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La ONCE pone a ocho periodistas en los zapatos de los discapacitados visuales con una 'yincana' de 250 metros en Toledo

El presidente del Consejo Territorial de la organización en Castilla-La Mancha, José Martínez, pide un fondo regional de accesibilidad, acompañado de una ley actualizada, ya que la vigente es de 1994 y el código técnico del 1997

La accesibilidad para la discapacidad, asignatura pendiente en Castilla-La Mancha

Actividad de sensibilización de la ONCE en Toledo Fotos: H. Fraile
Mariano Cebrián

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¿Cuánto tarda una persona en recorrer 250 metros? Pues según se mire o no se mire, nunca mejor dicho, porque el hecho de ser invidente, en algunos casos por un día, lo complica aún más. Esto es lo que ha podido comprobar este lunes un grupo periodistas que se han puesto en los zapatos de una persona con discapacidad visual grave con motivo de una actividad de sensibilización desarrollada por la ONCE en Toledo.

Ni el miedo a la oscuridad ni la lluvia han frenado a ocho profesionales de la comunicación a recorrer, poco después de las diez de la mañana, esa distancia que separa la sede de la ONCE en Toledo, en el número 10 de la calle Reino Unido, de la avenida de Irlanda. Con un antifaz opaco tapando sus ojos y un bastón como única herramienta para guiarse, además del tacto y del oído como sentidos sustitutivos de la vista, todos ellos han ido salvando obstáculos de la mejor manera que han podido.

Todo ello, gracias a un buen lazarillo, Daniel Hormigos, técnico de rehabilitación de la ONCE, que junto con otros trabajadores han acompañado a los 'plumillas' en su recorrido, así como el presidente del Consejo Territorial de la organización en Castilla-La Mancha, José Martínez, que ha asegurado que «no es lo mismo contarlo que vivirlo, y queríamos que vivieseis nuestra realidad, porque nuestro día a día es bastante complicado».

Aceras de diferentes texturas y formas, semáforos sin sonido, baches, adoquines levantados, vallas sin cerramiento, pivotes traicioneros, pasos de cebra en diagonal y coches que pasan a una velocidad excesiva sin respetar lo más mínimo al peatón, más si cabe si es discapacitado visual, son algunos de los problemas a los que se enfrentan cada día este tipo de personas y que algunos, como éste que escribe, han sufrido por un día, como si de una yincana se tratara.

Por eso, el presidente de la ONCE en Castilla-La Mancha ha querido aprovechar esta actividad para volver a pedir a las administraciones competentes un fondo regional de accesibilidad que, a su juicio, «debe ir acompañado de una ley de accesibilidad actualizada, ya que la vigente es de 1994 y el código técnico es del 1997, teniendo en cuenta que las cosas han cambiado muchísimo«.

«Tenemos que actuar porque casi todos vamos a llegar a ser mayores o podemos sufrir una discapacidad en cualquier momento pero, más allá de eso, es una cuestión de calidad de la ciudad, si las cosas se hacen bien o no», ha afirmado Martínez, que ha alertado de las «situaciones de riesgo» que viven muchas personas si no se toman cartas en el asunto.

Dentro de Castilla-La Mancha, ha puesto como ejemplo a Albacete como ciudad accesible y en el caso concreto de Toledo, donde ha tenido lugar la actividad, el responsable de la ONCE ha señalado que, aunque el Casco histórico tiene sus complicaciones obvias por su orografía, «hay muchas soluciones».

Así, ha destacado casos de otras ciudades Patrimonio de la Humanidad, como en Ávila, donde se han hecho «cosas muy interesantes» en materia de accesibilidad e incluso una persona en silla de ruedas puede pasear por la muralla. «Al final el turismo también tiene que ser accesible», ha reflexionado.

En este sentido, ha hecho un llamamiento para que «los ayuntamientos actualicen sus ordenanzas municipales y que las diputaciones, en una Castilla-La Mancha rural con muchos municipios, también se mojen en accesibilidad. La accesibilidad es fundamental para nosotros, es una herramienta de libertad».

«La accesibilidad no sólo beneficia a las personas ciegas, sino a todos», ha manifestado Daniel Hormigos, quien cree que «es fundamental que el diseño de las infraestructuras sea universal, para que todos podamos navegar con seguridad en el entorno urbano».

Así ha concluido una odisea de 250 metros que, a paso normal, puede cubrirse en poco menos de cinco minutos, pero que para los novatos en estas lides ha durado cerca de tres cuartos de hora, afortunadamente sin ningún percance, pese a las dificultades que conlleva.

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