En «Árboles» (Phaidon), el lector se sumerge en un «baño de bosque»... también artístico
La obra es una exploración del mundo arbóreo, de la raíz a la copa, un viaje a través del tiempo y el espacio con espectaculares imágenes producidas por distintas artistas y métodos
Liber 2024 convierte a Barcelona en la capital mundial del libro en español
![Portada del libro Árboles, una exploración de su mundo, de la raíz a la copa, una obra de gran formato y calidad, profusamente ilustrada](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/10/19/Portadalibrorboles-RTa2JMS0Bip1FinABKo6bUI-1200x840@diario_abc.png)
Deberíamos dar gracias a los árboles trece veces por minuto, que es la frecuencia media de la respiración de un adulto en reposo. Así de crucial para la vida son los más de 3.000 millones de árboles que existen en el planeta porque generan el 28% del oxígeno y absorben cerca del 30% del dióxido de carbono. Además, su presencia es una constante, excepto en las plazas duras de nuestras ciudades, de moda en décadas pasadas, pero también por su ausencia en municipios altamente densificados, donde, afortunadamente, sus alcaldes y alcaldesas revierten su inhóspito hábitat dando la bienvenida a la naturalización de sus urbes mediante plantación de árboles para volvernos a conectar con la naturaleza.
Los árboles actúan como climatizadores naturales, ya que absorben gases nocivos, como el dióxido de carbono (CO2) que emiten los vehículos y la industria al quemar combustibles fósiles. También ejercen de sumideros de carbono a través de los pequeños poros de sus hojas y lo transforman en energía, liberando a la atmósfera el oxígeno que necesitamos para vivir. Son los pulmones de la Tierra y contribuyen a mitigar el cambio climático. Además, su sombra y la humedad que desprenden sus hojas pueden regular las temperaturas en verano hasta en 8 grados centígrados además de la sombra que ofrecen y que también nos protege de los dañinos rayos ultravioleta del sol.
Vitales en las ciudades
Por eso los árboles son importantes en las ciudades, porque mejoran la calidad del aire al eliminar gases contaminantes como el ozono, el dióxido de azufre y el dióxido de nitrógeno. Algunas especies, como el plátano de sombra, eliminan también partículas de polvo, esporas y bacterias de la atmósfera, que quedan atrapadas en su corteza y en la superficie aterciopelada de sus hojas. Los plátanos están presentes en muchas ciudades como Barcelona, por su capacidad para resistir el estrés urbano y absorber la contaminación.
Más allá de garantizar nuestra supervivencia, son también aliados de nuestra salud mental. Muchas culturas ancestrales reconocen el impacto de la naturaleza sobre nuestra salud, y recientemente la ciencia ha logrado revelar hasta qué punto es cierto. Estudios demuestran que pasar tiempo en la naturaleza, o simplemente contemplando árboles, reduce la tensión arterial, disminuye el cortisol y la adrenalina (hormonas relacionadas con el estrés y la ansiedad) y mejora el estado de ánimo. Es el Shinri-yoku, o «baño de bosque», una práctica surgida en la década de los 80 en Japón, que se ha convertido en una forma de ecoterapia muy popular. Mientras nos relajamos entre los árboles, absorbemos monoterpenos, los componentes aromáticos de los árboles, unas sustancias que influyen en nuestro cerebro, reduciendo la tensión, la agresividad, la depresión y otras formas de angustia. Los estudios también han demostrado que pasar tiempo en espacios verdes refuerza nuestro sistema inmunitario.
Leer para «abrazarlos»
También está extendida la práctica de abrazar los árboles para que estos compañeros de la naturaleza nos transmitan su energía y paz. Con el libro de Phaidon abrazamos los cerca de 3.500 años de historia arbórea, desde los antiguos griegos hasta nuestros días, y que nos lleva a todos los continentes para conocer las culturas que los habitan y descubrir las infinitas maneras en que artistas y creadores han hallado inspiración en el mundo de los árboles y de los bosques. Se trata de un fascinante estudio que incluye más de 300 espectaculares imágenes de contenidos muy variado: hay pinturas, ilustraciones botánicas, esculturas, fotografías de la naturaleza, fotogramas y obras textiles.
Más allá de la relación entre la estructura de los bronquios de los pulmones humanos y los árboles, esta obra aborda cuestiones simbólicas, como las representaciones de árboles genealógicos, o mitológicas, como el árbol bodi, el árbol del jardín del Edén o las deidades arbóreas de muchas otras culturas. A esto hay que sumar esos árboles que son fruto de la fantasía o en los que hay casitas entre sus ramas, además de especies inventadas, probablemente inspiradas en el mundo natural.
Pilares de la civilización
Durante miles de años, los árboles han sido los pilares de la civilización y la industria. Entre otros muchos usos la madera se ha utilizado como combustible, para construir edificios, vehículos, muebles, herramientas e instrumentos musicales. Pero también han aportado espiritualidad. Los druidas consideraban los tejos árboles sagrados y los utilizaban como lugares de culto. Nunca perdían sus hojas y vivían cientos de años, de modo que, para los druidas, que creían en la reencarnación, simbolizaban la vida eterna. Y en nuestra era todavía se descubren usos para su madera, como el desarrollo de fármacos para quimioterapia a partir de corteza de tejo del Pacífico. Mientras, en la cultura romana el nogal estaba asociado a Júpiter, el rey de los dioses.
