RUIDO BLANCO
Vidas guisante
«Existe una trágica relación entre el precio de la muerte y el valor de una vida. Cualquier ser humano sigue tasado irremediablemente por su lugar de nacimiento»
Hay países donde una vida cuesta apenas veinte euros. Es lo que cobra un sicario por su macabro servicio en los lugares corrompidos de Centroamérica donde se duerme con la fatalidad bajo la almohada. En África occidental compran y venden niños por cuarenta míseros euros. ... El mismo donativo con el que las ongs garantizan que salvarán a un pequeño somalí de la condena del hambre. Existe una trágica relación entre el precio de la muerte y el valor de una vida. Cualquier ser humano sigue tasado irremediablemente por su lugar de nacimiento.
El terremoto de Turquía y Siria vuelve a demostrar que «hay vidas montaña y vidas guisante», que cantó Carlos Goñi. Ante el desastre cercano, Turquía llama a la puerta de Europa, la reacción internacional ha sido inmediata para movilizar bomberos que viajen miles de kilómetros para intentar rescatar tan solo una vida de los escombros que fueron casas, de la destrucción que fue ciudad desordenada. Conmoción, entrega y benditos milagros para salvar «vidas montaña» como las nuestras por las que merece la pena cualquier esfuerzo.
Olvido, desinterés y condena unos kilómetros más lejos en la herida sangrante de Siria. Un país ignorado tras doce años en guerra donde desescombrar sus «vidas guisante» será bastante más que una proeza. Allí cuesta que llegue la ayuda internacional por las sanciones al régimen de Damasco y el caos terrorista. El problema es que a Siria occidente la abandonó mucho antes del terremoto.
«Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo» creía Oscar Wilde. Tan solo existen en Yemen, Etiopía, Irán o el Congo. Hasta están perdiendo valor las vidas ucranianas desde que sus ciudades apocalípticas de agujeros de bombas rusas han dejado de parecerse a las nuestras. La desgracia sostenida va consumiendo poco a poco la empatía, nos lava la culpa.
En Europa contratar a un asesino te puede costar hasta cuatro mil euros. Un tratamiento de fertilidad supera los cinco mil. Rescatar de los Picos de Europa al excursionista imprudente que se encaramó a la montaña en pantalón corto y zapatillas vale diez niños africanos.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete