BUENOS DÍAS, VIETNAM
La última aventura del año
Conviene cerrar diciembre y al final uno, sobre todo, se queda con mucho de los libros que ha leído
![El escritor y viajero británico Patrick Leigh Fermor (1915-2011)](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/30/patrick_20231230210135-RLZ4GnVb0v32l5cxFEDswxL-350x624@abc.jpg)
Leo libros como un Sísifo con mesilla de noche: cada vez que quito uno, aparecen dos. En cambio releo sólo los días que necesito encontrar el tono para escribir, porque uno se despierta de la siesta con voz de tenor en vez de barítono. Y ... estos últimos meses volvía siempre al mismo libro. Hubo épocas en las que cogía a Ruano, lo que saliese, abriendo alguna página al azar de sus '300 prosas', Azorín, incluso Jardiel Poncela –porque con humor uno lo encuentra todo más rápido–… Otros días, otras épocas, releía como una oración el artículo que Jaime Campmany le escribió a César el día que se murió: «Nunca sabremos si César, cuando se confesaba con nosotros, que era siempre que no se le ocurría otra cosa de qué escribir, nos decía la mitad de su verdad o el doble de su mentira…» Pero ahora vuelvo siempre al mismo libro. Un libro que leí entregado a la causa. Y después, para mi sorpresa, lo releía para evadirme los días que la actualidad se ponía áspera, el país insulso y no había nada de qué escribir.
'Una aventura griega', de María José Solano, tiene algo de ese viaje que hubiésemos querido hacer todos si hubiésemos juntado valor para coger la mochila; si todavía tuviésemos dieciocho años y nos apellidásemos Leigh Fermor. Conocer aquel mundo de entreguerras y caminar por él como si fuese el jardín de casa al que le hubiesen puesto limoneros. Después de 1929 el mundo ya no era feliz, Nueva York se tiró por la ventana aquel viernes negro y sin embargo en los años treinta todavía quedaba un hombre que dormía bajo los árboles de los bosques de Europa algunas noches y en palacios de viejos aristócratas las otras. Un muchacho que al final del viaje llegaría a Grecia y más allá de los restos del Olimpo construiría casa en Kardamili y un mundo entero alrededor, que es el que se encontró la autora y al que entra el lector con el deseo de que fuese el suyo.
Conviene cerrar diciembre y al final uno, sobre todo, se queda con mucho de los libros que ha leído. Porque este oficio, contra todo pronóstico, lo único que deja son libros y amigos. Amigos y libros, indistintamente. Si hago propósito para el que viene yo lo único que quiero es ser Patrick Leigh Fermor y que mi vida sea 'una aventura griega', siempre y cuando lo escriba María José Solano. ¡Qué forma de enamorarse de un muerto! Y de resucitarlo después para los que no nos fuimos a andar el mundo como hicieron los dos, Patrick Leigh Fermor y María José Solano tras él.
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