ENtrevista a Leonardo Sbaraglia
«Muchas veces la justicia no busca la verdad, sino culpables»
Interpreta a un falso culpable en la coproducción hispano-argentina «Sin retorno», la primera película de Miguel Cohan
ENTREVISTA
Leonardo Sbaraglia
Actor
—Conocía a Miguel Cohan por haber coincidido ambos en varias películas de Marcelo Piñeyro, —él entonces como ayudante de realización—, pero ¿qué fue lo que más le atrajo de este proyecto?
—Lo primero que me atrajo del proyecto fue el guión porque es absolutamente contundente, está muy bien construido y te va poco a poco lastimando, golpeando. Mi personaje es muy bonito y un gran desafío, porque a través de él tenía que contar esa transformación. Además, está la confianza que tenía depositada en Miguel tras haber trabajado con él en «Cenizas del paraíso» o «Plata quemada». Es un tío que siempre me cayó de puta madre, me pareció muy listo.
—A parte de su condición de artista (su personaje, Federico, es ventrílocuo). ¿Tiene algo más de usted?
—Uno siempre entiende el personaje desde sus propias experiencias. Y aún así, trata de pegar un salto expresivo en cada uno de ellos nutriéndose de las cosas de la vida. Para mí fue fundamental trabajar con un ventrílocuo tres meses. El hecho de estar en contacto con la ventriloquia y su humor me ayudó mucho para, luego, en la segunda parte de la película, contrastar esa expresión. Además, tuvimos la oportunidad de investigar en las cárceles para tratar de entender lo que pasa por la cabeza de una persona que vive una situación así, porque lo que se pone en juego no es sólo que vaya a prisión, sino su identidad, su moral, y eso es muy doloroso.
—Esa dualidad de personajes que en la primera parte de la película se ve a través de su muñeco luego se traslada al propio personaje.
—Sí. Comienza siendo afable, simpático, bromista, queriendo satisfacer a los demás y luego le extirpan el humor, representado a través de ese muñeco que utiliza para su trabajo de ventriloquia. El muñeco se mete dentro de una caja y ya no sale y lo único que sale de esa caja es un arma. Es un hombre que pierde su capacidad de humor porque está preso y el plan que le ayuda a sobrevivir en la cárcel, paradójicamente, lo mantiene preso hasta que logra encontrar una salida. —En el film se reflexiona también sobre el poder de la opinión pública. —Sí, porque muchas veces es como si persiguiesen un mercado y una noticia para seguir vendiendo. Ocurre también con la justicia, no se busca encontrar la verdad, sino un culpable. También hay una reflexión en torno a qué es la justicia y si hay manera de hacer justicia cuando ya alguien que murió; si hay una manera de borrar la marca que nos deja la vida, el dolor o la injusticia. El film invita además a pensar acerca de la responsabilidad individual de cada uno sobre sus propios actos. La ley está muy bien que exista, pero no sirve si nosotros no entendemos cuáles son nuestras propias reglas morales, hasta qué punto estamos dispuesto a defendernos si alrededor alguien de nuestro mundo se están hundiendo.
—Vuelve a la Seminci tras presentar hace siete años «Cleopatra». ¿Qué recuerdos tiene?
—La primera vez que vine tenía un personaje mucho más pequeño y ahora estoy mucho más implicado, incluso emocionalmente. Ojalá que tengamos suerte en el festival. En Argentina la película ha arrancado muy bien y ha tenido críticas extraordinarias.
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