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Los Casuals, delincuencia organizada con bandera ultra

Su líder, Ricardo Mateo, ingresa en prisión provisional, tras dos meses en paradero desconocido

Los Mossos atribuyen a los radicales dos homicidios, secuestro, extorsión, tráfico de drogas y desórdenes

El jurado declara culpable por unanimidad a John Musetescu por el triple crimen de Barcelona y rechaza el trastorno mental

Ricardo Mateo, en el juicio celebrado contra él en 2013 ABC
Elena Burés

Elena Burés

Barcelona

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De las gradas del Camp Nou, a integrar uno de los grupos criminales más violentos y peligrosos de Cataluña. Fue en mayo de 2013, cuando la abogada de Ricardo Mateo argumentó que no existía ninguna prueba para atribuir a su cliente el liderazgo de los Casuals, la facción más radical de los Boixos Nois. La Audiencia de Barcelona concluyó que sí, que Mateo, 'Lucho', era el jefe de la banda, llegando incluso a «sancionar» a quien osaba incumplir sus órdenes.

El tribunal le impuso 13 años de cárcel, que el Supremo elevó a 15 por asociación ilícita, lesiones, robo con violencia, tráfico de drogas, tenencia ilícita de armas y coacciones. Una década más tarde —y dos años después de salir en libertad—, vuelve a estar entre rejas. Esta vez, en prisión provisional, tras ser detenido de nuevo el pasado 31 de julio.

Durante aquel macrojuicio, que se alargó durante casi dos meses, algunos integrantes de la banda —incluso esposados— protagonizaron una trifulca con los Mossos d'Esquadra, que se saldó con varios heridos. Además, el Supremo ordenó repetir el primer fallo de la Audiencia para incluir las declaraciones en fase de instrucción de algunos testigos protegidos, que se retractaron durante el juicio por las amenazas recibidas.

Y es que la extorsión es parte del 'modus vivendi' de los Casuals. Ultras del F. C. Barcelona que han mutado a grupo criminal. «Pasaron de las palizas a grupos antagónicos —como pueden ser las Brigadas Blanquiazules del Espanyol— a protagonizar extorsiones y secuestros», explica a este diario un jefe de grupo de la Comisaría General de Información (CGI), bregado en la lucha contra la violencia en el deporte. «De las diversas operaciones contra ellos, la conclusión que hemos sacado es que conforman un grupo criminal muy peligroso», corrobora el mando.

En noviembre de 2021, la Policía Nacional asestó un golpe a la facción más radical de los Boixos. Entre los detenidos entonces, Ivan Chicano, Dídac González y Francisco Pérez alias 'Paco el Gordo'. Un grupúsculo de neonazis, viejos conocidos de los investigadores, que han sido testigos de su proceso de radicalización, y su participación en trifulcas previas a encuentros futbolísticos en varias ciudades españolas, desde los años noventa.

El dinero recaudado con su actividad delincuencial —en aquella operación, tráfico de drogas y explotación sexual— lo destinaban a financiar viajes y reuniones con otros grupos ultras, tanto en territorio nacional como en el resto de Europa. También para difundir sus postulados neofascistas, de incitación «al odio, hostilidad y violencia hacia otros colectivos vulnerables o antagónicos». Una organización jerarquizada y muy violenta —«todo el mundo les teme»—, que operaba como una «delegación de los Casuals en el Vallés occidental».

Tomaron así los 'cachorros' el relevo de quienes habían ingresado en prisión, aunque sin romper el vínculo con sus antecesores, bajo la batuta de Mateo. Fue por esas mismas fechas, noviembre del 21, cuando arrancó otra investigación, esta vez, de los Mossos. Una pelea en el bar Los Cazadores de Cornellá (Barcelona), que frecuentan radicales del Espanyol y que lideró 'Paco el Gordo', también apodado 'Pacman', dio inicio a la operación Hydra —por la dificultad para descabezar la organización—, que el pasado junio se saldó con 33 detenidos, entre los que estaba Pérez, ahora en prisión provisional.

Historial delictivo

Asaltos a narcos

Fue en 2004 cuando una investigación de la Guardia Civil y los Mossos permitió probar que algunos integrantes de los Casuals se encontraban tras varios asaltos a narcotraficantes en Osona y Salou. Hasta entonces, sólo los relacionaban con trifulcas ultras.

Extorsiones a locales

Ya en 2009, los investigadores acreditaron que esta facción de radicales del Barça se encontraba tras un entramado de extorsión a discotecas, donde también trapicheaban. Obligaban a los dueños a contratarlos como controladores de acceso. También daban palizas por encargo.

