 años, retenida y violada en su propia casa por tres individuos con los que su marido había contraído una deuda de 250.000 euros. Ocurrió en Salou (Tarragona), en marzo de 2012, cuando acudieron al domicilio para intentar cobrar, pero ... el esposo había viajado a Senegal para solventar los problemas de su empresa, dedicada a la exportación de pescado. A la víctima le dijeron que por cada día que pasase hasta cobrar le cortarían dedos y orejas para enviárselas a él. Pero, en un momento de despiste de sus captores, consiguió llamar a su hija, que alertó a los Mossos y su unidad de élite, el Grupo Especial de Intervención (GEI), la liberó poco antes de que venciera el plazo que los secuestradores habían fijado para recibir el dinero.
Fue tras la crisis del ladrillo cuando los secuestros pasaron de darse entre organizaciones vinculadas al tráfico de hachís –habitual a principios de los 2000 en Cataluña– a emplearse también para reclamar el pago de deudas, explica a ABC el subinspector De la Rosa, al mando de la unidad de la Policía catalana que salva vidas contra reloj.
De raptos protagonizados por bandas, en aquella época, de origen norteafricano, que habían sufrido robos de alijos por parte de un clan rival –los denominados 'vuelcos'–; con las dificultades económicas proliferaron los secuestros por impagos. Fue lo que le ocurrió a un matrimonio de geólogos de Sabadell (Barcelona), de 72 años. Les retuvieron cinco individuos tras un negocio fallido con unos napolitanos para invertir en diamantes. Primero los extorsionaron, y finalmente los retuvieron contra su voluntad en un piso, hasta que los Mossos consiguieron liberarlos, arrestando primero al sujeto que vigilaba el inmueble y, posteriormente, a los cuatro restantes, en mayo de 2020. Algunos habían huido a Granada.
«Todo policía es un negociador. En nuestro caso, lo hacemos de forma más pautada y ante incidentes críticos»
Subinspector De la Rosa
Jefe de la Unidad de Secuestros y Extorsiones de los Mossos
La Unidad de Secuestros y Extorsiones del Cuerpo catalán se creó como tal en 2007 y, con el paso de los años, y formación del FBI, pasó a contar también con especialistas en negociación para solventar los denominados incidentes críticos. «Una persona que se atrinchera o una toma de rehenes», ilustra De la Rosa, que apunta que con los movimientos migratorios es habitual que se importen otras metodologías, por lo que resulta vital compartir información con otras Policías. «Los secuestros existen desde que existe el ser humano, pero se van adaptando a los avances. Hoy en día podemos tener casos en los que el pago se exige en criptomonedas», detalla el especialista, que recuerda -tal y como reflejó en sus tesis- que la negociación como tal nació en 1971, tras la rebelión de los prisioneros de la cárcel de Áttica (Nueva York).
![Imagen principal - Arriba, dos agentes de la Unidad de Secuestros, en Égara, complejo central de los Mossos. Debajo, entrada del hotel de Barcelona donde retuvieron a un huésped. La Policía catalana detuvo, aún armado, a uno de sus captores, en junio de 2022. Por último, agentes del GEI tras el asalto al piso de la calle Amigó, donde liberaron a dos asiáticos, en febrero de 2023](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/12/31/agentes-unidad-secuestros-mossos-U63210483051tkD-758x470@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Arriba, dos agentes de la Unidad de Secuestros, en Égara, complejo central de los Mossos. Debajo, entrada del hotel de Barcelona donde retuvieron a un huésped. La Policía catalana detuvo, aún armado, a uno de sus captores, en junio de 2022. Por último, agentes del GEI tras el asalto al piso de la calle Amigó, donde liberaron a dos asiáticos, en febrero de 2023](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/12/31/secuestro-hotel-atrium-U80853672772oiL-464x329@diario_abc.jpg)
Esa metodología que adoptó el FBI; «un manual con unas líneas muy básicas», indica el subinspector, desde la escucha activa al diálogo para intentar que la persona cambie de comportamiento -«sí, hay que ser un poco psicólogo», admite- se aplica a cada realidad social. «Es un trabajo en equipo, nos coordinamos con seguridad ciudadana, que son los primeros que llegan, con el jefe del dispositivo e intentamos comunicarnos con la persona por todas las vías posibles». Hay situaciones en las que negociar se descarta. «Por ejemplo, cuando hay un tirador activo, y lo que pretende es matar al mayor número de personas posibles», indica. Uno de los roles más importantes del equipo es el del gestor de datos: quien intentará hacer una perfilación indirecta del sujeto que protagoniza el incidente crítico. Desde su posible historial delictivo a lo que comparta en sus perfiles de redes sociales para «abordar de manera satisfactoria la comunicación».
Por ejemplo, «si se trata de alguien con aversión hacia las mujeres, que ha ejercido la violencia machista, trataremos de abordar la conversación sin tocar ese aspecto, porque podría hacer aumentar la violencia. O, si presenta rasgos narcisistas, tendrás que entrarle con un tono más bajo. Lo que debemos intentar es rebajar el plano emocional e ir hacia el racional, sin que se ponga nervioso». Por eso De la Rosa quiere en su unidad a personas ágiles mentalmente «por encima de cualquier titulación». «Creo firmemente que todo policía es un negociador. Cualquier agente resuelve conflictos con la palabra. De una discusión de tráfico a otra entre vecinos. Separamos a las partes e intentamos suavizar la situación de la mejor manera posible. Sólo que en nuestro caso, lo hacemos de forma más pautada y en situaciones críticas», apunta el jefe de la Unidad de Secuestros.
Su resolución evitando la fuerza, como ya avanzaba el subinspector, es lo más deseable, aunque no siempre posible. En junio de 2022, los Mossos liberaron a un hombre retenido en un céntrico hotel de Barcelona y, en el mismo alojamiento, detuvieron a uno de sus captores, aún armado. En aquella ocasión se evitó el asalto del grupo de élite, no así en febrero del año siguiente, cuando la intervención quirúrgica del GEI, con granadas aturdidoras y sus preceptivas detonaciones, en cuestión de segundos permitió liberar a un hombre y una mujer, de origen chino, retenidos en un piso de la calle Amigó y arrestar a sus tres captores, también asiáticos. En aquella ocasión, las víctimas no mediaron palabra palabra con los investigadores, lo que lastró las pesquisas.
Las 24 horas
De la Rosa recuerda otro caso, el de un hombre con un brote psicótico que se atrincheró en Manresa (Barcelona) con su hijo menor. «Cuando no podemos asegurar que el niño está bien, yo, como negociador, digo 'hasta aquí puedo llegar' y el jefe del dispositivo decide asaltar el domicilio. Pero también supone un riesgo», admite.
Hasta la fecha, la unidad que comanda no ha tenido que lamentar ningún fallecido. Su tasa de resolución es del cien por cien, y la media de secuestros que se registran en Cataluña cada año supera la decena. Cifra que aumenta si se añaden también otros incidentes críticos que solventa la unidad del subinspector. «Me gusta pensar que es una de las más reactivas del Cuerpo, porque es un servicio 24 horas. Ahora estamos hablando aquí y quizá en 10 minutos haya un incidente», advierte.
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