Los estragos de la DANA: «La gente salía de sus casas con escrituras y álbumes de fotos»
Joaquín Romera, que coordina el gabinete de crisis de la Diputación de Toledo por la gota fría, ha perdido su coche
SOS de Yunclillos: los vecinos con pozos de agua ofrecen sus casas a otros para asearse
Romera señala al altura del agua en Yunclillos junto al alcalde
La DANA ha dejado una huella que tardará tiempo en desaparecer. En numerosos pueblos de la provincia de Toledo, donde en algunos no tienen ni agua corriente para asearse, tendrán que trabajar todavía varios días para volver a su estado antes de la gota fría.
«La gente, la mayoría personas mayores, salía de sus casas con sus escrituras y los álbumes de fotos, agarrados a ello como si fuera lo último que le quedara». Es la imagen más impactante que se le repite a Joaquín Romera, vicepresidente de la Diputación de Toledo, después de tres días recorriendo pueblos: «Gente que ha perdido todo: los recuerdos de su familia, el dinero, las joyas, los muebles,... Y cuando la gente pierde todo se agarra a lo que sea».
Habla desde la experiencia porque, en tres días, ha pasado por lugares que han sido castigados duramente: Nambroca, Magán, Mocejón, Cobeja, Villaluenga de la Sagra, Yuncler, Yunclillos, Villaseca... «La DANA ha destrozado casas enteras en la mayoría de los pueblos donde el agua entró en las plantas bajas y sótanos: cocinas, salones, electrodomésticos, lámparas...», enumera. «Hay familias que hoy no tienen ropa ni enseres, no tienen nada; y se han ido a casas de familiares», continúa. Este político pone el acento en las tres personas muertas por la gota fría, además de una mujer desaparecida en Valmojado y «otra en Magán que no aparece».
Más medios
Romera es el responsable de la coordinación del llamado comité de evaluación o de crisis dentro de la institución para trazar el estado y la evolución de los estragos de la DANA. Ha recibido solicitudes de más de cincuenta pueblos para que les echen una mano, aunque algunos han podido paliar en parte los efectos de la gota fría con máquinas de agricultores o máquinas de empresas.
Para los que no tienen medios suficientes, además de gestionar el corte de una carretera, desde la Diputación se ha enviado o se va a mandas en las próximas horas lo necesario para actuar. Romera cita como ejemplo Casarrubios del Monte, Yuncler, Mocejón, Cobeja, Yunclillos, Magán, Numancia de la Sagra, Camarena, El Romeral, Guadamur o Argés. «Otros pueblos nos han pedido servicio de limpieza, de barredoras o hidrolimpiadoras, que se enviarán cuando se pueda», aclara el vicepresidente de la Diputación, obligada a contratar recursos externos.
La institución, que tiene el apoyo de Tragsa, Infocam y el Consorcio de Bomberos con autobombas, ha aumentado sus medios. Así ha desplegado nueve retroexcavadoras, tres autobombas, una motoniveladora, una decena de camiones y más de una veintena de operarios repartidos en brigadas. Esto se suma, por ejemplo, a diez camiones con bañera para retirar enseres y escombros.
Porque «hay gente que todavía tiene dos metros de tierra dentro de su casa», se lamenta Romera. Se refiere a Yunclillos, «el peor pueblo de la provincia ahora mismo». Aclara que lo dice sin que le lleve la pasión por ser el municipio donde es concejal. La noche del domingo, la riada provocada por la DANA atravesó y arrasó este municipio de unos 850 vecinos que sigue sumido en el fango, después de casi tres días. «El arroyo con un caudal de unos 60 metros de anchura se encontró con una canalización subterránea de apenas dos metros y medio, con lo que reventó todo y el agua subió en la plaza más de dos metros», explica su alcalde, Manuel Zamarreño.
Decenas de casas bajas y de dos plantas inundadas en una plaza de un kilómetro de largo por cincuenta metros de ancho. «La mitad del pueblo es la plaza», dice gráficamente el edil de un municipio donde la farmacia, el consultorio médico, la tienda de alimentación y los dos bares han quedado devastados. «Nos hemos quedado sin nada», resume Zamarreño. «Tuvimos un río Tajo cruzando el pueblo, con cerca de 700 metros cúbicos por segundo», dice Joaquín Romera, que ha perdido su coche, al igual que les ha sucedido al alcalde y al teniente de alcalde. «El domingo fui desde Toledo, donde vivo, a Yunclillos para ayudar y mi coche está en un arroyo a la espera de que lo saquen. La riada con una altura de tres metros de agua se lo llevó», recuerda.
Afortunadamente, no hay que lamentar daños personales en su pueblo «porque fuimos sacando a mucha gente, sobre todo mayor, la primera noche y un chico con una casa rural acogió de manera altruista a algunas personas», relata Zamarreño.
Hay vecinos, la mayor parte de edad avanzada, que se han marchado fuera, a casas de familiares, como en Madrid, Getafe o Leganés, mientras otros permanecen en Yunclillos acogidos por otros parientes.
Además, este pueblo es uno de los afectados por la falta de suministro de agua desde el embalse de Picadas. Como no tienen ni para ducharse, vecinos con pozos están ofreciendo sus casas a otros para que vayan a asearse, cuenta el alcalde por teléfono mientras ayuda en el reparto de agua potable. «El restaurante El Bohío de Illescas y Aqualia nos han traído agua para beber», continúa Zamarreño, quien también ha abierto sus puertas a las personas que necesiten asearse porque su casa tiene pozo. «Todo es muy triste, pero no queda otra. Y todos los vecinos se están están volcando», añade orgulloso el alcalde.
Los ciudadanos de los alrededores también están respondiendo, como Pablo Fontelos, un ganadero de Lominchar que ha llevado maquinaria para retirar el barro y los escombros. Pero en Yunclillos faltan contenedores para llevar a puntos limpios los muebles inservibles que la gente está sacando a la calle, algo que están aprovechando también los chatarreros.
Pillaje
Desde el Ayuntamiento se ha pedido auxilio a todas las instituciones posibles y al Ejército. «Hemos solicitado ayuda a la UME [Unidad Militar de Emergencias] y estamos a la espera de que la Delegación del Gobierno [de Castilla-La Mancha] lo autorice o no. Necesitamos toda la mano de obra posible», ruega Zamarreño.
De momento, treinta militares del acuartelamiento madrileño de El Goloso, compañeros de un vecino de Yunclillos, se personaron ayer voluntariamente en el pueblo para ayudar en las tareas de limpieza. «Fue llamar y venir», dice el alcalde.
«Estoy como una nube», reflexiona Romera, porque «cada día que voy a un pueblo veo que la realidad es más dura. Ahora es cuando puedes pasar a una casa y ves las paredes humedecidas y dos metros de tierra. Y esa gente tiene que empezar de cero. ¿Qué hacen? ¿Dónde se van? ¿Dónde trabajan?», se pregunta el vicepresidente de la Diputación, quien advierte del pillaje que se ha desatado porque muchas viviendas, negocios o edificios públicos no tienen puertas. «Incluso están yendo a los coches amontonados para romper las ventanillas y llevarse los efectos que encuentran dentro», denuncia.
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