Spyderco

Esta navaja que empleaban los ultras dio nombre a la operación de los Mossos contra los Casuals en 2010, por la que desmantelaron su núcleo duro. Entre los detenidos entonces, Mateo y 'Paco el Gordo', igual que hace unas semanas.

Una caja común

La última investigación de la Policía catalana contra esta facción de radicales ha permitido acreditar la existencia de una caja común, de obligado cumplimiento para todos los miembros. Un dinero con el que sufragarían, no solo los gastos judiciales de los detenidos, sino también la manutención de sus familias.

A quién no localizaron en su domicilio de Hospitalet fue a Mateo que, tras salir de la cárcel, volvió a erigirse cabecilla de los Casuals —un liderazgo que, en realidad, nunca llegó a abandonar—. Tras casi dos meses en paradero desconocido, los agentes lo localizaron este pasado lunes en la terraza de un bar de Platja d'Aro, localidad turística gerundense. Tras pasar a disposición judicial, también ha ingresado en preventiva, según indican fuentes conocedoras a ABC.

Dos homicidios

En esta ocasión, el abanico delictivo que los investigadores atribuyen a los Casuals pasa por dos homicidios, secuestro, extorsión, tráfico de drogas, desórdenes públicos y pertenencia a organización criminal. La intervención telefónica a 'Paco el Gordo' permitió hilvanar las pesquisas sobre la actividad de los ultras. De plantaciones de marihuana que gestionaría el propio Mateo, al cadáver en el maletero de una furgoneta que conducía un integrante de la organización, y que la Policía interceptó el pasado marzo en la Vía Augusta de Barcelona. Los Mossos sospechan, como resultado de un robo frustrado en un prostíbulo.

«De las palizas a grupos antagónicos [de ultras] pasaron a protagonizar extorsiones y secuestros», explica un mando policial

También la ejecución del hermano de un narcotraficante, Rachid Gdari, apodado 'El Sardina', en plena calle en Badía del Vallés. Como hace décadas, los agentes vinculan a los detenidos con una trama de extorsiones a locales de ocio nocturno, palizas por encargo y asaltos a narcos, además del negocio de la marihuana. «Se les ataca desde dos vertientes, la propia violencia en el deporte, como hace unas semanas, con los 13 detenidos por el ataque al bar que frecuentan los ultras del Osasuna y, por otro, con actuaciones contra su organización criminal», explica el jefe de grupo de la CGI.

¿Cómo se produce la progresión: de hinchas a grupo criminal? Algunos de los integrantes de estos grupos ultras trabajan 'en la noche', porteros de discoteca que también mueven droga y se suman a las palizas por encargo y a las extorsiones a los responsables de los locales, por el control de acceso. «Lo hemos visto en Ultrasur o el Frente Boquerón de Málaga», apunta el mando policial. «Ven la posibilidad de ganar dinero, sobre todo con el tráfico de marihuana, y empiezan a trapichear».

La vertiente económica facilita su «divertimento»: el fútbol (y es que las propias peñas, los radicales no son una excepción, ya cuentan con organización interna: del presidente al tesorero), y permite costear así los desplazamientos a las localidades donde se disputan los diferentes encuentros. Citas que aprovechan para protagonizar ataques a radicales de equipos rivales e ideologías antagónicas, como ocurrió en Osasuna. «Que no puedan acceder a los estadios, no significa que hayan dejado de hacer sus fechorías», constata el investigador.

Hooliganismo

A pesar de la prohibición de acceso, los ultras siguen entrando, aunque de manera «más discreta». Lo explica Esteban Ibarra, presidente de Movimiento contra la Intolerancia. «De las tensiones internas, con ideologías que van desde la extrema izquierda a la ultraderecha, surgen varias facciones en los Boixos, entre las que están los Casuals. Desarrollan toda una economía interna y evolucionan hacia la práctica delictiva», apunta.

Sobre Mateo, recuerda, «no es un recién llegado, lleva aquí desde los noventa. Eso quiere decir que es una organización muy consolidada, pese a la propaganda que aseguraba que ya no existían». Por eso reprocha que algunos clubes «se laven las manos» tras su expulsión de los campos «como si el problema hubiese desaparecido».

«Salvo alguna excepción, prácticamente en todos los estadios españoles tenemos el problema de los ultras. Tras el Covid, se ha evidenciado», indica Ibarra, y así lo corroboran desde la CGI. Tras el encierro por la pandemia, los enfrentamientos violentos entre radicales han repuntado. Los de los Casuals no son una excepción, como se vio en un bar de Pamplona el pasado noviembre.

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