por mi vereda

Úrsula, ¿qué estás haciendo?

Los burócratas no quieren que el campo produzca. Se la sopla cómo se va alimentar la población europea en los próximos lustros

Capitana de las prioras

Bendita producción animal

Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en una imagen de archivo AFP

Después de la Segunda Guerra Mundial, Europa se puso las pilas con el objetivo de no volver a pasar hambre, al menos en tiempos de paz. En la Comunidad Económica Europea (CEE) de entonces algunas mentes preclaras entendieron la importancia de la política agraria para ... aumentar la productividad –se generalizaba la mecanización–, mejorar en nivel de vida de los profesionales y lograr unos precios asequibles de los alimentos. Por entonces, mediados del siglo XX, un hogar europeo destinaba el 50 por ciento de su renta a la cesta de la compra, y en la actualidad, según datos de 2022 referidos a España, supone el 16 por ciento, dedicado a comprar sobre todo carne, pan-cereales, leche-queso-huevos, pescado, legumbres, hortalizas y frutas. Pero llegó un aciago día en el que la Política Agraria Común (PAC) empezó a adulterarse, sometida a la visión medioambiental, hasta dejar de cumplir sus objetivos fundacionales.

Como apunta Richard J. Schenk, investigador del Mathias Corvinus Collegium (MCC) de Bruselas, comenzaba la guerra silenciosa contra la agricultura, a la que se considera culpable de todos los males, también del cambio climático. Dado que «cerrar granjas es más fácil que cerrar industrias», explica el autor, la UE asumió los mantras del ecologismo radical, con un Pacto Verde dotado de menos recursos económicos que relega la producción de alimentos y condiciona la actividad agropecuaria a exigencias medioambientales que, sencillamente, la asfixian. De ahí las protestas generalizadas de agricultores y ganaderos en varios países europeos hace unos meses, a los que una opinión pública urbanita e intoxicada por la propaganda oficial ve como agresores del medio natural, cuando son los aliados esenciales en su conservación.

La nueva PAC de ecologismo carente de rigor científico asesta un duro golpe al sector y amenaza seriamente al conjunto de las explotaciones familiares, esenciales para mantener vivo el medio rural. Los burócratas no quieren que el campo produzca. Se la sopla cómo se va alimentar la población europea en los próximos lustros. Se ponen de perfil cuando llegan productos de otros países sin el mismo nivel de requerimientos, ya sea Marruecos o la Conchinchina. Como explicó el pasado jueves en un acto de Neos Valladolid la eurodiputada Mazaly Aguilar, siguen sin entender que «no puede haber sostenibilidad sin rentabilidad». Nos movemos en un terreno cenagoso entre la demagogia, la manipulación y la incoherencia, como se aprecia en el Plan de Restauración de la Naturaleza, cursi en la denominación y lesivo en el contenido, aprobado solo ocho días después de las elecciones dentro de la deriva suicida que emprende Europa contra su sector primario. Un campo bucólico sin cultivos ni ganado, de postal, para que pasee plácidamente Teresa Ribera en busca del hermano lobo. Como en la jota de la Tía Melitona, hay que preguntar a Von der Leyen: Úrsula, ¿qué estás haciendo? Llevarnos a la ruina.

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