«Encantados» de vivir en la casa del cura
Las diócesis de Castilla y León buscan una segunda oportunidad para las viviendas que fueron la residencia de los sacerdotes en los pueblos. Hoy, una treintena han sido rehabilitadas para alquiler social
Vuelve a salir a subasta por 6,8 millones un edificio en el centro de Valladolid de más de 5.000 metros cuadrados
![En la provincia de Palencia, la casa de Quintanadiez es una de las que ha entrado en el programa de rehabilitación](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/09/casa-cura-quintanadiez-R3DipTPEf5MAbVYf2dZCsrN-1200x840@abc.jpg)
Cualquier pueblo, por muy pequeño que fuera, tenía (o tiene) una casa del cura. Con la del médico, la del maestro o la de la Guardia Civil eran una referencia para los lugareños que veían en esas edificaciones una especie de santuario ... al que acudir en busca de medicina para el cuerpo o el espíritu. Pero las cosas han cambiado mucho, no ya con la llegada del nuevo siglo, sino mucho antes, y la pérdida de población trajo consigo el cierre de aquellas edificaciones que para los vecinos eran más que una vivienda, porque a ellas confiaban su seguridad, su salud, su educación y su alma.
Cerró la casa cuartel, también la escuela, después fue el médico el que dejó de estar de forma permanente en el municipio y hasta el cura acabó por abandonar su casa porque ya no se ocupaba de un solo pueblo, sino de tres, seis o incluso una docena. Y es que a la despoblación se ha sumado la caída de las vocaciones y en una Comunidad con 2.248 municipios y miles de parroquias, los pocos sacerdotes con que cuenta cada diócesis tienen que multiplicarse para poder atender a todos sus fieles, algo que sólo consiguen a costa de recorrer con el misal las carreteras.
Hace mucho que las casas del cura dejaron de tener la función para la que estaban destinadas. También llamadas casas rectorales –en ellas se realizaba la labor pastoral– se fueron quedando vacías y, con los años, muchas acabaron por caerse como desgraciadamente ocurre con que, tras su cierre, terminan en la ruina. En otros casos, se han podido destinar a usos distintos, como a viviendas de alquiler para familias vulnerables. Con ese fin, la Consejería de Medio Ambiente y Vivienda y seis diócesis de Castilla y León desarrollan convenios de colaboración para rehabilitar las viejas casas del cura y poder destinarlas al alquiler social. La Junta aporta un máximo de 40.000 euros (más IVA) y el resto corre a cuenta de las diócesis, que se encargan de ejecutar la obra y buscar inquilinos, normalmente a través de Cáritas.
Estos acuerdos han permitido realizar, hasta el momento, una treintena de actuaciones en municipios de menos de 5.000 habitantes de las provincias de Burgos, León, Palencia y Segovia, además de en la Diócesis de Ciudad Rodrigo, con un desembolso total de 1,5 millones de euros. Salamanca ha sido la última en firmar el pasado mes de septiembre el convenio, mientras que en Zamora estudian incorporarse. En el resto de diócesis, no contemplan por el momento esta posibilidad porque han realizado en solitario la gestión de este tipo de inmuebles, bien mediante su venta o con alquileres.
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León fue la primera provincia en la que se firmó, en 2017, el convenio de colaboración entre la Consejería de Fomento y la Diócesis. Desde entonces, se han rehabilitado una docena de viviendas en las localidades de Vidanes (dos viviendas), Arcahueja, Chozas de Arriba (dos), Villarrín del Páramo, Cimanes del Tejar, Villafruela del Condado, Barrio de la Puente, Ciñeda, Reliegos y Palanquinos. Sin embargo, no todas tienen inquilinos, según detalla el ecónomo de la diócesis, Vicente Gutiérrez, quien asegura que «no es fácil alquilar porque no es fácil encontrar personas que quieran vivir en los pueblos».
Selección
Las que sí lo están, acogen a familias, algunas de ellas inmigrantes, que pagan por el alojamiento una pequeña renta. Para su adjudicación, una comisión formada por representantes de la Junta y del obispado se encarga de decidir a quién se destina. También analizan los inmuebles que están en mejor estado y sobre los que se puede actuar, ya que «son muchas» las casas del cura repartidas por toda la provincia pero «buena parte de ellas están muy deterioradas y algunas, incluso, nos obligan a tirarlas». Gutiérrez lamenta que haya viviendas arregladas que estén sin alquilar: «La gente busca empleo y si éste queda lejos o no hay escuela... El problema es que no hay población, ni empleo».
