buenos días, vietnam
Toda una generación
Durante toda la adolescencia le escuché a un profesor de matemáticas que éramos la peor clase que había tenido en su vida
Es una semana al año
La ciudad no tiene quien le escriba
Esta era la generación mejor preparada de la historia, decían. Podréis ser presidentes de los Estados Unidos, decían, a los chavales españoles también. Nos dijeron de todo, menos feos, lo que nos dejaron es a medio cocer. Los planes educativos se quedaron en los huesos. ... Antes un crío conocía los ríos de España de memoria y nosotros sólo sabíamos que no sabíamos nada y ya nos creímos Sócrates. En vez de aprender inglés, en la España de los noventa, veíamos 'Magic English' y en vez de estudiar latín teníamos plástica, porque es muy importante para cualquier ser humano funcional, todo el mundo lo sabe, construir durante un trimestre entero un ventilador con una pila de petaca y unas aspas de cartón.
Durante toda la adolescencia le escuché a un profesor de matemáticas que éramos la peor clase que había tenido en su vida, nos lo repetía por lo menos una vez todos los días y me terminó haciendo ilusión. Poco menos que éramos el buen salvaje de Rousseau, pero sin nada de bueno. Hasta que hace unas semanas, invitados a comer al colegio de nuevo, allí seguía el mismo profesor diciéndole exactamente lo mismo a otra generación que ya no era la nuestra. Estos eran más jóvenes y también estaban a medio hacer. Sentí celos. Después un desengaño cruel como si mis padres me hubiesen cambiado por otro. ¡Los salvajes éramos nosotros! ¡Nosotros somos a los que vaticinaba el paro, dos divorcios y un hijo cargante al que no pudiéramos enseñar ecuaciones lineales porque nunca llegamos a entenderlas! Pero nos había cambiado sin ningún remordimiento por otros más jóvenes y con más posibilidades. Mientras nosotros seguíamos pensábamos que si no éramos CEOS de Inditex es porque nunca entendimos las ecuaciones lineales.
Así entendí de golpe que no éramos nosotros, que no teníamos nada de especial, ni siquiera nuestra maldad. Que éramos una generación sin más, como otra cualquiera, dentro de una larga lista que se va sucediendo con puntualidad. Hasta entendí que nunca llegaríamos a la luna, entre otras cosas porque ya lo hicieron en 1969 y allí estaba Raúl del Pozo para contarlo. Hasta hace un rato escuchaba a amigos quejarse de que hemos crecido entre crisis. Primero la de 2008, como si sus padres les hubieran sacado del colegio entonces para ponerlos a trabajar. Después la precariedad de un mercado laboral que no da primeras oportunidades… no hablemos de segundas.
Tal vez sea ahora cuando nos hemos dado cuenta de que tan sólo somos una generación más. Que no estamos llamados a salvar la humanidad, ni a que el Nobel nos caiga repartido. Tal vez ahora que ya hemos terminado la adolescencia, porque la adolescencia ahora termina a los treinta, es cuando empieza a ser ésta una generación interesante de verdad.