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tiroteo mortal en argamasilla de calatrava

«A la viuda de Alejandro le quedará una pensión de 770 euros porque los policías locales no somos una profesión de riesgo»

sucesos

Luciano García Rojo, presidente de la asociación Aposel y jefe de Policía Local con 20 efectivos a sus órdenes, era amigo del agente muerto. Un mes antes habían trabajado juntos

Funeral por Alejandro Congosto Gómez EP
Manuel Moreno

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Luciano ya puede hablar de su amigo sin llorar. «Ahora lo puedo hacer sin emocionarme», dice. Hace seis días, el 26 de octubre, Alejandro Congosto Gómez murió en acto de servicio en un tiroteo en Argamasilla de Calatrava, la pequeña población de Ciudad Real (5.800 habitantes) donde Alfonso también mató con un rifle de caza mayor y mira telescópica al agricultor José Luis Fernández, 'el Bonito', antes de ser abatido por la Guardia Civil.

Hace un mes, el subinspector Luciano García Rojo, jefe de la Policía Local de Torrijos, tuvo a sus órdenes a Alejandro, de 41 años, casado y padre de una niña. Congosto estuvo en comisión de servicio en este pueblo toledano por las fiestas de La Sementera. «Se me perdió entre la gente y le reprendí: 'Dónde vas, que te van a matar y no nos vamos a enterar. Ven para aquí y pégate a mis costillares'», rememora Luciano, que atiende a 'ABC' en calidad de presidente de la Asociación Policial de Seguridad Local (Aposel).

Los órganos de Alejandro, natural de Talavera de la Reina, fueron donados antes de ser incinerado. «Este chaval era buenísimo», eleva la voz Luciano García, policía local desde hace 25 años, que habla de la Medalla al Mérito Policial en su categoría oro que la Junta de Comunidades otorgó a su amigo, la primera persona de Castilla-La Mancha que recibe esta condecoración. «Es un hecho de agradecer, pero no tiene ningún tipo de pensión para la viuda. Son reconocimientos simbólicos, porque la Policía Local no está reconocida como profesión de riesgo a nivel nacional», lamenta el presidente de Aposel. «Esto supone que la viuda de Alejandro va a cobrar el 55 por ciento de su sueldo como policía, que era de 1.400 euros netos al mes, con lo que la pensión será de unos 770 euros. Que se lo expliquen a la viuda, que no tiene trabajo», afirma el subinspector antes de aseverar que «los sueldos son miserables».

Al frente de 20 agentes desde hace años, se queja amargamente de la falta de medios (escudos balísticos, por ejemplo) que sus compañeros tienen en la región. Y reclama que el cuerpo policial que representa pueda empuñar armas largas en Castilla-La Mancha, donde todavía no se les permite su uso. «La gente tiene que saber que la Policía Local es la gran olvidada, la gran invisible entre los cuerpos y fuerzas de seguridad a todos los niveles. Siempre he dicho que la Policía Local es el reflejo de la competencia o incompetencia del político que la gobierna. Si tu ves un cuerpo de Policía Local con coches de 25 años y sin medios, ya estás viendo entonces el perfil del político», opina.

El presidente de Aposel critica la «doble moral» del político, que «prefiere dar explicaciones por un policía muerto que por un delincuente herido». «Es una realidad: los políticos locales no quieren dotar a su policía de los medios adecuados para que no trabajen más de la cuenta, porque para ellos les supone un perjuicio», continúa. Y Luciano García, criminólogo y especialista en tiro policial, cita algún ejemplo: «Los famosos Táser, los dispositivos electrónicos de control que ahora están tan de moda, no los quieren en la mayoría de los ayuntamientos de la región. ¡Pero si están recogidos en la ley de coordinación de 2002! ¡Hace veinte años! ¡Y sólo lo tienen cuatro cuerpos de Policía Local!».

El subinspector tiene mucha calle y conoce bien los pueblos de Castilla-La Mancha. «En los entornos rurales, los sucesos como el de Argamasilla de Calatrava son terribles; siempre. Y la Policía Local no es que esté cogiendo parcelas de la Guardia Civil; es que está haciendo sus funciones porque no hay personal de la Guardia Civil suficiente», describe.

A Luciano García le une una gran amistad con Javier Delgado, el policía local que resultó herido en una cadera en el tiroteo. «Javi es instructor de tiro y sabe manejar perfectamente las armas -afirma-, pero en Argamasilla tuvieron que llamar a un blindado porque no había medios... El pobre enfermo que mató a Alejandro y al agricultor, ¿cómo tuvo acceso a un arma con munición de guerra, como digo yo? Porque es como un fusil de asalto, más potente».

En este punto, el subinspector hace un inciso. «Me gustaría -dice- reconocer públicamente la labor de los dos primeros guardias civiles que llegaron al lugar, un chico y una chica. Aguantaron estoicamente, su labor ha pasado inadvertida para la sociedad y los pobres están destrozados».

El presidente de Aposel insiste en que «los policías locales estamos supliendo a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado porque no hay personal. Y no es lógico que en el siglo XXI las policías locales estemos sin los medios adecuados, sobre todo porque somos los primeros intervinientes». «Llevamos una lucha quimérica de muchos años para el reconocimiento como profesión de riesgo y no lo conseguimos por intereses políticos», continúa. A su juicio, «hacia la Policía Local existe un sesgo de odio impresionante por parte de los políticos, porque en los pueblos están los cortijos y los caciques, que ven que no pueden mangonear a la Policía Local y es ahí donde recae el problema».

Luciano desea que sus lágrimas por Alejandro, su amigo, sean las últimas que derrame por la muerte de un compañero en acto de servicio en España, pero «el perfil criminal ha cambiado y el modelo policial tiene que cambiar», demanda.

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