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juicio por el crimen en la pueblanueva

Íker, acorralado por la sentencia de un juez de menores que condena a su hermano Asier por el asesinato de Abraham

«Lo dejó k. o. y en la misma acción le cortó el cuello», sostiene el forense que hizo la necropsia. Asegura que la herida mortal con un trozo de cristal se produjo nada más golpearle con una botella de cerveza

Una venta de marihuana truncada, móvil del homicidio de Abraham: «¡Esos 30.000 euros están manchados de la sangre de mi hijo!»

Íker, este miércoles a su llegada a la Audiencia Provincial de Toledo manuel moreno
Manuel Moreno

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Asier declaró este miércoles como testigo en el juicio contra Íker en la Audiencia Provincial de Toledo por el homicidio de Abraham, un traficante de marihuana de 29 años que tenía negocios con los dos y que murió degollado por Íker en La Pueblanueva el 16 de junio de 2021.

Su hermano pequeño, con 16 años cuando ocurrió el crimen y ahora mayor de edad, compareció sólo unas horas después de saber que el juez de Menores de Toledo, José Ramón Bernácer, lo había condenado como responsable del asesinato de Abraham en una sentencia que no es firme. ¿La pena? Siete años y seis meses de internamiento en régimen cerrado, seguido de otros cuatro años de libertad vigilada. Además, los padres de Asier deberán indemnizar con 98.000 euros a la hija de Abraham, que tenía dos años cuando mataron a su progenitor, y con otros 148.000 a los padres del finado.

En su declaración ante el tribunal popular y delante de su hermano, Asier aseguró que Íker y él vendían la marihuana que Abraham les proporcionaba, con la anuencia de sus padres según un guardia civil. «Nos daba la marihuana, la limpiábamos y se la devolvíamos», explicó.

La relación que se inició a principios de aquel año fue muy buena hasta mayo, cuando la 'desaparición' de unos 40 kilos, valorados en unos 80.000 euros, truncó el afecto. Hasta que llegó el ocaso del 16 de junio en un merendero de la zona de recreo conocida como 'Los Caños'.

«Fui a ayudar, a separar, pero no podía», contestó Asier, quien consumía sustancias estupefacientes desde los 13 años según la sentencia del Juzgado de Menores número 1 de Toledo. Se quitó cualquier responsabilidad en el crimen y negó que agrediera a la víctima. «No vi nada. No vi a mi hermano cortarle el cuello. Cuando me di la vuelta, vi a Abraham en el suelo; yo me quedé en 'shock' y mi hermano me dijo que nos fuéramos», relató Asier, quien estuvo en un centro cerrado por estos hechos desde el 19 de junio hasta el 17 de marzo del siguiente año.

Casi dos horas después, el hermano pequeño de Íker envió un mensaje por WhatsApp, con muchas faltas de ortografía, a tres testigos de la pelea que acabó en muerte. Era el pretexto que debían contar si la Guardia Civil los preguntaba. «Es la mejor excusa que se ha podido inventar» una tía abogada que en realidad no existía.

Uno de esos tres testigos, todavía menor de edad, sí dijo en la sala que Asier pegó a Abraham, que llevaba 6.000 euros en los bolsillos. «Mientras Íker le sujetaba, Asier le golpeó en el abdomen», se lee en los hechos probados de la sentencia que lo condena casi tres meses después de su juicio en el juzgado de menores.

«Eso se le devolvió», aseveró en la Audiencia provincial la madre de Asier e Íker, que hacía dos meses que había cumplido los 18 años cuando quitó la vida a Abraham. La progenitora se refería a la mercancía que fue el móvil de este crimen, aunque unos instantes antes había negado que sus hijos se dedicasen al tráfico de marihuana por entonces.

Ella fue precisamente quien telefoneó a la Guardia Civil esa misma noche, después de que Íker, que «no era de peleas», le contase parte de lo que había sucedido en el merendero. «No me dijo que lo había matado», añadió.

«Íker no era conflictivo, un chico normal», dibujó entre lágrimas una de las testigos a preguntas del abogado de la defensa, que pudo encontrar después un aliado, quizá impensado, en el testimonio del médico forense que ya declaró en el juicio de Asier en el juzgado de menores.

¿Hubo o no alevosía? Con una explicación profusa y un lenguaje muy técnico, que al tribunal popular tal vez le pudo costar entender, el facultativo se reafirmó: el homicida «dejó k. o.» a Abraham al romperle una litrona de cerveza en la cabeza, cuando ambos estaban de pie, y «en la misma acción le dio dos cortes en el cuello» antes de que cayera al suelo. Luego la víctima falleció al asfixiarse con su propia sangre; una muerte que quizá no habría sucedido, especuló, si le hubiese sucedido a la puerta de un hospital.

El testimonio del forense podría tener peso en la decisión del jurado, que también escuchó de un perito de la defensa, basándose en el análisis del informe de la necropsia, que Abraham pudo haber muerto del golpe.

Al tribunal, sin embargo, no se le informó en la sala de la sentencia condenatoria de Asier. Quizá este jueves el fallo judicial salga a relucir durante la lectura de las conclusiones definitivas de las partes, último peldaño antes de que el tribunal popular se encierre a deliberar: ¿homicidio o asesinato?

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