UN TIEMPO PROPIO
Un ejército europeo
Europa ha dilatado la creación de su ejército 75 años. Ha sido una dejación que ahora la estamos sufriendo
Vivir bajo amenazas
Mundos frágiles, tiempos difíciles

En Estrasburgo durante la Asamblea Consultiva del Consejo de Europa un 11 de agosto de 1950, Winston Churchill lanzó la propuesta de crear un ejército europeo que «sería la mayor contribución que está en nuestra mano hacer a la seguridad y a la paz del ... mundo». En ese mismo año el 24 de octubre, el primer ministro francés René Pleven propuso la constitución de un ejército europeo supranacional y una Comunidad Europea de Defensa. El 24 de noviembre, el británico Harold MacMillan insistió en su discurso ante la Asamblea Consultiva del Consejo de Europa en la necesidad de crear un ejército europeo. Winston Churchill reiteró la idea casi un año después en Londres el 23 de julio de 1951: «sin un ejército europeo será casi imposible ponerse de acuerdo con respecto al rearme alemán, y sin una sustancial contribución alemana no puede haber un efectivo sistema de defensa occidental». Las palabras de estos grandes políticos y hombres de Estado cobran plena actualidad en estos momentos.
Europa ha dilatado la creación de su ejército 75 años. Ha sido una dejación que ahora la estamos sufriendo. Nos hemos conformado con «subcontratar» la seguridad y la defensa del continente a nuestros aliados norteamericano. Esta situación nos ha llevado a una relajación en esta materia que no es la deseable. Si queremos ser uno de los actores que definan el nuevo orden mundial necesitamos hacernos respetar por las grandes potencias. El único camino es contar con un sistema de defensa y seguridad garantizado por un ejército propio moderno.
El nuevo presidente de los EE.UU. ha decidido que los europeos debemos hacer frente a nuestros gastos de en defensa y seguridad. Este movimiento, totalmente inesperado, ha supuesto una llamada de atención a los veintisiete miembros de la UE. La Comisión Europea ha decidido destinar una cantidad inmensa de dinero (800.000 millones de euros) a la creación de un ejército europeo. La actitud de, por ejemplo, Alemania ha sido llegar a un acuerdo entre las fuerzas políticas para financiar esa inmensa inversión que es totalmente necesaria en estos momentos. En cambio, nuestro presidente juega con el tema como si la cuestión careciera de importancia. No es capaz de reconocer que dentro de su coalición de gobierno y de sus aliados parlamentarios, que se mueven por intereses propios de muy corto alcance, no es capaz de formar una mayoría para realizar las inversiones en defensa. Parece que no logra de entender que esta cuestión requiere, como en Alemania, un acuerdo de Estado entre los dos grandes particos políticos. Desea sortear el problema sin llevarlo al parlamento, sin debatirlo en la sede de la soberanía popular, sin luz ni taquígrafo. Sueña con robarnos la posibilidad de conocer qué piensa cada partido sobre la defensa y seguridad de España. Y, además, ha buscado la forma de ahorrarse el dinero de la inversión cargando al gasto a los presupuestos de la UE.
En una situación tan delicada donde realmente nos estamos jugando la supervivencia de un modelo de Estado y de sociedad construido durante ocho décadas, nos merecemos políticos con una visión más amplia, que propongan un proyecto político sólido que ofrezca respuestas y soluciones a los problemas que estamos viviendo. No podemos tener al mando a chalanes de feria, charlatanes que venden remedios que no funcionan, autócratas que desprecian al pueblo y a las instituciones democráticas. Ha sonado la hora de Europa y esta hora exige grandes políticos que sepan conducir la nave del Estado a un puerto seguro.
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