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El «duro» relato de un ganadero tras un ataque de buitres: «La vaca me miró a mí y al becerro y ahí supe que iba a morir»

Asaja reclama un «remedio inmediato» tras una nueva incursión de una bandada del carroñero que ha acabado con la vida de otra res en la provincia de Salamanca

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La vaca, malherida, junto al ternero, rodeados por los buitres ABC
Isabel Jimeno

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De regreso a su finca después de comer, ya desde el coche Saturnino Benito Peinado intuyó que algo no iba bien. Los buitres estaban sobrevolando su explotación de vacuno limousin en extensivo buscando carne que llevarse al pico. Y su olfato no falló. La vista de las aves, tampoco.

Al llegar, allí estaba: una impresionante bandada de unos doscientos ejemplares de este carroñero capaz de detectar su presa a decenas de kilómetros de distancia que ni siquiera con la llegada del ganadero y el ruido se espantaron, como se aprecia en el vídeo que grabó.

Habían logrado su objetivo: una vaca recién parida. Saturnino descubrió el dramático escenario cuando, al acercarse, los buitres comenzaron a separarse ligeramente, ni siquiera salir en desbandada. Estaban rodeando a la res, tirada en el suelo e incapaz de moverse. Había tenido a su ternero poco antes y la cría contemplaba a su madre, sin separarse de ella. El parto le costó la vida.

La sangre del alumbramiento sirvió de reclamo a los carroñeros. Y poco tiempo fue suficiente para asestarle tal «paliza» que allí mismo falleció ante la impotencia de Saturnino. «He visto cómo la vaca me miró a mí y al becerro y ahí supe que iba a morir«, relata este ganadero salmantino de Pedro Toro -Ciudad Rodrigo- en la denuncia de la situación dada a conocer por Asaja Salamanca.

Lo que había sido una buena noticia, la llegada de un ternero a la explotación en la noche anterior terminó con la muerte de la vaca pocas horas después. Cuando Saturnino se fue a comer, el animal «se encontraba a la orilla de la carretera» y «en perfecto estado», relata el ganadero, para quien su desagradable «sorpresa» llegó al regresar de comer a eso de las tres de la tarde y ver «cómo mi vaca estaba totalmente destrozada de la paliza que tenía».

El amargo trago de ver morir allí a su animal no acabó ahí, pues más «duro» fue el «tener que ordeñar a la vaca recién muerta para que el ternero pudiera tener calostros frescos». »Ver morir a tus animales es algo muy frustrante y algo que a los ganaderos nos duele», afirma Saturnino.

Tras lo ocurrido, dio aviso al Seprona de la Guardia Civil y a Medio Ambiente, que acudieron al lugar. Desde Asaja Salamanca, piden «una vez más a la Junta de Castilla y León que ponga remedio inmediatamente» a esta situación y denuncian que «no pueden ser los ganaderos los que acarreen con estos costes». «La administración debe hacerse cargo de los daños que ocasionan estas aves puesto que es su responsabilidad y debería sufragar todos los gastos y habilitar medidas para que cesen los ataques de esta especie», reclama la organización agraria.

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