RUIDO BLANCO
Los que hacen santos
El escultor riosecano Ángel Martín ha tallado los nuevos motivos que lucirán las andas del Cristo de la Luz
Faltan mediadores
Valladolid ni se nombra
![Los que hacen santos](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/02/20/cristo-luz-RtelcuErPtcgvoeT6LDhYBP-1200x840@abc.jpg)
Repite el escultor riosecano Ángel Martín que la «imaginería castellana está muerta y enterrada». Muerta, enterrada y resucitada cada primavera. Cuesta comprender, será otro misterio de Fe de nuestras Semanas Santas, que mientras el fervor (más turístico que religioso) por las procesiones ande en auge ... no suceda igual con los oficios artesanos que llevan siglos arrancando a la madera las tallas más veneradas. Están los maestros de la gubia castellanos sin aprendices, sin bullicio en el taller y sin escuela. No ocurre lo mismo en Andalucía donde sí que enseñan su legado y dejan manos por herencia, que a eso se refería Ángel Martín con su sentencia. Él ha tallado los nuevos motivos que lucirán las andas del Cristo de la Luz. No se me ocurre mejor honor que ir siempre a los pies de una de las obras cumbre de la iconografía del crucificado. Cincelar andas sobrias y silenciosas a Gregorio Fernández debe ser algo así como para un escritor prologarle 'El Quijote' a Cervantes. Seguro que el bueno de Ángel lo lleva como una condecoración, bien pegada al pecho.
Pero aquí, dentro de poco, solo quedarán restauradores para mimar las tallas de Juan de Juni o Francisco de Rincón. Artistas de bastoncillo y bata blanca capaces de quitar el polvo de los siglos, encajar brazos sin hueso o recuperar ropajes de palo que caen como tela. Pero sin el poder demiúrgico de iniciar devociones nuevas. 'Aquí se hacen santos' llamó Miguel Ángel Tapia a su estudio inspirado en un cartel que Gregorio Fernández tenía en su taller. Tapia es el imaginero contemporáneo que ha explicado en vírgenes, cristos y sayones que la Semana Santa de Valladolid no es un tesoro anclado en el tiempo si no un patrimonio vivo. Falta seguir contando esto para que haya niños que sueñen con burilar una Piedad igual que con heredar la túnica.
El imaginero y el poeta son los últimos oficios místicos. Los que hacen santos, a golpes o a versos, rozan ese lugar blanco e indeterminado llamado trascendencia. Hay algo divino en coger pinos y soltar rostros humillados, madres dolorosas y miradas rotas a un cielo de esperanza. Esa madera humilde les sobrevivirá pisando flores, oliendo a incienso y recibiendo plegarias. Muerta, enterrada y resucitada cada primavera.
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