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El 'milagro' del Monasterio Santa María de Rioseco: del olvido a recibir 50.000 visitas al año

«Parece mentira que un sitio así, en medio del monte, pueda tener tanta vida. Es lo que buscábamos y creo que estamos consiguiendo», sostiene el sacerdote Juan Manuel Gutiérrez, uno de los impulsores de su rehabilitación

Monasterio de Santa María de Rioseco ICAL
Henar Díaz

Henar Díaz

VALLADOLID

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Empeñados en que el patrimonio del Valle de Manzanedo no desaparezca, y de paso, generar oportunidades de empleo para «intentar que nuestros jóvenes se queden aquí», el poco más de un centenar de vecinos de este idílico paraje natural del norte de Burgos llevan más de quince años remando todos a una para sacar del olvido, y por tanto, de su desaparición, su principal joya arquitectónica: el Monasterio de Santa María de Rioseco, un cenobio cisterciense cuya construcción data de 1236, abandonado seis siglos años más tarde con la desamortización de Mendizábal.

Una de las tumbas que se conservan en el Monasterio ICAL

En 2006, cuando Juan Manuel Gutiérrez llegó al municipio burgalés como nuevo párroco, el panorama que encontró en el monasterio y su entorno era desolador: casi todas las bóvedas, excepto las de la Iglesia, se habían hundido; el claustro había sido expoliado; durante el tiempo que había sido utilizado como cuadra se habían «rellenado» arcos y cerrado puertas y «un cúmulo de escombros» y maleza sepultaba parte de sus estancias, recuerda.

Pero esta situación no amedrentó a este cura, también docente y «un loco de las piedras». Logró reunir a un puñado de voluntarios para comenzar a desbrozar el cenobio, al que poco a poco se fueron sumando más y más: «El ambiente era muy bonito y a la gente se la veía ilusionada porque iba viendo la evolución del lugar», rememora. Y es que tras quince años de trabajo y «más de mil voluntarios» -ponen en marcha unas semanas de voluntariado durante el verano-, la situación del monasterio ha cambiado por completo. Tras la consolidación de las cubiertas para que no desaparecieran los espacios que tenían con bóvedas llegó la de los muros y el claustro. «También tenemos proyectos arqueológicos. Contamos con un equipo técnico estupendo que está volcado en el Monasterio».

Entre las actuaciones pendientes se encuentra «adecentar las zonas renacentistas y que no se pierdan. Tienen mucho riesgo de desaparecer porque faltan muchas partes». Esta zona, explica Juan Manuel Gutiérrez, es lo que primero se encuentra el visitante cuando llega al cenobio, antes de adentrarse en su sala capitular e iglesia, «que no tiene imágenes pero sí conserva su estructura». «Es el lugar que utilizamos para recibir a los visitantes e iniciar las visitas guiadas que realizan los voluntarios. También para conciertos, eventos culturales, exposiciones... Parece mentira que un sitio así, en medio del monte, pueda tener tanta vida y actividad social, cultural y educativa. Es lo que buscábamos y creo que estamos consiguiendo».

Y es que según el contador de visitas del que disponen en la entrada digital, Santa María de Rioseco se encuentra muy cerca de llegar a los 50.000 visitantes, objetivo que podría alcanzar antes de final de año. Su intervención fue, además, puesta en valor durante la presentación de un exhaustivo estudio sobre el estado de los conventos y monasterios de Castilla y León, impulsado por la Consejería de Cultura y Turismo.

Entre los futuros proyectos, Gutiérrez contempla también la puesta en marcha de una pequeña posada, un aula taller para los cursos se impulsan con el apoyo de la Universidad de Burgos y la Politécnica de Madrid, talleres de carpintería, un pequeño café y -fundamental- «algo tan sencillo como unos baños, cuya instalación es carísima aquí en el monte, pero es fundamental para que la gente pueda venir».

«Tenemos un montón de ideas para sacarlas con ilusión poco a poco», sostiene este párroco, quien recuerda que para el tema de las cubiertas sí que recibió fondos de la Junta, pero que el resto de iniciativas se han puesto en marcha gracias a micromecenazgos y donativos.

Para Juan Manuel Gutiérrez, lo «maravilloso» que se han conseguido en Santa María de Rioseco es demostrar que una zona «totalmente despoblada, donde la España vaciada se ve reflejada» se ha podido decir «esto aquí no acaba si todos ponemos de nuestra parte». «Aquí hay mucha calidez y calidad humana».

Recuerda, además, que en los espacios patrimoniales «hay que dar un paso más» que arreglarlos. «Hay que habitarlos; llenarlos de vida. Yeso creo que lo hemos conseguido aquí». Ve, además, fundamental «dotar de recursos que hagan sostenible el monumento y generar empleo». «Luchar por nuestro mundo rural pasa por generar empleo y por intentar que nuestros jóvenes se queden aquí, en nuestros pueblos. Este año ya hemos tenido un contrato de trabajo en el monasterio y a partir de enero tendremos uno nuevo», concluye.

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