Médicos mayores de 65 años 'al rescate' de la sanidad
Unos mil profesionales siguen en activo por «vocación» o para «ayudar» a paliar el déficit de facultativos pese a haber llegado a la edad de jubilación

Al llegar a los 65 años hay quien no piensa en el retiro y pasar a una tranquila jubilación, sino que la vocación es fuerte y cuesta dejar atrás lo que ha sido toda una vida dedicada a los pacientes. Ésa es la situación de ... más de mil médicos de Castilla y León que, pese haber llegado ya a la edad que les permitía 'colgar' la bata, han decidido continuar.
Según los datos del Colegio de Médicos de Castilla y León, estos profesionales suponen un 11 por ciento del total de los compañeros en ejercicio y están siendo una tabla de salvación en un momento delicado por el déficit de profesionales que acusa el sistema y que, según todos los pronósticos, no irá a mejor en los próximos años -varias plazas MIR han quedado desiertas en la última convocatoria de formación y el programa de fidelización de los residentes que acaban en Castilla y León no consigue los resultados deseados-.
Son ahora una 'venda' para la herida, pero ya advierten de que en cinco años tendrán que salir del sistema, pues la norma solo les permite continuar hasta los 70.
Reactivado
Los facultativos mayores de 65 años se han duplicado desde el año 2019 -pasan del 5 al 11 por ciento- y son unos 600 más que hace tres años. Y es que fue precisamente en 2019 cuando se volvió a dar luz verde por parte de la Gerencia a la prolongación del servicio activo debido a la necesidad de personal, después de que en 2013 se limitase solo a casos excepcionales.
Especialmente preocupante es la situación de la Atención Primaria, la rama más envejecida y más numerosa. Es precisamente en este área donde más médicos veteranos deciden continuar y son numerosos también los que permanecen en el medio rural, aunque también se produce en hospitales.
Entre los motivos para continuar, desde el Colegio de Médicos señalan que muchas veces se debe a la vocación; otras, a la «implicación» y «compromiso» que tienen con un sistema al que han pertenecido durante décadas, pero, además, detrás puede haber también razones económicas porque «el médico que pasa a la jubilación pierde dinero».
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«Tengo salud y la mejor opción es seguir echando una mano»
A Ricardo Varona le costó «mucho» ser médico. Tuvo que compaginar sus estudios en Salamanca con el trabajo de minero en Guardo, en el norte de Palencia, y quizá por eso a día de hoy, cuando ya ha cumplido los 65 años, se resiste a desprenderse de la bata blanca. Precisamente en ese municipio en el que tuvo que tirar de pico y pala en la mina para poder costearse los estudios de su verdadera vocación sigue siendo médico y, si el cuerpo lo permite, pretende seguir en activo hasta los 70.
«Estoy bien de salud y la mejor opción es seguir echando una mano», considera sobre la falta de médicos que padece el sistema sanitario que, si no se remedia, «va a ir a más». «Cuando yo estudié salíamos mil médicos de Salamanca y ahora salen unos 180», expresa y considera que el problema podría solucionarse subiendo esas plazas en las facultades o mediante la prueba de acceso a la universidad, que en Castilla y León es una de las más exigentes. Ésas serían algunas de las 'recetas' para mejorar la situación antes de que trabajen médicos del exterior «sin convalidación».
Por ejemplo, en la localidad palentina el pasado verano hubo etapas con dos médicos trabajando, cuando tendría que haber «ocho» en un periodo en el que, además, «se multiplica la población». Mientras tanto, hay veteranos que han decidido arrimar el hombro.
«Yo conozco compañeros que también quieren continuar hasta los 70», indica, sobre muchos que, como Ricardo, se encuentran en el medio rural. «Estamos muy implicados en las zonas. Yo por ejemplo resido aquí», asegura. «Otra cosa muy distinta y comprensible es el caso de las personas que se tienen que desplazar 100 kilómetros, porque el cansancio se va acumulando», explica, consciente de esos casos por compañeros que desde Guardo, a un centenar de kilómetros de Palencia, se desplazaban diariamente a la capital.
Ése es, además, uno de los obstáculos para poder cubrir las plazas de Atención Primaria en un medio rural extenso como es el de Castilla y León y que a menudo no es atractivo para las nuevas incorporaciones.
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«Sigo trabajando; me siento activo, actualizado y útil a la sociedad»
Casi cuarenta años después, Juan Manuel Garrote continúa pasando consulta en Coca, un pueblo segoviano de unos 2.000 habitantes. Y sigue pese a haber llegado ya a la edad en la que podría retirarse -tiene 66 años- y disfrutar de más tiempo libre.
Su vocación y que las fuerzas y su situación se lo permiten le empujan a seguir, además de estar «convencido» de que cuando «uno deja de ejercer ya no es profesional de la medicina, aunque sigas siendo médico».
De esta forma, «estoy activo y actualizado», incluso más que antes, relata. Y es que ahora tiene que «doblar» a compañeros porque «no hay médicos suficientes». Uno o dos días debe hacer sustituciones en su mismo centro y dos veces al mes tiene que salir también de su consultorio. «Nosotros estamos contribuyendo enormemente a paliar el déficit de profesionales y de planificación de los diferentes gobiernos», asegura sobre sus 'colegas' veteranos que continúan trabajando.
Un problema que ve agudizado en Atención Primaria. ¿Los motivos? «Está peor pagada que la hospitalaria y hay más penosidad», asegura, a lo que se añade que las condiciones son un poco «más difíciles». Sobre todo cuando se ejerce en los pueblos, donde él precisamente ha desarrollado toda su carrera laboral. «En la sanidad rural muchas veces se trabaja solo, hay que hacer más desplazamientos y el doble de consultas cuando falta un compañero», reconoce sobre una especialidad, que, pese a todo, es «la más bonita» de la medicina.
«Somos todólogos. Nos ocupamos de la salud global», pero aún así no consigue captar la atención de los jóvenes que aspiran a convertirse en médicos. «A un chico de 29 ó 30 años que comienza a trabajar no le aseguran un puesto fijo en años, ni siquiera que vaya a trabajar todos los días», expresa Garrote, que remarca que tampoco se les aporta una «estabilidad geográfica» en la misma zona o provincia. «Y eso sabiendo que falta personal», indica, para después subrayar que «antes de ser médicos son personas que quieren tener un proyecto de vida».
Ante este escenario, él ha decidido continuar porque «disfruta» de su trabajo y quiere «seguir siendo útil a la sociedad». Un sentimiento que tuvo especialmente en los duros meses de pandemia. «Como soy médico vocacional, sentir que estuve cuando más se me necesitaba me ha reconfortado mucho», añade, antes de apostar porque se otorgue «más estabilidad» a los nuevos profesionales y se «compense» de alguna forma a los que decidan apostar por el medio rural para que los pueblos puedan retener profesionales en sus consultorios y centros de salud.
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