Otra conífera, el cedro del Líbano, aparece mencionada en la Biblia como símbolo de fuerza y belleza. Su madera sirvió al rey Salomón para construir el templo de Jerusalén y para que los fenicios construyeran sus barcos con los que se convirtieron en un pueblo de comerciantes. Los egipcios usaban su resina en el proceso de momificación y en Norteamérica, el abedul se empleaba como material aislante debido a su alto contenido en aceite.
Fuente de alimento y ciencia
Además de sus aplicaciones en la construcción y la artesanía, los árboles han sido fuente de alimento durante milenios, enriqueciendo nuestra dieta con frutas, especies y otros manjares. Las frutas ocupan un lugar central en nuestros mitos y tradiciones, tanto con piel como con cáscara. Desde historias como la de Blancanieves o la de Johnny Appleseed, o el manzano de Woolsthorpe Manor, y en sus pies el físico y matemático inglés Isaac Newton desarrolló la teoría de la gravedad al ver caer una de sus manzanas en Lincolnshire (Inglaterra). Pasó a la historia como el «manzano de Newton», hasta el punto de viajar sus semillas a la Estación Espacial Internacional en 2016.
Otra de sus aportaciones al mundo culinario son las especies, como la canela, la nuez moscada, y el clavo, unos productos que en la Europa medieval eran tan apreciados como el oro y su comercio impulsó a las expediciones y la colonización del sudeste asiático. Por no hablar del cacao con el que se hace chocolate, el café, la savia líquida con la que se fabrica la goma, el papel, responsable de un 15% del consumo de madera, o la quinina, que se usa para tratar la malaria desde el siglo XVII. Esto es suficiente recordatorio de que los árboles son uno de nuestros recursos naturales más valiosos, como el incienso y la mirra, puro oro natural.
Profusa representación artística
Ya sea representados por los antiguos romanos en mosaicos de piedra, ilustrados en manuscritos iluminados, plasmados en papel, en textil o capturados digitalmente con la última tecnología de vanguardia, los árboles han sido profusamente representados artísticamente como tema constante y querido por artistas y creadores de todo el mundo. Con un llamativo paquete azul, este cautivador libro celebra cada elemento de los árboles —desde la raíz hasta la hoja— y proporciona pruebas convincentes de su importancia cultural, artística e histórica.
Desde la antigüedad, en todo el mundo los árboles han sido inspiradores de la creación artística. El olivo, uno de los primeros árboles en cultivarse hace entre seis mil y ocho mil años, según atestiguan tumbas egipcias y los textos sagrados hebreos, simbolizaba la prosperidad de la tierra prometida. En China los árboles fueron protagonistas de la pintura paisajística y la floración del ciruelo y del cerezo, llamada sakura, es un tema recurrente desde hace siglos y se ha plasmado en todo tipo de medios: biombos, rollos de seda, abanicos y kimonos. Son imágenes bellas a la vez que simbólicas. Las flores de estos árboles ofrecen todo un espectáculo en primavera y representan la vitalidad, la esperanza y la renovación, pero también recuerdan el carácter efímero de la belleza.
Inspirados por el ideal renacentista surgió la pintura paisajista clásica, y los artistas románticos los pintaron profusamente porque los árboles eran más que adornos del paisaje y podían ser sujetos dignos de un retrato. La práctica de pintar al aire libre extendió su foco arbóreo y prosiguió hasta el impresionismo. Claude Monet pintó series de álamos, sauces, cipreses y palmeras, entre otras especies.
Árboles antropomórficos
También el cine ha contribuido a la cultura popular con el foco en los árboles hasta convertirse en iconos, desde los manzanos a los que Dorothy se enfrenta mientras cruza Oz hasta el Sauce Boxeador de la saga de Harry Potter, el entrañable Bárbol de la trilogía El Señor de los anillos, un árbol antropomórfico que habita en el bosque de Gangorn junto con otros entes, como el árbol de Un monstruo viene a verme, del director español Juan Antonio Bayona.
El libro Árboles sigue el mismo formato y estructura que sus predecesores editados por Phaidon, como la exitosa serie «Explorar el mundo» (Mapas, Plantas, Universo, Animales, Océanos y Jardines): cada página se compone de una imagen de gran formato, especificaciones técnicas y un breve texto donde se explica la importancia histórica y cultural de la obra, su atractivo estético, sus aspectos innovadores, la especie de árbol, el accidente geográfico o la vinculación del ser humano con el árbol representado, allí donde sea pertinente. El libro está pensado para el público general, pero es particularmente interesante para especialistas, artistas, diseñadores, historiadores del arte, naturalistas y conservacionistas. El texto supone una introducción general al tema, pero es posible que incluso los especialistas encuentren datos sorprendentes o poco conocidos.
El libro es de gran formato y sus ejemplares forman parte de árboles de los que se ha extraído el papel para imprimirlos, eso sí, con gran calidad y lujo de detalle. Tony Kirkham, exdirector de los servicios de Arboreto, Jardines y Horticultura del Real Jardín Botánico de Kew, Londres, concluye en en la introducción del ejemplar que «ojalá la belleza y el simbolismo de estas obras despierten interés y preocupación por los males que aquejan a la naturaleza».
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