Buenos días, vietnam
Entrar por la puerta grande
![Interior de la Catedral de Valladolid](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/03/30/valladolid-catedral-ical-RGJTxVzuB0kJ3ymSsHBcARO-1200x840@diario_abc.jpg)
A Dios pongo por testigo que siempre hubo algo en él. Era una gracia que nada tenía que ver con la fe, pero que movía a ella. Podía haber sido Simón Pedro, con su barca, sólo que él tenía una bodega y sabía de todos ... los árboles y las nubes que yo tenía en el jardín de La Mudarra. Conocía el nombre de los pájaros y las hierbas y llamaba a cada piedra por su nombre. Y sobre aquella piedra levanté mi iglesia. Hablar con Mario, diré, a mí me hacía creer. Sabía de cada uno de los hombres. Ninguna de sus explicaciones era sencilla y todas, por complejas, se acercaban mucho a algo muy parecido a Dios.
Con once años conducía por la finca como los pilotos que corren el Dakar y manejaba un tractor y a mí aquello me fascinó. Intentó enseñarme, estrellé el coche contra la columna de un pajar vacío nada más arrancar y nunca le dijimos nada a nadie. Hicimos juntos la mili, que primero fue el colegio y después la carrera. Es mi mejor amigo desde que teníamos tres años y hasta hoy nunca había pensado por qué. Lo era porque Dios lo decidió al séptimo día, como el curso de un río, sin más explicación y así hemos seguido hasta hoy.
Comprábamos libros, leíamos pocos. Teníamos algo de bibliófilos precoces, robábamos alguno, como Ruano los robaba también, por darles nuevas vidas, porque «más alta vida espero», pero era como si él ya los hubiese leído todos. Desde hace diez años insistía en que quería bautizarse. Yo desconocía que no lo estuviera. Hablaba de Dios como quien se hubiera sentado con Él. Un día le pregunté… «No me bautizaron mis padres y está bien. Para cuando nos invadan los moros. Mientras al resto os pasan a cuchillo, ellos y yo estaremos en paz». Pero lo decía para que se rieran los demás.
Había algo en él que no se conformaba con el chiste, que buscaba más. Le sugerí un cura, pero los asuntos del alma no encajan con un horario laboral. Finalmente hace dos años mi amigo César se ofreció a darle catequesis. Mario sabía la Biblia habiendo leído tan sólo el lomo. Cuenta César que en una de las sesiones, cuando le explicó entre otras muchas cosas que con el bautismo se le perdonaban todos los pecados, respondió muy serio:
–«¿Pero todos? ¿Incluso los de antes de ayer?»
Desde entonces nos miraba a los demás con cara de lástima.
–«Sois unos pardillos, a mí me bautiza el obispo y encima me quitan todo lo gordo de estos años. Yo entro en la Iglesia por lo menos en el nivel treinta.»
Ayer, Sábado de Gloria, a media noche, se bautizó por fin en la Catedral de Valladolid. Cuando se enteró hace unos días que era en la Catedral me llamó: «Y porque me he enterado tarde que es allí, si no resucitó a Juan de Herrera y le digo que la acabe, que yo lo pago. E invito a Felipe II también».
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