![María y su familia, en la vivienda de Boada (Salamanca) en la que residen](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/09/casa-cura-boada-familia-U10115824522NbI-624x350@abc.jpg)
En la localidad leonesa de Vidanes una familia procedente de Marruecos ocupa una de esas casas del cura. Mohamed el Mansouri, su esposa y sus dos hijos de 18 y 10 años, llegaron a León en noviembre 2019 porque, aunque tenía una buena vida laboral en Tetuán «empecé a tener miedo por el futuro de mis hijos», así que a través de un compañero de trabajo y los contactos que mantenía con empresas españolas decidió emigrar. La pandemia lo complicó todo, de forma que los primeros años fueron difíciles. «Se puso todo muy negro pero pudimos salir adelante gracias a Cáritas que nos ayudó mucho», relata.
Hoy los hijos estudian –el mayor, un ciclo superior en Guardo, y la pequeña en el centro educativo de Cistierna–, él trabaja en una explotación ganadera y su esposa tiene un empleo de cuidadora. «Ya se ven los frutos en mis hijos y el resultado de tanto sacrificio», asegura este marroquí de 56 años que tiene homologado su título de Bachillerato, aunque no sus estudios de Formación Profesional. Se emociona al hablar de «la buena acogida de la gente» y se muestra muy contento con una casa que «es perfecta» y cuyo origen no supone ningún problema para un musulmán. «En la religión, cada uno con lo suyo, pero con el máximo respeto», confiesa y reconoce que cuando le preguntan dónde vive «siempre contesto que en la casa del cura o en la casa de la Iglesia». Hoy afirma con seguridad que ve su futuro en esta tierra, aunque espera volver a su país para visitar a la familia a la que no ve desde hace más de tres años.
![Interior de la casa del cura recién rehabilitada en Traspaderne (Burgos)](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/12/09/casa-cura-traspederne-U66284237175tBv-624x350@abc.jpg)
La Diócesis de Ciudad Rodrigo es la segunda en llevar a cabo este tipo de rehabilitaciones, con un total de cinco: en Aldea del Obispo (dos actuaciones), Águeda, Castillejo de Martín Viejo y Boada. En este último municipio de menos de 300 habitantes, vive María Geraldina, una hondureña que desde hace seis meses reside en la vivienda con su marido y su hijo de trece años. Llegó a esta localidad salmantino hace tres años para trabajar atendiendo a una persona mayor. «En el pueblo me acogieron muy bien», relata la joven, que vio su gran oportunidad cuando la casa se puso en alquiler. «Había más solicitudes, pero me ayudaron y lo conseguí», recuerda María, que se reconoce «encantada» de vivir en la casa del cura (por la que paga 150 euros más los gastos de luz y agua), un hogar de tres habitaciones, salón y baño, con un gran patio «muy bonita y cómoda».
Su hijo está matriculado en la ESO, ella continúa con su empleo y su marido se instalará definitivamente en Boada porque tiene muy claro que su futuro pasa por este pequeño pueblo de la comarca de Ciudad Rodrigo. Es más, reconoce que salvo a la familia «no echo nada de menos. Es como si estuviésemos en nuestro país», a lo que se añade que «la casa es maravillosa». «Soy consciente de mi suerte y de que me siento una boedense más», concluye. Las cinco viviendas de esta diócesis salmantina están alquiladas e, incluso, ya hay otros tres proyectos en redacción y que se destinarán a aquellas familias «que tengan necesidad», aseguran en el obispado.
«Hay que adecuarlas mucho»
En Palencia se ha actuado en cuatro casas del cura: Grijota, Villamoronta, Quintanadiez y Pomar de Valdavia. Desde la Diócesis, en contacto con los ayuntamientos y los CEAS, se selecciona a los inquilinos susceptibles de un alquiler social. El aparejador Roberto Gutiérrez detalla cómo «son viviendas de pueblo muy antiguas que necesitan mucha actuación para adecuarlas». Explica que «es fácil de imaginar los papeles pintados de las paredes, las cocinas bilbainas o los baños sin el acondicionamiento mínimo» por lo que la inversión suele ser cuantiosa. De hecho, la de Guijota necesitó 180.000 euros (hubo que arreglar el tejado), de los que 48.400 los puso la Junta y el resto, la diócesis.
En Burgos se ha actuado en tres municipios: Trespaderne, Busto de Bureba y Cerezo de Río Tirón. Sólo esta última está alquilada en una provincia en la que se calcula que al menos medio centenar de casas se podrían rehabilitar.
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