BUENOS DÍAS, VIETNAM
Es una semana al año
Se le mete mano al cartel y se prueba con cosas nuevas porque en realidad lo que no se atreven es a darle un cambio a la Semana Santa
![Es una semana al año](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/02/01/ss-valladolid_20240201204253-RTpO6l9hUQgnqPsEF1SRMTM-350x624@abc.jpg)
Los carteles de Semana Santa los carga el diablo, precisamente porque tienen que hablar de Dios, no del hombre. Y eso es lo que a los hombres se nos olvida cada año. El de Sevilla, le guste a usted o no, sólo tiene a Dios. ... El de Valladolid, por el contrario, tiene de todo, como una mala paella.
No digo yo que condensar la Semana Santa más importante de España en un cartel sea sencillo, lo mismo que tampoco es fácil hacerlo en un pregón. Pero es lo mínimo que se le ha de exigir al encargado, porque de lo contrario es como si a Juan de Juni o a Gregorio Fernández ante el bloque de pino cortado en buena luna les hubiese podido la presión. Hoy, entonces, sacaríamos en procesión Vírgenes de un pulso tembloroso, crucificados que no sabrían nada de la vida eterna y tampoco de la resurrección. Pero no hay peor forma de promocionar Valladolid en su semana de pasión, muerte y resurrección que metiéndole mano al Nazareno, que no es cualquier talla, para cambiarle la cruz por una greguería barata. Simular que el madero con el que carga Cristo camino del Gólgota es la ciudad y en su travesaño en vez de «INRI» se lee cortado «OLIDSEMANASANTA24SE / MANASANTA24VALLADOLIDSE». Es una horterada, pero eso es la modernidad: algo tan viejo como no tener nada nuevo que contar. Y conviene decirlo sin que se le corten las letras a este artículo para no caer dos veces en el mismo error.
Se le mete mano al cartel y se prueba con cosas nuevas porque en realidad lo que no se atreven es a darle un cambio a la Semana Santa, que lo lleva pidiendo alguna que otra década demás. Vivimos, esencialmente, de la tradición que nos legara el arzobispo Gandásegui después de restaurarla –hace ya casi un siglo– y como todo lo que no se mejora, va a peor. A la Semana Santa de Valladolid no le hace falta nada, porque lo tiene todo. Tan sólo alguien que caiga en la cuenta de que es la ciudad la que no debe molestar esos días a Dios: Ni las farolas cuando anochece y pasa la procesión, ni los semáforos, ni un Viernes Santo que se suspende por previsión de lluvia aunque en el cielo firme ante notario el sol.
Es una semana al año, tan sólo una, para los que nos gusta y para los que no.
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