Desde la raya
Veinte de abril
Celtas Cortos cumple cuarenta años y nos recuerda que aquellos veinteañeros que éramos somos ya unos puretillas
A medios pelos
Una soberana mierda
Hay días con nombre como este 20 de abril que siempre tendrá como banda sonora la canción de los Celtas Cortos, esa maravillosa carta de amor y melancolía con fecha 20 de abril del Noventa, cuando mi generación atravesaba los veinte. Me leerán hoy domingo ... 21 de abril, pero la prensa en papel de siempre va un día por delante. Escribo un soleado veinte de abril del Veinticuatro, este día con nombre que me lleva a otros días y otras noches rabiosas de juventud y música, de amigos que ya no están, de las largas madrugadas en el vientre de la tierra, en una bodega que tenía nombre de León de Oro donde tantos brindis hicimos, tantos abrazos, tantas alegrías, tantas risas, siguiendo la senda del tiempo, celebrando la vida incluso sin darnos cuenta. Y ahora Celtas Cortos cumple cuarenta años y nos recuerda que aquellos veinteañeros que éramos somos ya unos puretillas, unos cargados de hijos, otros de problemas; que ahora son otros jóvenes los que apuran las madrugadas, otras canciones las que le ponen nombre a los días. Jóvenes que nunca conocieron las cajetillas de los Celtas Cortos en su versión original de tabaco; aquellas cajetillas que siempre estaban sobre la camilla de mi tía Irene, los cigarros de mi tío José, que siempre nos quemaba los manteles en Nochebuena como buen fumador compulsivo y se envenenó los pulmones entre calada y calada.
Aquellos Celtas Cortos que llevan aparejadas imágenes de los Jean del estudio de mi padre, que en realidad no fumaba pero siempre tenía a mano algún cigarrillo cuando socialmente era lo más, en aquellos años que este 20 de abril me devuelve entre estrofa y estrofa de la banda vallisoletana. Como una conjura, por casualidad llegaban hoy a mi teléfono fotografías del instituto compartidas por los que un día fuimos adolescentes en sus aulas, como si abrazar el pasado nos pusiera a salvo de un futuro tan incierto, de una vida que no deja de ser nunca una escalera cada vez más empinada, esta añoranza de lo perdido, lo que nunca fue.
Así este veinte de abril, este día con nombre que cada año me devuelve las canciones y emociones de mis veinte, los sueños que no se cumplieron, el cumpleaños de Jaime, los amores que se quedaron por el camino, los abrazos de los que ya partieron. Celtas Cortos cumple 40 tacos y daría lo poco que tengo por regresar un instante a tantas cosas perdidas por el camino, a darle la mano a los del otro lado y sonreír de frente a la vida. Entonces escribo esta columna de amor y melancolía en este día con nombre. Y nada, chicos, lo dicho: hasta pronto, si nos vemos.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete