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En el barrio de Las Flores, Valladolid: «Faltan, faltan gallos, pero esos ya no los recuperamos»

Sin declaraciones de los propietarios 'virales', el fallecimiento de un familiar consterna a toda la calle: «Ahora hay cosas más importantes»

Localizan un criadero ilegal con más de 130 gallos de pelea en Valladolid

Fotograma de uno de los vídeos en los que los propietarios de los gallos robados reclamaban su aparición ABC
Clara Rodríguez Miguélez

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El barrio de Las Flores encara una mañana soleada y fría, tranquila, ajeno a su protagonismo de la actualidad de estos días, del que muchos sólo dicen haberse enterado por la tele o las redes: los famosos gallos robados de Valladolid eran de una familia de por aquí. Sin embargo, este viernes no era día para hablar de plumas ni de memes, de polémicas ni de fenómenos virales entre los que realmente podrían hacerlo con conocimiento de causa, porque un familiar fallecido reclamaba la atención de toda la calle, y el dolor y el respeto ante eso quitaron a todo el mundo las ganas de comentar. «Ese tema ya se ha zanjado, les han devuelto los gallos y ya está», se encoge de hombros una vecina que barre a la puerta de su hogar.

Pero los números no dan, ¿y los gallos restantes? «Faltan, faltan, pero esos ya... no los recuperamos», asume un joven gitano con resignación, pues ya van varios días sin noticias de alrededor de una veintena de animales, después de que la Guardia Civil y el Seprona dieran con diez gallos (dos muertos) en Soria. La familia de Valladolid que los reclamó entonces se había hecho viral la semana pasada por un vídeo en redes sociales en el que pedía que apareciesen las aves. En él, llegaban a deslizar la amenaza de que si no las devolvían y ellos llegaban a saber quién era el ladrón se tendría que ir de la ciudad «para toda la vida». «Ahora hay cosas más importantes», concluye el mismo hombre que ahora las da por perdidas, antes de subirse al coche, camino al velatorio.

Y es que a la publicación le siguieron bromas y pistas falsas a las que los autores respondierorobon con enfado, en una bola de nieve que no acaba de parar. Algunos usuarios y Pacma cuestionaron si esos animales se utilizaban en peleas ilegales, otros sólo querían saber si ya habían aparecido los gallos en cuestión.

«Yo de eso no sé nada, lo siento», despacha otra mujer, en una calle que se queda por momentos desierta. Un varón de edad madura, de entre los que aún no se ha marchado, sólo apunta que desearía que los jóvenes dedicasen a otras cuestiones la pasión y la energía que le dedican a las aves.

Los más afectados por la pérdida familiar se desentendían del asunto con cajas destempladas. «Márchate, de eso de los gallos ya no queremos saber nada», contesta otro vecino, también organizándose para que todo el mundo encuentre lugar en el coche. Corta con firmeza toda posibilidad de más conversación. No es el día.

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