Babel
Defensora la España multicultural, no puedo entender que conviertan el Congreso en un nuevo Babel
Cuenta la Biblia que después del Diluvio Universal siete supervivientes llegaron a Babel y decidieron construir una torre tan alta como el cielo, desafiando con su altura al mismo Dios. Y que Dios, ofendido por la soberbia del hombre, dispuso que cada uno hablase una ... lengua distinta para no entenderse y no concluir la obra. Así, se esparcieron por el mundo diversificando las distintas lenguas.
Más allá de esta hermosa leyenda, admiro la riqueza, la cultura, el habla de cada pueblo como expresión, identidad de sus gentes. Pregunto, leo, procuro acercarme al tesoro que ofrecen las lenguas cooficiales. Negar eso sería negar la historia de cada hombre, la fonética, la canción de la lengua materna. El dulce acento gallego, el de Rosalía, que se funde en la montaña con el leonés y el sanabrés; el catalán rotundo, señorial; el cantarín y marinero bable; el valenciano de pólvora y música de viento; el enigmático euskera que se mantuvo en los caseríos; el maravilloso andaluz de sal y de sol; el extremeño seco como unas migas recién hechas... y así región por región, pueblo por pueblo.
Defensora la España multicultural, no puedo entender que conviertan el Congreso en un nuevo Babel, que los grupos políticos y minorías nacionalistas hagan de la casa de todos un reducto donde cada uno se lleva su lengua para después tomar un café juntos, comentar la sesión en castellano y gastarse una pasta en intérpretes con cargo a nuestros lomos.
Lejos de ver quién la tiene más larga o de imposiciones, el castellano es la lengua madre que vertebra el país, la que entendemos el común de los ciudadanos, que tenemos derecho a saber lo que dicen nuestros representantes sin necesidad de una traducción que quizá no siempre se ajuste a lo dicho.
La Torre de Babel cayó cuando falló el entendimiento entre los hombres y esta España nuestra se empeña en hacer del hemiciclo un nuevo monumento a la confusión, cuando la lógica dicta que lo suyo sería utilizar la lengua más hablada, de mejor entendimiento para todos. Sin imposiciones ni coacciones: por generosidad hacia el ciudadano y sentido común. Es nuestra voz, son nuestras palabras.
Con una nueva ley aún no aprobada pero ya aplicada, en este nuevo Babel lo único que saco en claro es que a algunos, incluso hablando en castellano, no hay quien los entienda.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete