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Buenos días, vietnam

Entrar por la puerta grande

Hablaba de Dios como quien se hubiera sentado con Él

El año que viene más

Estrenar Valladolid

Interior de la Catedral de Valladolid ICAL
Guillermo Garabito

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A Dios pongo por testigo que siempre hubo algo en él. Era una gracia que nada tenía que ver con la fe, pero que movía a ella. Podía haber sido Simón Pedro, con su barca, sólo que él tenía una bodega y sabía de todos ... los árboles y las nubes que yo tenía en el jardín de La Mudarra. Conocía el nombre de los pájaros y las hierbas y llamaba a cada piedra por su nombre. Y sobre aquella piedra levanté mi iglesia. Hablar con Mario, diré, a mí me hacía creer. Sabía de cada uno de los hombres. Ninguna de sus explicaciones era sencilla y todas, por complejas, se acercaban mucho a algo muy parecido a Dios.

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