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Un frío polar

Es verdad que el frío no se lo ha comido el lobo, pero cada vez el invierno gélido es más corto

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Salvador Rus Rufino

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Los lectores saben que nací en Sevilla y viví allí hasta que me trasladé a Castilla y León. Soy por tanto meridional y por nacimiento y crianza he conocido y disfrutado muchas veces lo que «esos días azules y ese sol de la infancia» que ... recordaba Antonio Machado. Los andaluces somos muy sensibles al frío porque nuestro organismo está acostumbrado a vivir con sol, temperaturas suaves en invierno y, por supuesto, nunca bajo cero excepto en las montañas. En cambio, sufrimos veranos tórridos en los que se superan los cuarenta grados. He disfrutado de una vida con 45 grados más de una vez. Por eso cuando Castilla y León se viste de blanco bien por la nieve, bien por la escarcha helada o por la cencellada, los del sur sufrimos las consecuencias de vivir prácticamente en una nevera todo el día.

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