Escuela de arte en «la casa de todos»
Un amplio recorrido por los pasillos y salones de las Cortes permite conocer algunas de las curiosidades de una treintena de obras de las doscientas que custodia, la mayoría de artistas vinculados a Castilla y León
El enorme lienzo de los Comuneros que recobrará vida en las Cortes de Castilla y León
«Es una iniciativa muy positiva. Los ciudadanos tenemos derecho a ver estas cosas. El patrimonio no debe estar guardado», reflexiona Miguel Santos. Le puede la curiosidad y se aproxima a escasos diez centímetros del imponente lienzo de Juan Planella y Rodríguez'Los comuneros de Castilla' ... para verlo al detalle. Le llama la atención la dimensión de una obra que «tiene algún fallo de proporción», se atreve a criticar.
Es uno de los vallisoletanos que participó el pasado 15 de noviembre en el primer recorrido guiado a la colección de arte de las Cortes de Castilla y León. La convocatoria ha resultado un éxito y en apenas unos días las plazas para las seis visitas programadas entre noviembre y diciembre -este mes, serán los días 20, 21 y 27- se agotaron, motivo por el cual abrirán un nuevo calendario a partir de enero y han ampliado el cupo por grupo, admitiendo «entre 35 y 45 personas» por visita, detalla Beatriz Sánchez, encargada de guiar a los visitantes por este singular 'museo' que alberga la 'casa de todos'.
La gestora cultural, especializada en Historia del Arte, está detrás del volumen 'Colección de Arte. Cortes de Castilla y León', el primer catálogo que reúne las obras que atesora el Parlamento autonómico. El proceso de inventariado comenzó hace tres años: «Se sabía que habían venido piezas del Castillo de Fuensaldaña, otras procedentes de donaciones, préstamos, concursos... Pero no había un cómputo global».
La catalogación ha servido también para revisar el estado de conservación de las obras, un paso «muy importante» porque «había cuadros que llevaban 15 años sin ser descolgados y al hacerlo, nos hemos dado cuenta de sus problemas», apunta Beatriz Sánchez. Por lo general, su situación es «bastante buena», aunque sí dieron con varias obras que necesitan de una intervención. Es el caso, por ejemplo, de la instalación fotográfica 'Rastros', de Ángel Marcos, ubicada en el vestíbulo desde la inauguración del edificio y que ya está en manos del artista para su recuperación.
Premios Castilla y León
En el 'hall' del edificio es precisamente donde comienza el recorrido, que dura algo más de una hora y permite ver más de una treintena de obras. Lo primero que sorprende es que, pese a tratarse de una visita a una colección de arte de los últimos setenta años, lo que se muestra nada más comenzar «no es tan contemporáneo». Allí, junto al mencionado lienzo de Juan Planella y Rodríguez que el Museo del Prado cedió en depósito, que data de 1887, se puede ver en la pared contigua la obra 'Batalla de Villalar', de Manuel Pícolo y López y fechada ese mismo año.
«Es muy interesante comparar estas dos piezas», ya que, aunque ambas enarbolan el espíritu comunero, recogen momentos muy distintos, explica la guía. En la primera se ve a los retratados en actitud arrogante y lozana de camino a la batalla mientras la segunda plasma el momento final de la contienda y lo que conlleva la derrota. El espacio lo completa la escultura 'Formas para el espíritu de Castilla', «obra de madurez» de Venancio Blanco, que sorprende por la altura -alcanza los cinco metros-.
Le fue encargada al creador salmantino mientras se estaba construyendo el edificio y es uno de los Premios Castilla y León recogidos en el Parlamento: «Tenemos prácticamente a todos los galardonados. Artistas plásticos nos quedarían Águeda de la Pisa y Ángel Mateos, que a ver si conseguimos solucionar».
Junto a Venancio Blanco, otros tres artistas recibieron encargos entonces: Francisco Roldán Arnal, cuya instalación escultórica 'Solidaridad, Tolerancia, Identidad y Pluralidad' envuelve varias columnas de la fachada trasera del inmueble; 'Metamorfosis', de Cristóbal Gabarrón, ubicada en el exterior, a la entrada del edificio, y 'Urueña', de José Sánchez-Carralero, «el que más suerte tuvo porque le dieron los planos del edificio y le dejaron elegir el sitio para su obra».
