El Burguillo, un embalse con dos caras
Atractivo para «muchos», el pantano abulense supera la decena de ahogados desde 2006. Varones que no saben nadar y que se meten al agua después de comer, el perfil
Encuentran el cuerpo sin vida del joven que no sabía nadar y se hundió tras perder sus flotadores en el embalse del Burguillo
![Dispositivo de búsqueda del último ahogado en el embalse del Burguillo](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/08/04/burgui-RLcW7Na4cl2bNXMObrAnJWN-1200x840@diario_abc.jpg)
Numerosos caminos de acceso alrededor de su perímetro que baña los términos del Barraco y El Tiemblo, abundantes playas fluviales, habilitado para el baño y la práctica de deportes, el embalse del Burguillo, en la provincia de Ávila, se convierte sobre todo en verano ... en todo un reclamo para tratar de mitigar el calor lejos del mar. Pero ese idílico paisaje, a menos de 40 kilómetros de la capital amurallada y algo más de cien del centro de Madrid, también tiene una cara 'b' más amarga, la de los ahogamientos.
Y es que lejos de ser esa tranquila 'balsa' que puede transmitir su aspecto exterior, los pantanos también entrañan sus riesgos. Y muchos. Sobre todo, porque bajo sus aguas hay desniveles a veces en vertical que desde fuera no se perciben. «Su base no es regular» y de hacer pie a no encontrar el fondo puede haber un paso, advierte Goyo Castaño, agente del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil con sede en Valladolid, que en sus treinta años en esta unidad ha tenido que sumergirse e ir literalmente tocando palmo a palmo el fondo para rescatar un centenar de cuerpos, la última esta misma semana en el de Arija (Burgos), un menor de un centro tutelado de Vizcaya.
Y en al menos tres ocasiones ha estado en El Burguillo para el mismo cometido. Y eso que no fue a ninguno de los dos últimos ahogados en tan sólo una semana, a los que acudieron sus compañeros de Madrid, con los que se coordinaron para atender una emergencia. El dramático pasado julio no ha sido un caso aislado en el historia de este embalse perteneciente a la cuenca hidrográfica del Tajo. Desde 2006, al menos once personas han perdido la vida ahogadas mientras se bañaban o pescaban en estas aguas del río Alberche. F. C. G., el joven de 29 años que se dejó la vía en la tarde del sábado 20 de julio, es la última víctima mortal aquí y encaja en un patrón que, señalan los especialistas, se repite y contribuye a incrementar la 'letalidad' de estas aguas, aunque haya excepciones. Varón, que no sabe nadar o sobreestima sus posibilidades y lanzarse solo, esos denominadores comunes.
Y otros más. El último caso ocurrió sobre las 16.00 horas, cuando los amigos con los que F. C. G. compartía jornada de ocio estival lo perdieron de vista. Había decidido adentrase en el agua con unos flotadores, pero los perdió. Sin dominar la técnica, se hundió. A 15 metros de profundidad y a 50 de la orilla encontraron su cuerpo los agentes casi dos días después. La hora, después de la comida, también se suele suceder en la dramática secuencia en un punto con gran atractivo. La cercanía a Madrid lo sitúa en el mapa, con «muchas» familias que encuentran aquí un lugar cercano de esparcimiento para pasar el día al aire libre. Comer, «beber alcohol», el calor, tener el agua «al lado»... y darse un chapuzón, también sin tener en cuenta los posibles cortes de digestión.
Y de ahí que se incrementen los riesgos de los embalses, pues lo normal es de adentrarse, hacerlo en un «lugar que cubre poco». Pero, añade este especialista que ha fondeado muchos embalses, está la «caída» en la base y ya no poder hacer pie. Bajo estas aguas, subraya, «no hay corriente», pero en el exterior el viento levanta el oleaje y en unos segundos aleja esa barca, hidropedal o colchoneta escogida para flotar.
«Falsa seguridad»
Por eso, la importancia «de saber nadar» a la hora de decidir adentrarse en un espacio acuático natural, subraya Alberto Retuerto, de la Federación de Salvamento y Socorrismo de Castilla y León. «Sería un autosalvamento», apunta, a la vez que recalca la relevancia de incidir en la «prevención» explicando los «peligros» de las aguas abiertas. Todavía recuerda cómo en 2020 unos compañeros de Benavente (Zamora) lograron sacar del agua a una familia (dos adultos y dos niños) que ya se hundían en el embalse de Villardeciervos porque su barca tenía vía de agua. «Si no se sabe nadar, van con el flotador y es una falsa seguridad», recalca, a la vez que también pone el acento en la «falta de prudencia», el «no calcular bien las fuerzas», como causa de los ahogamientos. Y, añade, «sobre todo, ir solos», algo contra lo que clama.
Si se produce la tragedia y en una primera intervención los bomberos no logran localizar el cuerpo, llega el momento de los GEAS. Ya saben que cuando reciben una llamada, deben ir a buscar un fallecido, con la seguridad de los propios agentes siempre siendo «lo primero». Aquí, recalca este veterano buceador, no valen las prisas y «repasamos mucho» cada intervención. Como mínimo, siempre van cuatro: dos buzos que se sumergen y recorren palmo a palmo el fondo, uno más en la lancha por si hay una emergencia y el piloto de la neumática. Abajo, «mucha confianza» con el compañero, siempre al lado, tocándose, porque «no te ves». «Cualquier rescate puede complicarse», advierte Goyo, parte de este equipo encabezado por el cabo Julián y también los agentes Dimas, José, Jorge, Francisco y Víctor.
«Hay que ser consciente de lo que sabes y lo que no», incide este experto, quien señala que los embalses son «muy peligrosos para la gente que no sabe nadar». De hecho, señala, «imprudencias hay pocas». Como ejemplo, señala, «la gente que nada en pantano lleva una boya para aguas abiertas» a la que se pueden agarrar en caso de emergencia «y te puede salvar la vida».
Desde la Federación de Salvamento cuestionan que no sea obligado contar con socorrista en estos espacios. En Castilla y León, para este verano, la Junta ha declarado como aptas para el baño 35 zonas en embalses, gargantas, ríos o arroyos de todas las provincias, salvo Salamanca. «No tiene sentido que para las piscinas sí necesites socorrista, que está bien como medida de seguridad, pero no en un embalse», censura Retuerto. Aún así, hay ayuntamientos que sí dotan a sus playas de profesionales.
Desde la Diputación de Ávila, su presidente, Carlos García, además de enviar el «pésame» a las familias, también hace un «llamamiento a la precaución y a seguir las recomendaciones de los expertos, pues bañarse en un embalse o pantano puede parecer una actividad sin grandes peligros, pero es todo lo contrario».
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