El testamento vital se duplica en una década en Castilla y León y alcanza los 17.000

En total, se presentaron en la Comunidad 1.753 documentos con los que los firmantes quieren dejar atado a qué tratamientos quieren someterse o no si las circunstancias les impiden manifestarlo en el futuro y no descargar así esa difícil decisión en los familiares. Se trata, en general, de poder consultar ese texto cuando es un proceso irreversible que evolucionará hacia la muerte a corto o medio plazo. Detrás del incremento está, apuntan desde la Consejería de Sanidad, el efecto de la pandemia, que lo trastocó todo e hizo caer los textos registrados. Ahora el nivel se recupera y la de 2022 es la segunda cifra más alta de testamentos vitales suscritos por detrás de los de 2019, cuando llegaron a ser 1.810. Desde que se puso en marcha el registro en 2008, los documentos presentados superan los 17.000 y casi se han duplicado en la última década.

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En la mayoría de las provincias se ha registrado un incremento –tan solo bajan en Zamora y Burgos–y encabezan el crecimiento Valladolid y León, con un 68 y 47,8 por ciento, respectivamente. Son esos dos territorios, además, los que más firmantes tienen. En concreto, los rubricados en la provincia vallisoletana son uno de cada cuatro testamentos vitales.

Las mujeres son las que más se han interesado por dejar por escrito sus voluntades cuando se acerque el fin. Así, de todos los escritos firmados en los últimos catorce años, más de seis de cada diez pertenecen a féminas, mientras que el 35 por ciento son rubricados por varones. Una tendencia que se ha mantenido desde que Castilla y León puso en marcha este mecanismo.

La edad media de los firmantes ronda los 60 años, según el balance realizado por la Consejería, y es en León donde ese dato desciende, aunque con escasa variación (58,8). Los otorgantes más mayores son los de Salamanca, con un promedio de 62 años.

Para formalizar un documento de instrucciones previas existen tres vías. Puede realizarse ante un notario, en presencia de tres testigos mayores de edad ­–dos de ellos no pueden ser familiares directos– o acudir al personal de la administración pública. Entre este trío de opciones, el que se impuso en 2022 con mucha diferencia fue el de presentar las directrices ante los trabajadores públicos. En concreto, siete de cada diez documentos se presentaron por ese canal, por delante del notario (15,7 por ciento) y los testigos (13,1). Esta última ha sido la única vía que ha descendido.

Ocho de cada diez testamentos recogen tanto los tratamientos que desean recibir –alargar la vida de forma artificial, pese a la falta de expectativas de mejora, paliar al máximo el dolor...– como el destino que se quiere dar a los órganos o al cuerpo. Además, el documento puede modificarse o sustiturse en cualquier momento. Desde 2008 se han cambiado 591, revocado 55, y dado de baja de oficio 1.558.

Desde 2022, el testamento vital aparece asociado a la historia clínica electrónica. Así, los médicos pueden revisar de forma más ágil las instrucciones dejadas por los pacientes sobre los tratamientos sanitarios que desean recibir cuando la situación es irreversible. A lo largo del pasado año, fueron 1.815 los accesos por parte de los facultativos a estos documentos en atención hospitalaria que pueden consultarse mediante un icono que aparece en la herramienta digital con la que trabajan los sanitarios.