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Universitarios de Toledo, soldados del ejército de la solidaridad en Valencia por la DANA

Más de una treintena de alumnos de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) aparcan sus estudios para ayudar en la limpieza de municipios azotados por la tragedia

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Algunos universitarios que participan en las tareas ABC
Manuel Moreno

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Son jóvenes, preparados académicamente y solidarios. Han aparcado sus estudios para ir a Valencia a ayudar en la limpieza de pueblos azotados por la DANA. Son todos alumnos de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), además de un militar, y forman parte del ejército de la solidaridad que se ha desplegado en la Comunidad Valenciana.

«Lo que está claro es que aquí nadie está coordinando nada», critica Hugo, una especie de portavoz de 35 jóvenes (23 chicos y 12 chicas) que van y viene según su disponibilidad. Casi todos son estudiantes de la Actividad Física y del Deporte en el campus de Toledo, aunque hay cuatro alumnas de Fisioterapia y el mencionado militar. Se mueven en siete coches y van donde los reclaman los vecinos.

El impulso surgió la pasada semana en un congreso sobre una asignatura de la carrera de Ciencias del Deporte. «¿Qué tal si vamos?», preguntó alguien. Hugo abrió entonces una cuenta en internet para que los voluntarios se apuntaran, y el domingo se dedicó a telefonear a ayuntamientos valencianos para ver qué necesitaban.

También llamó a casas rurales de municipios cercanos para encontrar alojamiento, y lo consiguió. Logró sitio para 20 en dos casas rurales y unos salones municipales para el resto en Caudete de las Fuentes, donde cada noche preparan la comida del día siguiente. Desde aquí, y en función de lo que les decían los vecinos, han ido a Utiel, a siete kilómetros; Chiva, a 57, y Aldaya, a 80.

«En Aldaya hemos limpiado en un ambulatorio, donde sacamos armarios y escombros, y en otro aparcamiento subterráneo achicando agua; en Utiel, en calles; y también ayudamos en unas casas de gente mayor en Chiva», relata Hugo, que lleva todo apuntado en una hoja de cálculo en Excel.

«Hemos encontrado desolación», resume, añadiendo que «en Chiva ayudamos a una señora enganchada a oxígeno artificial que no podía respirar». Y entre tanto trabajo, los jóvenes sacaron unos minutos de descanso en Aldaya, mientras limpiaban en un colegio, para jugar al fútbol con tres niños. Un pequeño gesto de normalidad.

Para que supieran en el campus que no se han 'fumado' las clases por gusto, Hugo también mandó un correo al decanato para que lo reenviaran a sus profesores. «Casi ninguno nos contestó, pero el decanato está con nosotros; así que facilitarán las cosas. Porque las clases siguen y estamos intentando que las entregas y pruebas calificables se puedan entregar la próxima semana», explicaba Hugo a ABC a las ocho de esta mañana, antes de salir hacia Catarroja, a 90 kilómetros de su alojamiento en Caudete de las Fuentes.

Allí la tropa de voluntarios se ha encontrado con que las autoridades no les dejaban entrar. «Nos han dicho que no hacía falta, pero los vecinos nos decían que sí». Al final han accedido a Catarroja contando una mentira piadosa: que iban a echar una mano a amigos y familiares. En el primer y segundo control, «donde había más policías que ayudando», no ha colado. En el tercero y último, afortunadamente, se han mostrado más «empáticos» y la brigada de universitarios castellanomanchegos ha logrado su objetivo: ayudar a los necesitados.

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