Este trabajo, de acrílico y lienzo, ocupa parte de la pared situada frente al salón de recepciones, segunda parada del recorrido y cuyas pinturas expuestas permiten «explicar muy bien cómo fue el inicio de la abstracción en Castilla y León». Pertenecen a Cuadrado Lomas, Juan Manuel Díaz-Caneja, Luis Sáez y Esteban Vicente. De los dos primeros se exhiben dos trabajos de su etapa «más madura». En el caso del segoviano se trata de 'The Red and Violet' (1964), obra que vino de Estados Unidos, donde el artista dejó «una gran producción». Extraña el cuadro de Luis Sáez. Aunque su producción está más asociada «a una figuración onírica», de la pared de este salón cuelga un trabajo «que nos recuerda un poco a Saura y a los artistas del Grupo El Paso».
El paisaje de Carralero
Al salir de esta estancia, el visitante se topa con 'Urueña'. Es curioso que Sánchez-Carralero, siendo un pintor leonés, optase por un paisaje castellano tras recibir el encargo del Parlamento regional. Tiene su por qué, explica la guía: «Él era profesor en Madrid y de camino a su tierra por la autovía le llamaba poderosamente la atención ese montículo que veía a la altura del municipio vallisoletano», así que cuando le hicieron el encargo no dudó en que debía ser ese paisaje que veía en sus viajes, y que plasma la extensión de cereal que se divisa desde la muralla de la Villa del Libro bajo «un cielo de tormenta».
A un lado de esta obra se puede ver una pintura en la que Juan Manuel Fernández Pinedo capta el «el último momento de sol en los jardines del palacio de La Granja». Al otro, un curioso trabajo de José María Mezquita-Gullón. De formación «similar» a Antonio López, en 'Pino' (2005) se aleja de los trabajos que caracterizan al artista de Tomelloso: «Son todo grafismos, manchas inacabadas, que desde lo lejos nuestros ojos funden y da la sensación de tener mucho detalle». Adolfo Alonso Ares, con su serie de 27 dibujos de tinta negra elaborada a partir del carbón del Bierzo, Albano y Jorge Vidal son otros de los artistas cuyos trabajos se pueden ver en el largo pasillo.
Este último, perteneciente al Grupo Simancas y cuya obra deriva hacia la abstracción, es uno de los pocos que Beatriz Sánchez no ha podido incluir en el catálogo ante la imposibilidad de contactar con sus herederos. En él tampoco está la producción de la que fuera su pareja, Jo Stempfel, cuyas pinturas «corrían el riesgo de desaparecer, así que una actuación judicial decidió que se recogieran aquí».
Estos fondos, junto al «importante depósito» de Luis Sáez -que la Fundación Secretariado Gitano llevó a las Cortes tras recibir la donación del pintor burgalés- engrosan una buena parte de las 200 obras que custodia el Parlamento regional. No todas se pueden ver. Muchas están en despachos. De ellas, el catálogo reúne algo más de 70, para cuya selección Beatriz Sánchez tuvo en cuenta «el peso» del artista y también «que estuvieran de alguna manera vinculadas al territorio».
Es el caso del burgalés Vela Zanetti, cuya 'Alegoría del comercio y la industria' cuelga también del pasillo de la primera planta. Preocupa en las Cortes el 'estado de salud' del que fuera un regalo de la constructora Collosa al terminar el edificio: «Creemos que va a necesitar una intervención próximamente».
Frente a ella llaman la atención dos trabajos de muy diferente factura: 'Tren Rojo', de Cuasante, un pintor que tiene en el carmesí su «color fetiche», y 'Mujeres sanabresas', en la que Castilviejo recoge hábilmente el paso del tiempo en la mujer. La visita hace parada también en el hemiciclo, presidido por el 'Mosaico de los cántaros', del siglo IV, antes de recalar en el pasillo de la Presidencia, donde, tras el 'barrido' de 36 vistas de la ciudad de Zamora realizado por Félix de la Concha, se puede ver la última incorporación al fondo de las Cortes, una 'Santa Catalina de Alejandría' que Luis Moro concluyó con una intervención 'in situ'.
La visita continúa en el pasillo de la primera planta, un espacio reservado a la escultura, donde destacan los trabajos de Baltasar Lobo, Coomonte y Ana Jiménez, antes de poner punto y final en el exterior con dos de los graffitis premiados en los concursos que años atrás organizaba la Fundación Villalar -ahora Fundación Castilla y León- en el Día de la Comunidad.
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