Tortilla de patata

Mientras seguimos disfrutando de la tortilla, con cebolla o sin ella, en los Países Bajos el Movimiento Campesino Ciudadano ha conseguido vencer en las elecciones al partido del primer ministro Mark Rutte. El gobernante liberal se ha quedado pasmado al ver cómo su intención de llevar los pedos de las vacas hasta el paroxismo le ha salido rana. En España, aunque parezca mentira, llevamos semanas hablando de una moción de censura en la que un comunista pondrá a todos de cuello vuelto movido sólo por la máxima de que el espectáculo tiene que seguir y que, si hace falta, el pianista debe morir en el escenario.

Nada de esto tiene sentido y, menos aún, que en España las plataformas de la España vaciada reclamen un hospital para cada pueblo de mas de trescientos habitantes pero es que si Pedro Sánchez va a legislar para acabar con la 'indecente' mayoría de pueblos y ciudades, pues la gente cree que el mundo se puede gobernar desde la barra de un bar y acaba agarrándose a un clavo ardiendo aunque se queme.

A nadie le cabe duda de que la democracia, gracias a Dios, es el mejor espacio para proteger a las minorías pero una cosa es eso y otra erigirlas en dictadores omnímodos. Y es que si te prohíben celebrar el día del Padre porque ahora hay dieciséis tipos de familia, te prohíben ser simplemente hombre o mujer o te tratan mejor si eres un perro que un niño, la gente se acaba hartando y unos tipos que defienden que el cambio climático o la violencia de género no existen pueden llegar a gobernar un país. Veremos qué pasa cuando prohíban la tortilla de patata porque se hace con huevos y eso conlleva maltrato animal. Tiempo al tiempo.