2022 ya bate el récord histórico anual de superficie arbolada quemada
En mes y medio ha habido once grandes incendios, frente a los cinco de media anual en la última década
El 80% de la superficie afectada se corresponde con llamas originadas por tormentas y rayos
De media, cada año del último siglo se han registrado en Castilla y León cinco grandes fuegos forestales, aquellos que arrasan más de 500 hectáreas de terreno. En este catastrófico 2022, en el que se han acuñado los llamados incendios de sexta generación, fuera ... de la capacidad de extinción y con una velocidad de propagación inusitada, sólo en un día -el 17 de julio- llegaron a confluir hasta seis activos y descontrolados de estas características. Esa voracidad al albur de las condiciones meteorológicas extremas y la sequedad del terreno llevan a un demoledor balance de superficie quemada a esas alturas del año, que ya supera las 80.000 hectáreas en Castilla y León, donde las llamas se han cebado especialmente con valiosos espacios naturales y superficies arboladas.
La cifra de terreno calcinado cuadruplica la media de la última década y es la tercera más alta de la historia con visos de alcanzar el primer puesto teniendo en cuenta que hoy comienza un cálido agosto que, de acuerdo con las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), arrancará con un largo episodio de altas temperaturas, responsables en buena parte de la dimensión que en este verano están tomando los incendios forestales a lo largo de todo el país.
En concreto, los dos precedentes con peor balance anual, de momento, son los de los años 1978 y 1985, cuando la cifra de hectáreas abrasadas alcanzó las 105.000. El contexto era diferente. Había comenzado el éxodo rural y con ello el monte empezó a perder a todos aquellos que cuidaban de él o que aprovechaban de forma regular los recursos que daba. Sin ellos, los espacios arbolados, desatendidos, almacenaban combustible. Tampoco el clima era como el actual -en 1984 se dio la última anomalía negativa en temperatura, con máximas por debajo de la media. Desde entonces han ido en ascenso-. De hecho, estos dos ejercicios en los que se dio un «aumento desmesurado» de los fuegos fueron húmedos. La diferencia la marcan las características de las zonas afectadas por las llamas, ya que en torno al 17 por ciento fue entonces arbolada, mientras este año el porcentaje asciende al 44%.
Así, en 1978 la superficie arbolada presa del fuego fue de 20.170 hectáreas; en 1985 ascendieron a 17.460, y en este 2022 ya son más de 67.800, siendo el presente ejercicio el peor en este sentido de la serie estadística que se remonta hasta 1968, con la mayor cifra de la historia de este tipo de terreno dañado por las llamas. Miles de hectáreas que se enclavan, además en espacios de gran valor ecológico. La Sierra de la Culebra, Los parques de Gredos y Guadarrama, la Sierra de Francia-Batuecas, Sierra de Béjar, los Ancares leoneses o Castronuño figuran entre el listado de áreas afectadas por los incendios.
Al menos 920 fuegos se han registrado en Castilla y León en los siete primeros meses del año. De ellos, 236 desde el pasado 15 de junio, día en el que empezó a prender la mecha en la Sierra de la Culebra, antesala de ese devastador estío. De media desde entonces se han quemado 332 hectáreas por incendio, mientras que ese cálculo acotado a la última década es de doce hectáreas.
Ello responde a la extraordinaria capacidad de propagación registrada este verano en el conjunto de España que, sumida en olas de calor tras un año especialmente seco, ha visto como ardían en el país más de 200.000 hectáreas. Las altas temperaturas, los vientos y la escasa humedad han propiciado que las llamas alcanzaran los 20 metros de altura y avanzaran a un ritmo de hasta 1.200 hectáreas a la hora. Sólo en media hora arrasaban ya con esas 500 hectáreas de superficie que se toman como referencia para determinar que un fuego es un gran incendio forestal.
En concreto, son once los que han alcanzado esa consideración desde el pasado 15 de junio. Entre ellos destaca la peculiaridad en este 2022 de los rayos como causa de origen. De media, suponen un siete por ciento de los casos, pero este año están detrás de un 86 por ciento de la superficie quemada. Enclaves como la zamorana Sierra de la Culebra o las salmantinas Sierra de Francia-Batuecas y Béjar han visto como una tormenta seca desencadenaba el desastre.
70 evacuaciones
Esa extraordinaria capacidad de propagación ha llevado a la declaración de más incendios de lo habitual en nivel 2 de gravedad. Se hace con fuegos que requieren la incorporación de medios de otras administraciones y en los que la emergencia puede entrañar grave riesgo para la población y bienes distintos a los de naturaleza forestal. Implican evacuaciones, cortes de carreteras y vías de tren o amenazan instalaciones singulares (industrias químicas, polvorines...). Hasta 21 han cumplido estas características que de forma general se aplicaron al conjunto de la provincia de Salamanca, cuando varios fuegos simultáneos pusieron en jaque este territorio. En la mayoría de casos el peligro radicaba en su cercanía a localidades. No en vano, al menos setenta poblaciones han tenido que ser desalojadas en el último mes y medio.
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