ruido blanco
Prohibido abrazar árboles
A la naturaleza (en realidad tan cruel, delicada y mécanica) le perdimos el respeto
Embajadores del éxodo
Viaje a la soledad
![El Ayuntamiento de Cabezón de la Sal ha habilitado distintas medidas para «salvar» el bosque de secuoyas, amenazado por las más de 200.000 visitas anuales](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/10/24/arboles_20231024092524-RhQdke4Z0j1QCvfraKCWyQN-350x624@abc.jpg)
En Cabezón de la Sal se plantean prohibir abrazar sus secuoyas ante el daño que están sufriendo los árboles tras aguantar miles de abrazos no consentidos anuales que hieren su corteza y sus raíces. No conozco nada más frío, violento e invasivo que un abrazo ... a destiempo, forzado y sin permiso. El abrazo como el beso es cosa de dos, soy de los que huía aquel tiempo que se pusieron de moda los que daban abrazos gratis a desconocidos en avenidas atestadas de gente.
El caso es que hasta Cantabria van hordas de abrazadores que se encaraman sin preguntar a los troncos cual perezosos en los documentales. Dicen los vecinos que la mayoría para conseguir una suculenta foto para sus redes sociales y una minoría como terapia natural antiestrés. Será porque el estrés se lo pasan a las resignadas secuoyas. Algunos se llevan hasta trozos de corteza de recuerdo porque a la entrada del bosque no hay tienda de souvenirs.
Reconozco que de algo parecido fui cómplice este verano en México al nadar con tortugas en Akumal. Es una de esas actividades imprescindibles entre las excursiones por la Riviera Maya para comprender su riqueza natural. Allí, día tras día, grupos de una quincena de turistas y un par de monitores en intervalos de diez minutos rodean durante casi una hora a las pobres tortugas para ver cómo comen y hacer «¡ohhhh!» al unísono a través del tubo de snorkel cuando suben a la superficie a respirar. ¡Qué belleza es verlas respirar! Aunque quizá más que inspirar suspiran porque tampoco se me ocurre mejor definición de acoso.
Hay una parte del llamado turismo natural que roza el esperpento. Se basa en la concepción irrespetuosa de la naturaleza como un precioso y gratuito parque de atracciones para llenar de actividades los domingos. Es ese turismo verde dinero que vende una naturaleza naif y pasada por el filtro de IA en tendencia que lo convierte todo en una prosopopeya Disney Pixar. Hace cuqui al lobo, despistada a la oveja y sabio al roble. A la naturaleza (en realidad tan cruel, delicada y mecánica) le perdimos el respeto. Todo acaba en la imbecilidad de acariciar osos pardo.
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