Jordi Canal: «Barcelona sigue siendo una rosa de fuego potencial»
El historiador, que ha publicado el libro 'Los colores de la política en la España contemporánea', recuerda que el amarillo «siempre ha sido el color de la traición»
Jordi Canal: «El nacionalismo se cargó la Cataluña cosmopolita que cristaliza en 1992»
El historiador Jordi Canal recuerda la larga tradición de movimientos insurreccionales o revolucionarios que ha protagonizado Barcelona, desde los disturbios o bullangas de hace un siglo pasando por la Semana Trágica, sin olvidar los atentados anarquistas, y el pistolerismo, los agitados años 36 y 37, acontecimientos con los que la capital catalana se granjeó el apelativo de «Rosa de fuego» y que rememoró en las revueltas y quema de contenedores más recientes con motivo de las sentencias del juicio por el 1 de octubre.
El autor del libro 'Los colores de la política en la España contemporánea' (Marcial Pons) considera que «Barcelona sigue siendo una rosa de fuego potencial, ahora representada por la permisibilidad ante ciertos movimientos antisistema como la okupación y todo eso mezclado con lo que queda del procesismo que sigue presente y que en cualquier momento puede reproducirse».
A juicio de Canal, por esa «larga tradición revolucionaria e insurreccional, Barcelona es tan atractiva para los antisistema europeos, puesto que la capital catalana está llena de este tipo de simpatizantes italianos y alemanes que ponen en práctica sus ideas revolucionarias en esta ciudad».
En declaraciones al programa 'Converses' de Cope Cataluña y Andorra con la participación de ABC, Canal ha calificado los dos mandatos de la alcaldesa Ada Colau en Barcelona como «un desastre y conviene decirlo claramente». Argumenta que la ciudad «ha perdido muchos puntos a nivel nacional e internacional» y que ha conseguido tener tanto apoyo «evidentemente por su vinculación con el independentismo, porque ha sido ambigua o abiertamente partidaria del separatismo».
Elección poco meditada
Preguntado sobre el color amarillo del movimiento independentista, Canal recuerda que «el amarillo siempre ha sido un color negativo, y es el color de la traición». El historiador cita algunos ejemplos, como el hecho de que «Judas viste de color amarillo en algunas de las representaciones católicas».
«También existe el miedo al amarillo (oriental), es el color de la estrella nazi y hablamos de los sindicatos amarillos y la prensa amarilla, entre otros». Teniendo en cuenta esto, el historiador opina que la elección del amarillo para el movimiento independentista no fue muy meditada, sino que «se pudo originar en una charla durante un café».
El profesor e investigador en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París considera que con el color naranja, Ciudadanos (Cs) «había creado un relato interesante, porque era la fusión de la bandera española y también de la catalana». Canal explica que «no era el rojo de la izquierda ni el azul de la derecha; el naranja era un buen relato porque ese color nadie lo ocupaba».
Añade que «el naranja es visto como un color que transmite frescura, es amable y no provoca rechazo». Preguntado por si Cs acierta reduciendo la presencia del color naranja en su nuevo logotipo, Canal ha afirmado que en pleno siglo XXI no se hace un cambio de este calibre si no hay un estudio del equipo de 'marketing' detrás que asegure que la reforma es positiva. Sin embargo, Canal sostiene que «es preferible un cambio de discurso que un cambio de símbolos».
Anacronismos
El color rojo intenso identifica a la izquierda, el azul es en general el color conservador y sobre el color morado adoptado por Podemos, Canal asegura que «también es un buen relato, porque afirman que son de izquierdas, pero no son rojos». «Lo escogen porque tiene parte de rojo y lo combinan con los valores republicanos y también con el violeta feminista», explica. «Viene a ser un rojo puesto al día, modernizado», añade el historiador.
Estas reflexiones quedan recogidas en el último libro que acaba de publicar Jordi Canal, Los colores de la política en la España contemporánea, un ensayo que abre el propio Canal, con una extensa y documentada introducción, y en el que coordina el trabajo de nueve historiadores. En el libro se recuerda que desde finales del siglo XIX en Europa el color preferido es el azul, seguido muy de lejos por el verde.
Para Canal «es posible hacer historia y reconstruir la historia a partir de cualquier cosa». A su juicio, no hay elementos pequeños o grandes, como demuestra la historia a través de los colores, «como también podría ser a través de la alimentación o la bebida». En este punto, recuerda que Francia tiene un libro de historia a partir de los bustos de Marianne, la representación de la libertad, que aún aparece en monedas y sellos franceses. Canal señala que Marianne «primero estaba en combate hasta la tercera república, luego alcanzó el poder y más tarde Brigitte Bardot le pone la cara como banalización de la república».
A juicio del historiador, en su profesión «tenemos la obligación de explicar la historia a partir de lo que realmente preocupaba a la gente del pasado, no de nuestros problemas de ahora, porque supone un anacronismo». También, añade, el historiador debe hacer «un esfuerzo para comunicar con el público, porque hay hambre de historia y durante muchas décadas hemos sido incapaces de hacerlo. Es gran asignatura del siglo XXI», concluye.
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