Las ánimas de Castilla y León

Cada cultura tiene sus tradiciones para tener vivo el recuerdo de los familiares que ya no están: visitas los cementerios que estos días concitan en España a más gente que en otras épocas del año, la decoración de los altares para dar ofrenda como hacen en México o celebrar este día con disfraces y llamando de puerta en puerta con 'truco o trato' siguiendo la costumbre de Estados Unidos y su 'halloween'. Castilla y León cumple y llena de flores sus camposantos para recordar a sus difuntos, con motivo del Día de Todos los Santos, pero también hay celebraciones cargadas de historia en el medio rural y en capitales que causan interés y se repiten año a año.

Destacado el caso de Soria. Escogiendo como tema la leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer del 'Monte de las ánimas', la ciudad celebra durante una semana tradiciones y rituales vinculados a la muerte cada año. Son los días del Festival de Ánimas, que comenzó en 1986 con la lectura de la obra de Bécquer en la que se plasma el miedo, cómo lo vivían y combatían en esos tiempos. Destacada, La Noche de las Ánimas, ya catalogada como Fiestas de Interés Turístico Regional, el 1 de noviembre. Justo antes, en la oscuridad del 31 de octubre, en la capital soriana celebran un certamen con centenares de voluntarios con tambores, estandartes y títeres gigantes donde abunda la 'magia' que se le ha otorgado a esta época.

Sin salir de esta provincia, en la localidad de Ágreda, también en la noche del 31, se celebra la tradición del cántico «Rompe, rompe», con la teatralización de «La muerte en las tres culturas», un desfile que recorre los tres cementerios del pueblo: el cristiano, el musulmán y el judío. La sonata suena en la primera parada para que las almas del purgatorio clamen la piedad.

Y en Tajueco, también de Soria, con apenas un centenar de habitantes, vuelve el 'Cántico de Ánimas', una celebración donde los hombres entonan cuartetas por el pueblo seguidos del resto de la población para ahuyentar a los fantasmas.

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Destacado también el caso de Zamora, donde La Cofradía de las Benditas Ánimas, una de las más antiguas, fundada en el siglo XIX, el día 2 de noviembre recorre el cementerio de San Atilano para rezar el rosario. Es la única procesión de España dentro de un camposanto en la noche de ánimas. El camposanto de la capital se convierte en el escenario perfecto para la representación del Tenorio y recrear la inmortal obra de Zorrilla.

Otra tradición zamorana y también se reproduce en Salamanca y León es el conocido 'magosto', la recolección de la cosecha de castañas. La celebración adquiere este nombre porque es así como llaman a la hoguera para asar el fruto recogido. Algunas creencias relacionan el consumo de la castaña como una liberación de un alma del purgatorio.

Y en también en la provincia de Salamanca, en Mogarraz, la celebración de la 'noche de las Almas Blancas', una tradición perdida que se retomó hace años e implica a todos los vecinos del pueblo. La noche del 1 de noviembre el silencio inunda las calles. Sólo se escucha el sonido de las campanas y rezos para los difuntos, ambientado con velas que guían los pasos y plegarias.

Ávila, como otros muchos puntos, también se une a las tradiciones de las ánimas. Es el caso de Arenas de San Pedro, donde celebran lo que se conoce como la calbotá, una fiesta impulsada hace pocos años donde ponen fin a la recogida de castañas e inician la matanza tras visitar a sus difuntos en los camposantos.

Estas fechas son también para el teatro y especial para Don Juan Tenorio, la inmortal obra de José Zorrilla, que vuelve a subir a las tablas en su Valladolid natal. El clásico vuelve al Teatro Zorrilla desde el 31 de octubre al 3 de noviembre y también se subirá a las tablas del Teatro Cervantes, que da cabida a don Juan y doña Inés el 31 de octubre y 1 de noviembre.

Algo que no puede faltar en toda tradición es la gastronomía. Pastelerías y casas se llenan de los famosos buñuelos de viento, panallets o los huesos de santo, los dulces más conocidos en la comunidad. En Castilla y León el más típico hace años era el 'cagadillo', un caramelo casero de azúcar y cacahuete, que antiguamente se preparaba con almendras o piñones.