DESDE LA RAYA
El pequeño ruiseñor
Todo es de color caca cuando el pajarito abre el pico y extiende las alas para señalar la alargada sombra
La España hemipléjica
Apesta
Víctor de Aldama, a su salida de la cárcel de Soto del Real (Madrid)
Noviembre deja en tierras del Duero un halo de tristeza, la luz difusa de la niebla y el perfume callejero de las castañas asadas, que son bendición cuando llega el crudo invierno mesetario. Pero este noviembre avanza calentito; apetece tirar de la manta –incluso de ... una manta zamorana, las más abrigadas– para dejar en cueros a quienes visten el traje del emperador, aunque somos muchos quienes lo vemos en pelota picada.
Este noviembre viene con aroma a palomitas de maíz recién hechas, olor a cine de infancia y el estreno en cartelera de El Pequeño Ruiseñor, que no es un revival de Joselito, aquel niño cantor que emocionaba con su voz a nuestros padres en sus folletines enternecedores.
Un Pequeño Ruiseñor que ha venido a cantar con pluma y taquígrafo lo ya investigado por la UCO. Una banda sonora que, de vivir en un país normal, ya habría hecho caer a todo el Gobierno, metido en el fango hasta el corvejón. Este fango que no cesa, que no es el mismo fango que aún cubre los sótanos y bajos del Levante español, donde la ministra Robles ha tenido la poca vergüenza, empatía y humanidad de levantarle la voz a quienes lo han perdido todo, a esos familiares de víctimas, vecinos y afectados por la DANA que han sufrido una clara omisión de auxilio por parte de su ministerio, entre otras muchas más omisiones imputables a este (des)Gobierno. Que eso no quita para que Mazón haya sido otro impresentable que no ha estado a la altura del pueblo que le otorgó sus poderes.
Pero este país, acostumbrado ya cada día a un estreno, se sienta complaciente en la silla para comer palomitas y ver pasar la vida como si fuese un argumento ajeno a la propia vida. Hemos asimilado tanto la corrupción, el golferío, la prevaricación, el robo, lo ilegal, que ya no hay nada que nos mueva, nos motive a salir a la calle; nada que nos haga levantar la voz y señalar con el dedo que el emperador se pasea desnudo con sus palmeros, devotos y medios alabando las maravillas de su inexistente traje.
Esa tropa, cada vez más mermada, que defiende lo indefendible, que engloba en la Fachosfera a todo aquel que no rinda pleitesía al 'guán', como si no fuese posible ser de izquierdas, liberal, progresista, sin pasar por el filtro sanchista, por mucho que se empeñen en repetir como un mantra que «semos» la ultraderecha.
Y ahora, en plena emigración de las aves a tierras más cálidas, un Pequeño Ruiseñor recién salido de la jaula entona su cántico de otoño y ponemos a tostar las palomitas. Y todo es de color caca cuando el pajarito abre el pico y extiende las alas para señalar la alargada sombra, el rastro de su vuelo sin rescate.