VÍA PULCHRITUDINIS
Una sonrisa en los labios
La sonrisa de María es mejor que la suya o que la mía porque se hace grande al sobreponerse al sufrimiento
Un mundo feliz
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El día que María Caamaño salió al escenario junto a los jugadores de la selección española de fútbol para celebrar la victoria en el Campeonato de Europa todos, sin excepción, nos emocionamos. Unos dejamos correr una lágrima por nuestra mejilla y otros, los más recios, ... la hicieron fluir hacia su interior.
El desparpajo de María y la inesperada decisión de los organizadores al colocar a la niña y su enfermedad en el centro del foco mediático encandilaron a la audiencia. Lo envidiable de la sonrisa de María junto a sus ídolos y la humanización del gran negocio del fútbol no dejaron lugar a las cuitas sobre los motivos que llevaron a la Federación a tomar esa decisión.
Aquellos días de celebración han deparado derroteros muy distintos para sus protagonistas. Unos han acabado en el banquillo de los acusados, otros continúan jugando al fútbol y María ha seguido viviendo por y para su familia, sus creencias y sus ilusiones.
El jurado de los Premios Castilla y León de este año se ha marcado, igual que la Federación, uno de esos desmarques que dejan sin palabras al conceder a María el Premio a los Valores Humanos. El premio ha sido para una niña que simplemente camina por la vida con una sonrisa en los labios. ¿Por qué no?
Este viernes María ha logrado otro de sus sueños al poder dar un abrazo al Papa Francisco en uno de los «días más importantes de mi vida». A partir de ahí, la triangulación fue perfecta porque a las conmovedoras imágenes se sumaron pies de foto en los que se recuerda la pasión de la pequeña por el fútbol, los toros y, ahora, «lo creyente» que es.
De inmediato, los comentarios anónimos a las informaciones sobre un abrazo al Papa se han plagado de exabruptos del calado de «a ver cuándo da un abrazo a un niño trans». Algunos cancelarán a María por su atrevimiento creyente y taurino que, al parecer, ya no podrá ser compensado ni por su condición de futbolera.
La sonrisa de María es mejor que la suya o que la mía porque se hace grande al sobreponerse al sufrimiento. Un sufrimiento contra el que lucha disfrutando del fútbol y rezando una oración en forma de abrazo ilusionado. La respuesta ante el dolor que todos padecemos siempre tendrá cabida en ese abrazo, en esa oración.
Las leyes, el odio y la revancha son cosas de hombres. La verdad, la ilusión y los abrazos son para los que, como María, están un peldaño más arriba que nosotros. Es emocionante poder ayudar a la Fundación de María pero más emocionante aún es poder rezarle a ella para que nos ayude a nosotros a entender lo que es la vida.
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