Salvador Rus Rufino - Un tiempo propio
Los intelectuales y los comuneros
«Los comuneros, hombres de frontera entre dos mundos, nos revelaron los valores fundamentales sobre los que asienta la convivencia social»

El próximo 23 de abril se conmemorará el quinto centenario de la batalla de Villalar, que significó el final de revuelta de las Comunidades. La interpretación que ha recibido este movimiento social y político ha sido muy diversa desde el siglo XVI hasta nuestros días. ... Esas diferencias en la consideración de los comuneros nos muestran que desde su origen hasta hoy día su gesta no ha dejado indiferente a ninguna generación de españoles y, también, ha llamado la atención de historiadores extranjeros. Por tanto, fue un movimiento político que fracasó en su origen, en sus pretensiones iniciales, pero que sus ideas, ideales y proyectos fueron un imán que atrajo, atrae y atraerá la atención de historiadores e investigadores.
¿Por qué sucede esto, si los comuneros fueron vencidos? Porque sus propuestas sociales y políticas estaban fundamentadas en la tradición de pensamiento que enseñaban los grandes maestros en las universidades de Castilla: Salamanca, Valladolid y Alcalá de Henares. Una tradición que hundía sus raíces en la religión cristiana, en la filosofía griega y en el derecho romano. Los tres pilares sobre los que se asienta y configuran la civilización europea que trata de situar en el centro del pensamiento, de la política y de la sociedad al ser humano. Un ser trascendente que está dotado de razón para relacionarse con la divinidad, comprender y desentrañar los misterios del mundo que le rodea, conocer el fundamento y el destino de la existencia, y establecer acuerdos con los demás seres humanos para constituir una comunidad de la que todos forman parte, con los mismos derechos y obligaciones. Las Comunidades dieron el primer paso para convertir al ser humano que vive en sociedad, desarrolla su existencia con otros, es con los demás y para los demás, en ciudadano, es decir, un sujeto independiente, libre e igual que es dueño de su destino. En aquellos años, desde un punto de vista teórico, los maestros Pedro Martínez de Osma, Fernando de Roa, el Pinciano, llamado el Comendador Griego, y otros docentes universitarios, enseñaban en sus aulas que el hombre está destinado por naturaleza a vivir en comunidad y que el convivir perfecciona el mero vivir. La convivencia mejora la existencia.
Estas enseñanzas fueron asimiladas por los líderes comuneros y ellos propusieron volver la mirada hacia el protagonista de la política: el ser humano libre y comprometido con un proyecto social; un ciudadano que como tal debe asumir la responsabilidad de ser elemento activo en el gobierno de la comunidad. Con lealtad a su rey que gobierna siguiendo los preceptos legales y construyendo una sociedad justa. Su derrota los privó de ver cómo algunas de sus ideas y propuestas fueron asumidas por Carlos V, que las consideró como necesarias para gobernar un reino, construir un imperio muy extenso y variado donde se entrecruzaban culturas, lenguas y tradiciones diferentes.
Hoy día, quinientos años después, podemos y debemos realizar un nuevo balance de este movimiento social y político, que fue tan importante y decisivo para la configuración de una España moderna, que entró con velas desplegadas en una nueva época en la que asumió el liderazgo mundial.Los comuneros, hombres de frontera entre dos mundos, nos revelaron los valores fundamentales sobre los que se asienta la convivencia social y las formas de Estado y de gobierno eran la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo. Los mismos que se recogen en la Constitución de 1978.
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