Buenos días, vietnam
La ciudad no tiene quien le escriba
Los poetas son la mirada de lo que por cotidianidad se nos escapa
Estatua de Rosa Chacel en la Plaza de Poniente de Valladolid
A la ciudad le faltan poetas, por eso se está quedando en los huesos que son huesos de provincias y hormigón caravista. Una ciudad sin poetas es como una ciudad sin un parque y sin niños con un balón que le den vida. Una ciudad ... sin poetas es una ciudad sin vistas. Una ciudad sin nombre, a la que nadie llamara, de la que todos se hubiesen olvidado… poco menos que un montón de casas desperdigadas y una vida vulgar sin forma de remediarlo.
Los poetas son la mirada de lo que por cotidianidad se nos escapa. Arquitectos de días mejores, urbes con posibilidades de cielos más altos, porque «todo en el aire es pájaro. / Se cierne lo inmediato…» Valladolid siempre tuvo poetas: los de la Corte, Hernando de Acuña, don Francisco, Miguel de Cervantes –aunque no le hicieran merced a sus versos–, Zorrilla, Jorge Guillén, Francisco Pino, Félix Antonio González, Rosa Chacel, Godofredo Garabito.
Ahora estamos más preocupados por soterrar, mientras lo único que soterramos es a nuestros últimos poetas. Valladolid quiere ser moderna, Madrid en miniatura, como si no fuese suficientemente moderno lo olvidado, que diría Solano. Valladolid que quiere quitarle los cipreses a la colegiata de la catedral porque los cipreses no son modernos. Valladolid, empeñada en una modernidad ajena, en una modernidad de otros. Lo moderno, en Valladolid, sería reivindicar por primera vez Valladolid. Su historia, esquina por esquina, catálogo de los siglos, poner de moda lo que hasta los vallisoletanos han olvidado. Porque Valladolid no necesita ser moderna si tenemos en cuenta que ya lo ha sido todo. Seríamos unos horteras y pretenciosos. Qué necesidad hay de una modernidad como un alzheimer imparable si no somos capaces de recordar lo que somos.
Por eso digo que hacen falta poetas, que a diferencia de los historiadores, que son tipos que necesitan seiscientos folios para dar los buenos días, los versos son lo último en perderse cuando ya no marcha la memoria. Hacen falta más poetas que periodistas; la diferencia entre el primero y el segundo es que uno hace crónica de lo importante y el segundo escribe crónicas que al día siguiente ya están muertas.
Yo reivindico una ciudad con poetas, como si de eso pudiera encargarse el Ayuntamiento. Nos sobran ingenieros y nos faltan poetas. Nos sobran burócratas y nos faltan versos, aunque lo único importante en la vida es cuidarse de los malos poetas. ¡Dios nos libre de ellos!
«Aquí cesa el clamor; ya nada canta». Se ha muerto Ángel María de Pablos que tenía la voz de todos los poetas, porque además era rapsoda.