García-Gallardo: «No es lo mismo traer a un marroquí musulmán que un argentino católico»

Se trata de una proposición no de ley que, entre otras cuestiones, planteaba la expulsión de todos los inmigrantes ilegales o que los fondos con los que se asiste a foráneos en situación irregular se destine a pagar los gastos para que vuelvan a su países. «Racista», «xenófobo», un «disparate incomprensible», «tomadura de pelo», «esperpéntica», «ridícula», «impracticable» o de «difícil encaje jurídico» son algunos de los calificativos con los que las distintas bancadas han calificado el texto, que ha recibido el «no» unánime del resto de partidos con representación en las Cortes.

Gallardo, que ha arrancado su intervención dando los «bueno días a todos menos al PSOE y al PP, que un día más están en el lado equivocado de la historia» y sacando pecho de la victoria de Donald Trump en Estado Unidos -«los patriotas estamos de enhorabuena»-, ha señalado como «suicida» una política migratoria de «puertas abiertas». «El falso buenismo nos está conduciendo al desastre», ha aseverado. Su solución pasa por que «si son hostiles» se tenga «el derecho a decir que no son bienvenidos». Es en ese contexto en el que ha lanzado la comparativa entre el «marroquí musulmán» o el «católico argentino».

Un punto, la fe, que ha centrado parte de la intervención de Gallardo. Ha citado al Papa o a Santo Tomás de Aquino, y defendido la creencia de su abuelo, un «alemán católico», tras preguntarle los socialistas si su antepasado era legal cuando llegó a España. Su predecesor en la vicepresidencia de la Junta, Francisco Igea, también creyente, le ha instado a no apoyarse en la Iglesia para justificar sus argumentos. «San Mateo: cuando tuve hambre me disteis de comer, cuando fui forastero me recibisteis. No dice pero porque erais católicos«, le ha reprochado el ex de Ciudadanos.

Para Gallardo una política «útil» en materia de migración debería actuar sobre el «efecto llamada» de quien, a su juicio, viene en busca de una «vida fácil». «El ser humano es migrante por naturaleza», le ha replicado Ángel Ceña, de ¡Soria Ya¡, y lo hace por «falta de oportunidades». El 53 por ciento de los ciudadanos de su provincia reside fuera, ha recordado, y «no es porque nos gusta la aventura y pasear por la Castellana, ni dejar atrás casa, familia y amigos. Buscamos oportunidades». Un contexto de emigración de los locales, en parte, contrarrestado por foráneos, ha señalado. «Sin la inmigración no seriamos una sociedad viable», ha apostillado.

Desde el PSOE, le han afeado un «discurso de inmigración igual a delincuencia, que se desmiente por sí solo» y de querer «privar de su futuro a los que huyen de la miseria -«¿era su abuelo un delincuente por ser inmigrante? ¿lo es usted por ser descendiente?»-. «No rechazan al que compra una vivienda un millón, odian al que no tiene dinero para subsistir», ha sentenciado Rubén Illera.

Por su parte, los populares, ex socios de Gobierno durante dos años -y con los que firmaron un pacto que incluía «promover una inmigración ordenada»- han rechazado unas propuestas de Vox que entienden que «confunden» y que ahondan en «competencias» estatales y les han afeado la ruptura en los ejecutivos autonómicos por el acogimiento de menas. «Se hizo en 2022 y 2023 y no se rasgaron las vestiduras ». En esta línea, ha sentenciado Noemí Rojo que «Castilla y León es tierra de acogida» y «siempre son bienvenidos quienes buscan una vida mejor«. Finalmente, ha abogado por abordar la inmigración como un «asunto de estado» que incluya la «protección de fronteras y el respeto a derechos humanos».

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El más crítico ha sido el portavoz nacional de Podemos, Pablo Fernández. «No tiene problemas Castilla y León... Despoblación, unos servicios públicos cada vez mas deteriorados... y vienen con la misma matraca falaz«, ha señalado antes de calificar la propuesta de «racismo institucional» y «soberana porquería». «El derecho a migrar es un derecho humano, no hay ningún ser humano ilegal», ha concluido.