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Un juguete y la banda sonora de una película acorralaron a un violador de niños de tres a 10 años

La Policía aisló imágenes fragmentadas para obtener la identidad del sospechoso que grababa las agresiones y las subía a canales pedófilos

Prisión para un pederasta de Barcelona que ofrecía dinero y drogas a sus víctimas

Agentes custodian al pederasta detenido en Barcelona POLICÍA NACIONAL
Cruz Morcillo

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«Déjame al niño que lo pasará muy bien conmigo». «Tranquilo, compadre, que yo lo recojo del colegio». Con frases similares Lucio, de 41 años, se ganaba la confianza de conocidos y familiares para acceder a sus hijos. Algunas de estas personas acababan de llegar a España; otras se habían trasladado a Cataluña y les venía bien tener un amigo.

Pero el tipo afable al que llamaban ‘padrino’, dado el grado de familiaridad, era en realidad un pederasta obsesionado con niños muy pequeños. Agentes de la Policía Nacional lo detuvieron el pasado día 11 en Sitges (Barcelona) como presunto autor de agresiones sexuales al menos a seis críos, de entre tres y diez años.

Algunos sufrieron violaciones continuadas, otros tocamientos y a un tercer grupo los grababa desnudos. Sus preferidos eran los que tenían entre cuatro y ocho años. Todas esas imágenes aberrantes acabaron en la ‘deep web’, esa red oscura en la que delincuentes de todo pelaje han encontrado su santuario de impunidad.

El inicio de la operación Lucero, acrónimo de la identidad del sospechoso, de origen boliviano pero ya nacionalizado, fueron vídeos y fotos de las agresiones halladas en varios canales pedófilos. Se colgaron en ICSE, la base de datos de Interpol sobre explotación sexual de niños en la que policías de más de 68 países comparten información. Los agentes de la Unidad de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional, especializados en este tipo de abusos, identificaron en una imagen un cochecito de juguete como los de policías locales españoles.

Fue el primer acierto. El segundo se logró tras aislar un fragmento musical que se escuchaba en otro de los vídeos. Era la banda sonora de la película ‘El clan de los rompehuesos’ y el doblaje estaba en español. Siguieron. Tercera pista: unas fotografías en las que aparecía parcialmente el exterior a través de una ventana. El individuo adoptaba la máxima precaución y nunca aparecía en esas grabaciones, de escasa calidad, que han requerido sofisticadas técnicas de reconocimiento visual.

El rastro de la ventana era importante pero complejo determinar dónde se encontraba. En paralelo, los investigadores basándose en la forma de hablar y en algunos modismos característicos empleados en la red Tor más el cruce con fuentes abiertas redujeron a cinco o seis los sospechosos. Averiguaron dónde había vivido cada uno de ellos en los últimos años hasta dar con un candidato.

La ventana, vía Google maps, se logró situar en el edificio buscado, un piso de Sant Pere de Ribes (Barcelona) donde Lucio había vivido bastantes años. «Ya teníamos el convencimiento de que era él pero había que centrarlo del todo», explican a ABC fuentes de la investigación.

El análisis de imágenes no cesó, las trataron una y otra vez hasta dar con el detalle mínimo que pudiera ayudar. Descubrieron que el sospechoso tenía una microcicatriz en forma de V en un nudillo de la mano; vieron un fragmento de su pelo, de un ojo y una ceja. Las cejas estaban muy pegadas al párpado, eran peculiares, distintivas.

El día de Reyes, 5 de enero, comenzaron a someterlo a una vigilancia exhaustiva. Se había mudado de Sant Pere a Sitges donde trabajaba como mensajero y repartidor y compartía piso con un hombre, ajeno a sus fechorías. El día 11 acordaron detenerlo. Se estaba quedando al cuidado de un crío de cinco años, hijo de unos conocidos, y los agentes temblaban solo con la posibilidad de que ese pequeño fuera el siguiente de la lista. Lograron impedirlo.

Dos lo han contado

Durante el registro de la vivienda, los policías hallaron abundantes rastros del acceso del individuo a la ‘dark web’, incluidos enlaces a foros secretos y mucha pornografía infantil poco conocida y descargada de esos lugares. Le intervinieron cuatro discos duros, tres tarjetas de memoria, un teléfono móvil y una cámara de acción; el juez lo envió a prisión sin fianza.

Hay seis víctimas identificadas en las grabaciones: dos, de tres y siete años a las que violó; otra de la misma edad sometida a tocamientos, y dos más de ocho y diez años, a las que fotografió desnudas. Se ha identificado a otro chico violado, pero no se ha encontrado la grabación.

Hay ya seis víctimas de entre tres y diez años, pero fue monitor de equipos de fútbol infantil por lo que se sospecha que serán más

La sospecha es que hay más niños que cayeron en sus garras. Las grabaciones se produjeron desde 2016, pero los agentes sitúan las agresiones al menos desde 2012. Se basan en el testimonio de dos víctimas, ya mayores de edad, que han contado con detalle los abusos a los que los sometió, tras destaparse los hechos.

El presunto pederasta fue además monitor de equipos de fútbol de alevines y benjamines en varios pueblos de la zona, con la finalidad de buscar presas. Los agentes han hablado con todos los clubes y estos a su vez con los padres de los pequeños. Unos y otros están consternados. Ninguno sospechó. Sí lo hicieron la Policía de Queensland (Australia) y el Grupo de Delitos contra Menores de Interpol que pusieron a Lucero en su diana.

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